Mafalda, la niña que cumple años sin envejecer
(Continuación) ‘Heroína rebelde’. Sin haber perdido nada de su vigencia, su humor igual de incisivo y con la perdurable relevancia de su mensaje, sigue siendo la misma niña que le gustan los Beatles, el Pájaro Loco es su programa favorito, está pendiente de la actualidad informativa que sale en la televisión, y también la que odia la sopa, las guerras y todo tipo de injusticias a las que despieza con su deslenguada opinión e ironía. Ella es quizás el personaje más importante y significativo de los años setenta, quien desde la corta estatura de sus seis años de edad formula preguntas que un adulto no se atreve a hacer en voz alta. Y no queda ahí la cosa, también denuncia su pasividad y expresa su incomprensión del universo adulto en continua y constante interacción con el de la infancia. Con razón Umberto Eco la definió como una “heroína rebelde”, quién si no espeta ese ‘¿Qué habrán hecho algunos pobres sures para merecer ciertos nortes?’.
Mafalda, la contestataria. A esta niña nacida en una familia de clase media bonaerense, son muchos los adjetivos con los que se la podría describir y así: inteligente, sensible, idealista, heroína, feminista, irónica o inconformista, pero si hubiera que escoger uno solo este quizás fuera el de contestataria. Y es que en las tiras de Quino se defiende el necesario empoderamiento y liberación de la mujer, en paralelo a la tercera ola del feminismo, a la vez que se cuestiona la brutal contaminación del ecosistema como una deuda para el futuro, se pone en duda una industrialización desaforada sin sostenibilidad, o se atacan duramente las guerras que dejan sin futuro (hambre, violencia, injusticia) a la sociedad que representará ella y sus amigos. Míticas son las tiras en las que mira con pena un globo terráqueo que está punto de hundirse con toda la humanidad dentro, sí, ayer como hoy; no en vano el mundo se sigue pareciendo mucho a sí mismo por los errores y desastres que sigue cometiendo el ser humano. ‘¡La sopa es a la niñez lo que el comunismo a la democracia!’.
Quino y las metáforas. Una de las principales características de sus tiras es el estar llenas de metáforas, desde la sopa hasta el mapamundi pasando por Burocracia, recuerde, la tortuga. Mafalda odia la sopa porque odia el autoritarismo y la imposición política, tiene la mascota que simboliza la lentitud y utiliza el recurso del globo terráqueo para mostrar su preocupación por los problemas geopolíticos, la paz o el medio ambiente. Una prueba de su celo y cuidado con él lo muestra el hecho de meterlo en la cama porque “está malito”. Por eso su mirada sobre el mundo real, una de las más lúcidas del cómic, sigue estando de actualidad sesenta años después, y como personaje sigue vivo entre niños y mayores como lo prueba el habérsele concedido hace diez años a su padre artístico, el dibujante conocido universalmente como ‘Quino’, el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2014, cuyo jurado destacaba de su obra en el acta, la creación del universo de Mafalda, “una niña que percibe la complejidad del mundo desde la sencillez de los ojos infantiles”.
Tiras didascálicas: Filosofía mafaldera. El particular humor de la pandilla infantil y su etapa escolar, junto a ciertas características de la historieta, permiten utilizarla como medio didáctico en la enseñanza primaria y secundaria. Un recurso educativo que su autor emplea de vez en cuando y para determinados campos de conocimiento como la filosofía, no en vano a él se le considera “un filósofo en los zapatos de un niño”. A través de sus pinceladas crea una escuela de pensamiento caracterizada por la pluralidad y protagonizada por un grupo de niños que, ante todo, dudan de todo cuanto les rodea. Empezando por Mafalda, la niña apasionada del método socrático con la duda constante y por sistema como base del conocimiento, en torno a diferentes temáticas como el feminismo, el amor, la justicia o el autoritarismo. Siempre en búsqueda de cambios y con el deseo de un mundo mejor en una época de grandes transformaciones sociales y culturales; una crítica no siempre aceptada con agrado en todos los países, entre ellos España. A su llegada durante el franquismo, cinco años antes de que muriera Franco, fue censurada pensando quizás que podría poner patas arriba algún que otro hogar, y se obligó a los editores a colocar una franja en la portada, etiquetándola como “Humor para adultos”; en realidad una medida nada sorprendente si pensamos que también se etiquetó “Para lectores adultos” los cómics de Marvel.
Filosofía diversa. Pero no solo era subversiva Mafalda, ni su escuela filosófica la única que se prodigaba en la pequeña pandilla. Cómo no ver en Miguelito, que espera verse recompensado en esta vida y representa ese choque entre la ingenuidad del niño y el nihilismo, a un gran integrante del movimiento del epicureísmo basado en la búsqueda de la felicidad y el placer. O Susanita, reflejo de esa imagen de la mujer anclada en el pasado que solo tiene como aspiración ser madre y esposa y que se dirige al espectador para criticar cualquier avance social de los que Mafalda anhela ¿cómo no ver en su afán contrario al espiritualismo la doctrina del materialismo? Del universo mafaldiense y su importancia. En palabras del autor de Rayuela, el argentino Julio Cortázar (1914-1984) ‘No tiene importancia lo que yo pienso sobre Mafalda. Lo importante es lo que Mafalda piensa de mí’. (¿Continuará?)
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FUENTE: Enroque de ciencia
Hermano Lobo | Lunes, 14 de Octubre de 2024 a las 20:23:02 horas
(¿Continuará?)
Sí, por favor, que continue.
Saludos
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