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Carlos Roque Sánchez
Sábado, 14 de Diciembre de 2024

Fluidos. Pujol y Cela

[Img #242313](Continuación) ¿Se pueden absorber fluidos por vía rectal? ¿Qué libro leyó la ínclita periodista que, según ella, le abrió los ojos? ¿Cuál es la verdad de la mentira?

 

La verdad de la mentira. En realidad, el nobel había mentido haciendo suya una singular historia que había leído en un libro titulado El pedómano, escrito por dos autores franceses y que la editorial Alfaguara publicó en 1970, la misma que Cela había fundado seis años atrás. Esa es la verdad de la mentira, y en él se relata la vida de Joseph Pujol, nacido en Marsella en el seno de una familia de origen catalán quien, siendo adolescente, descubrió que era capaz de aspirar y exhalar grandes cantidades de agua y aire por el ano. Vamos que tenía un don. Y lo mejor es que todo ocurrió por casualidad un día de buceo que, al aspirar por la boca, no solo introdujo aire atmosférico en sus pulmones, también absorbió un volumen considerable de agua del océano por el ano. Algunos estudiosos de la cosa no dudarían en tipificar la experiencia como un caso claro de serendipia, semejante a los supuestamente protagonizados por, perdone la deriva científica: Arquímedes y su baño, el empuje hidrostático; Newton y la manzana, la gravedad; Fleming y su “despiste”, la penicilina. Un sucedido, el de los fluidos, no al alcance de cualquiera pero sí del joven que, como los científicos nombrados, supo ver la singular importancia de su descubrimiento. ‘La suerte favorece sólo a la mente preparada’ L. Pasteur.

 

Arte y oficio. Y con el tiempo, lo que empezó siendo una peculiar destreza física pasó a adquirir tintes artísticos y fue precisamente durante el servicio militar cuando una noche a solas con una corneta se le ocurrió, lo que ya se está imaginando. Se bajó los pantalones, colocó la boquilla de la corneta en el ano, contrajo su vientre y… ¡Eureka!, funcionó; al instante se dio cuenta que esa habilidad podía ser entrenada y, de algún modo, rentabilizada (la pela, es la pela). Y barruntó que la música, unida a su destreza podría a ser su nuevo oficio, así que pensado y hecho: dejaría de ser aprendiz de panadero en el negocio familiar y emprendería una nueva vida dedicada a la absorción y expulsión de gases y líquidos a presión, por vía anal. Y el caso es que le fue estupendamente. A los cinco años ya trabajaba en el Moulin Rouge donde era la actuación más aplaudida y demandada, se anunciaba como ‘Le pétomane’ y llegó a ser el artista mejor pagado de Francia. Todo iba a pedir de boca hasta que en 1894 parece ser que actuó en otro local para ayudar a un amigo que estaba pasando apuros económicos y fue despedido por ello del Moulin Rouge. Una aparente contrariedad laboral que marcó un punto de inflexión en su carrera pues decidió montar su propio espectáculo itinerante de variedades, lo llamó Théâtre Pompadour y con él recorrió gran parte de Europa, incluyendo algunas actuaciones en Madrid.

 

Auge artístico. Por lo que se puede leer en prensa el espectáculo era brillante y solo necesitaba aspirar aire suficiente para después, “a viva voz” o mediante un instrumento, dejarlo salir. Así generaba desde los diferentes sonidos de los animales de una granja, hasta el estruendo de las tormentas, pasando por hacer que sonara como un cañonazo. Y mediante un tubo de goma que conectaba a su ano por un extremo y al instrumento correspondiente por el otro, interpretaba clásicos del tipo Au clair de la lune con un flautín o La marsellesa con una ocarina. De modo que la corneta, el iniciático instrumento típicamente militar con tubo de tipo boquilla, un aerófono -familia de instrumentos musicales que producen el sonido esencialmente haciendo vibrar el aire, sin involucrar cuerdas, membranas o el cuerpo del instrumento- evolucionó hacia el flautín, con tubo de tipo bisel, o la ocarina. Una maravilla musical. Al parecer era tal su dominio de los fluidos con estos instrumentos que producen sonido por la resonancia del aire en su interior, tal su pericia manejando presión y velocidad que lograba apagar varias velas colocando su trasero a diferentes varios metros de distancia. En fin, que parece ser que gustaba mucho, un artista en lo suyo.

 

Y caída fisiológica. Mas, sin que esté claro el motivo, un buen día el preciado don como apareció se fue. Puede ser que, debido a la mucha actividad, los músculos de su abdomen se sobrecargasen debido a tantas contracciones/dilataciones. O quizás que sus movimientos intestinales, como suele ocurrir con la edad, comenzasen a perder regularidad, que también. El caso es que fuera el santo que fuere lo único que sabemos a ciencia cierta es que un día la inspiración, literal, desapareció y con ella el artista. Pujol regresó a Marsella para retomar su oficio de panadero, aunque antes tuvo tiempo de grabar algún que otro disco, sí, como lo lee, casarse y tener diez hijos. Cuando falleció, la facultad de medicina de la Universidad de París les ofreció 25 000 francos para que les permitiesen diseccionar y estudiar el cuerpo de su padre, pero estos se negaron en redondo; como uno de ellos comentó “a lo largo de su vida nos dio lo mejor de sí mismo, qué menos que honrar su muerte con todo el respeto”.

 

CONTACTO: [email protected] 

FUENTE: Enroque de ciencia

 

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