Quantcast
Carlos Roque Sánchez
Sábado, 05 de Abril de 2025

'13, Rue del Percebe' ¿Quién es quién? (y 2)

[Img #251592](Continuación) Un científico algo orate el del 2.º D, al que sustituyó por un tiempo un agente inmobiliario que vendió el piso a un peculiar sastre, uno al que personalmente me cuidaría muy mucho de encargarle un traje. Trato de decirle que el hombre tenía muy poca maña en su oficio y mucha, mucha, caradura en su desempeño profesional, de modo que a poco que se descuidara el cliente le encasquetaba un traje con tres o cuatro perneras, por poner un ejemplo, todo un timador, no le digo más. Y de la segunda planta subimos a la tercera.

 

El ladrón Ceferino Raffles. Vive con su mujer y también cómplice en el tercero izquierda, debajo mismo de la buhardilla de la azotea. Un caco patoso que no deja de robar cosas inútiles y de lo más absurdas como un hipopótamo del zoo, la amarra de un barco o un buzón, unos robos que no siempre tienen un final feliz para él pues, de vez en cuando, recibe la visita de la policía a domicilio. Ya de la que va recuerdo que en una de las primeras viñetas aparecía la portera denunciando nada menos que ¡la desaparición de la chimenea de la azotea del edificio!, que acababa de llevarse el inefable Ceferino. Ya ve el nivel. Los niños gamberros. En el mismo rellano del caco vive una madre de familia numerosa con sus ¿tres? ¿cuatro? ¿cinco? pequeños y muy gamberros hijos, capaces de las travesuras más salvajes. Auténticas diabluras como las que le hacen a los novios de su rubia y atractiva hermana mayor, que se convertían en el objetivo de sus “juegos” nada más entrar en la casa. Hasta aquí puedo leer de este piso. Y de la tercera planta, por las escaleras subimos a la azotea. (Para hacer una historieta no queda más remedio que comprimirse la cabeza y a apretar y apretar hasta que brota algo de verdad y eso es lo que hay que utilizar).

 

Manolo, el moroso. Donde en una buhardilla, un cuartucho de mala muerte de techo inclinado que pisa a Ceferino y está debajo del cartel que da nombre al edificio, vive Manolo supuesto pintor de brocha gorda, aunque en realidad lo suyo es ir dejando deudas a diestro y siniestro; sablazos y engaños por los que está sempiternamente acosado y perseguido de acreedores que hacen cola a su puerta, y de quienes él siempre se deshace con ingeniosas fórmulas y trucos. Y sin salir de la azotea pasamos de unos animales más o menos racionales de dos piernas a otros más o menos irracionales con cuatro patas. El gato negro y el ratón. Dos especies habituales en ella junto al moroso y los acreedores; una pareja en la que un cruel roedor no deja de hacerles trastadas a un desprevenido felino, divirtiéndose a su costa con todo tipo de torturas: desde usarlo como diana para el lanzamiento de cuchillos, hasta despertarlo de la siesta a base de TNT, pasando por azuzar contra él todas las abejas de una colmena. Como quien dice un cruel placentario siempre presto a torturar y hacerle mil perrerías a un ingenuo gato negro que, por cierto, no son los únicos animales protagonistas de la historia de este edificio, resulta que también tenemos una araña. (Cuando una persona lee una historieta sólo se fija en el dibujo, dibujo y dibujo, piensa sobre todo en la parte gráfica...).

 

La araña. Seguro que se ha fijado, en diferentes lugares del edificio suele aparecer una araña colgando de un hilo o de una telaraña y que cada vez aparece disfrazada de una manera diferente, un protagonista animado más y una afición al disfraz que nos viene a recordar un poco a ¿Mortadelo? Por cierto, como sabe las arañas reales tienen cuatro pares de patas, ¿cuántos poseen las moradoras del 13 de la Rue del Percebe? Y hasta aquí lo relacionado con seres animados ¿o encuentra usted alguno más?, si es así no dude en comunicármelo, porque por mi parte hay al menos dos entidades del inmueble, estas inanimadas y entreplantas, que no quiero dejar pasar.

 

El ascensor, todo un personaje por derecho propio a pesar de “no tener vida”, lo entrecomillo porque siempre está estropeado y no dejan de pasarles sucedidos y peripecias como alguna de las citadas (lo roban, encoge por la lluvia, es ocupado por inquilinos). Eso o cuando está en reparación y es sustituido por, digamos, otros métodos alternativos para “impulsar” a los viajantes a los pisos superiores: un cañón, un fuelle gigante o algún que otro cartucho de TNT. También recuerdo que es reemplazado por nuevas y “creativas” versiones que llevan a cabo variopintos constructores: un fabricante de juegos de ajedrez, uno de pompas fúnebres o un vidriero que como ya imagina proporcionan a modo de ascensor bien una torre, un ataúd o una botella gigante. (...Pero lo difícil, y lo que tiene verdadera importancia, es lo otro, es la letra en sí, es la idea).

 

Las escaleras. Es otro elemento adicional, en este caso decorativo, anexo al ascensor y que aparece en todas las plantas, donde no suele faltar alguna que otra colilla de cigarro en el suelo o en la de la tercera la “araña disfrazona”. Unas escaleras que tienen la peculiaridad de que nunca se ve a nadie utilizándolas, es decir es decorativa más que funcional; de hecho, si se fija bien, los tramos resultan impracticables para bajar y subir a cualquier piso. Me recuerdan, ascensor y escaleras, a algunas escenas de la magnífica serie televisiva ‘The Big Bang Theory’ que le traje hace unos meses. (Continuará)

 

CONTACTO: [email protected] 

FUENTE: Enroque de ciencia

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.111

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.