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Carlos Roque Sánchez
Sábado, 27 de Diciembre de 2025

Lotería de Navidad. Razón y sentimientos

[Img #276383](Continuación) Aunque no compartida por todos los lectores, le he dado mi opinión sobre la Lotería de Navidad, en realidad sobre cualquier juego, en un par de entregas (Terminaciones loteras. Ciencia y Arte; Lotería de Navidad. Sentimientos y razón) a lo largo de este mes, y no me resisto a despedir el año sin una más, una vez pasado el sorteo de Navidad y en capilla como quien dice del Niño. Otra ocasión en la que compraremos millones de décimos con la irracional y personal esperanza de que el azar nos favorezca, a pesar de ser conscientes de que, desde la racional estadística, las probabilidades son ínfimas y juegan en contra del jugador; es mucho, mucho, más probable perder el dinero invertido que recuperarlo, y no le digo nada de obtener un premio importante. Y es que, desde el campo de la ciencia, además del azar, existen un par de factores que son determinantes a la hora de calcular las perspectivas, las opciones reales, que tenemos de hacernos con uno de estos premios, me refiero a los conceptos de probabilidad y esperanza matemática.

 

Ellos nos dicen que participar en estos juegos no es algo que cuente con su bendición porque, además de su carga de irracionalidad, pasión y tradición, también y como todo juego de azar tiene su parte racional y matemática y ésta nos dice que no lo hagamos. No resulta lógico jugar desde el punto de vista de la estadística, como irracionales son también los “rituales” asociados. Ya sabe. Como el de comprar más números pensando que así aumentan las probabilidades de ganar un gran premio, algo cierto solo si son números distintos; evidentemente, si compro 25 000 décimos tengo 25 000 opciones de ganar, un 25 % de probabilidad, claro que también se tiene que plantear a qué precio, ¿es significativo el aumento de probabilidad frente al del coste económico? Le invito a que sea prudente, lo piense y juegue con cabeza, es seguro que afectará de manera importante a su economía, y estaría por ver a la probabilidad de que le toque. Ni que decirle tengo que si compro muchos billetes del mismo número me podrá tocar mucho más dinero, si es que resulta premiado, pero no tendré por ello más probabilidad de que así sea; si queremos maximizar ésta, lo mejor es diversificar como nos aconsejan en la bolsa cuando nos dicen que no metamos todos los huevos en la misma cesta.

 

Por rematar este aspecto de comprar siempre el mismo número, sea porque “coincide” con la fecha de nacimiento de un hijo o cualquier otra superchería, sepa que la ocurrencia no por insistente, ofrece alguna ventaja extra a la hora de ganar un premio. Como bien sabe la probabilidad no tiene memoria y cada sorteo es independiente: nada impide que vuelva a salir el mismo número o que no salga. Escribo esto mientras me vienen a la cabeza unas cuentas que eché hace tiempo para una situación como ésta: la posibilidad de que le toque el Gordo es como la de sacar el único grano de arroz negro que hubiera en una bolsa en la que hemos echado 2,700 kg, casi tres paquetes con unos 100 000 granos, y meter la mano en él. Otro de los errores que cometemos es el comprar los décimos en la misma administración bien por tradición, superstición o porque tiene la fama de que ahí toca más; no importa la razón pues cualquiera de ella es del todo irrelevante, los números se asignan aleatoriamente así que. En el caso de las administraciones con “más suerte”, sencillamente reparten más premios porque venden más números, no porque sean más afortunadas. En ellas toca más porque venden más, al comprarles más la gente ya que toca más, lo que hace que vendan más,....

 

La pescadilla que se muerde la cola y un antañón efecto conocido como profecía autocumplida del que llevan viviendo años las “administraciones famosas”, pero más que sabido desde el bíblico Eclesiastés y su ‘Nihil novum sub sole’. Y siguiendo con el tema de la insistencia, si a uno le toca el Gordo, ¿debería volver a jugar dicho dinero? Bueno en esto, lo suyo sería asesorarse financieramente y guardar una parte, invertir otra, gastarse estotra y, por qué no, jugar esotra, eso sí, en mi caso de manera muy testimonial, nunca como estrategia económica. No en vano esta lotería es conocida como el “impuesto de los tontos” dada la baja probabilidad de que toque y de muestra le traigo algunos botones más. Dando una vuelta de tuerca al de los granos de arroz, y en una variante ahora gastronómica, ganar el gordo equivale a encontrar uno de ellos en concreto, entre treinta platos de paella de unos noventa gramos (90 g) cada uno; recuerde los 2,7 kg que pesan los 100 000 granos.

 

Puestos a comparar situaciones de la vida diaria, sepa que: es más probable tener 15 hijos y que todos sean varones, a que le toque el Gordo de Navidad, omito los cálculos pero créame es cierto de toda certeza; fallecer en un accidente de tráfico es el doble de probable que ganar el gordo según los datos de la DGT de 2024. No, no es fácil lo del premio, sin embargo, en esta vida siempre hay un consuelo a la hora de poner en contexto el significado real de la expresión “tener buena o mala suerte”. Y así, es más fácil comprar el décimo premiado (1 entre 100 000 números) que ser el espermatozoide elegido que fecunda un óvulo (1 entre 100 000 000 de competidores), es decir, es mil (1000) veces más improbable estar vivo que ganar el Gordo de Navidad. Como también resulta más probable ganar el primer premio, unas doscientas (200) veces, que morir por el impacto de un rayo, fenómeno eléctrico que en España causa una media de 2,6 muertes anuales ¿Le consuela?. (¿Continuará?)

 

CONTACTO: [email protected]

FUENTE: Enroque de ciencia

 

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