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Carlos Roque Sánchez 1
Sábado, 05 de Octubre de 2024

Mafalda, ¡60 años ya!

[Img #236643]Y sigue sin envejecer. Tal día como el pasado domingo, solo que de hace ya seis décadas, el 29 de septiembre de 1964, que entonces cayó en martes, salía la primera viñeta de la entrañable niña Mafalda publicada en la revista semanal argentina Primera Plana. Y lo hacía de la mano de su padre gráfico, el mendocino Joaquín Salvador Lavado ‘Quino’ (1932-2020), aunque unos dos años antes, el 15 de marzo de 1962 fue la protagonista de una campaña para promocionar ciertos electrodomésticos que no prosperó y, precisamente de los restos de esa frustrada publicidad nacería

 

esta maravilla de niña inconformista, de mirada inocente a la vez que perspicaz, símbolo del ingenio y la crítica social. Pero a los efectos que nos traen, Mafalda nació en 1964, así que estamos en su sexagésimo (60.º) aniversario y como le decía sigue sin envejecer en ninguno de los sentidos, ni físico ni filosófico ni artístico o ni científico. Y es que a lo largo de los años transcurridos sus ideas y reflexiones siguen resonando entre nosotros, pues en muchos aspectos los seres humanos y la sociedad apenas han cambiado, lo que hace que no pocos adultos puedan seguir identificándose con sus inquietudes y deseos de justicia social; estamos ante un icono de juventud inquieta, cuestionadora y crítica. ‘¡Paren el mundo, que yo me bajo!’.

 

Secundarios inolvidables e imprescindibles. Desde el primer momento de su aparición la niña fue todo un éxito y prueba de ello es que a los seis meses de su salida ya empezó a publicarse una tira diaria en el periódico argentino El Mundo, y el primer álbum se lanzó en la Navidad de 1966, agotándose los ejemplares en dos días. Pero el éxito no se debió sólo a Mafalda con sus agudas y ácidas observaciones o a sus abnegados padres que siempre se quedan sin palabras ante las agudas observaciones de “su niñita”, también tiene su importancia y no poca el reparto de secundarios de lujo que Quino, en su sabiduría “mafaldina”, les fue agregando. Empezando por sus padres, representantes del estamento adulto que aparece como un receptor desconcertado y atónito de sus afilados comentarios y reflexiones e incapaces de responder ante la lógica aplastante de sus planteamientos. Su madre Raquel, una mujer moderna que ve como en la cotidianidad se frustran una tras otra todas sus ilusiones y esperanzas de independencia. Y su padre, de quien nunca sabremos su nombre, estereotipo del hombre de clase media que lleva el dinero a casa, sueña con un coche y lleva de veraneo a la familia; después vendrán las facturas y las letras.

 

O el bruto de Manolito, caricatura del inmigrante gallego que representa las ideas capitalistas y conservadoras; el absurdo Felipe, tímido soñador enamoradizo que quiere arreglar el mundo como el Llanero Solitario, su ídolo. ¡Qué desastre, hasta mis debilidades son más fuertes que yo!’. Y, claro, la “viejoven” Susanita, parlanchina, altiva y chismosa cuyo único interés es crecer y convertirse en madre y es que para ella el futuro perfecto del verbo amar es “hijitos”, ¿le suena?; el bueno de Miguelito, enérgico, contundente y a su manera más filósofo que la propia Mafalda; sin dejar atrás por supuesto al divertido Guille, travieso hermano pequeño de Mafalda, el único que crece a lo largo de la tira y a quien le gusta Brigitte Bardot, qué me dice. O Libertad, más radical que Mafalda y de padre socialista, vamos casi una metáfora; y por último Burocracia, sí la tortuga mascota de los hermanos, llamada así por la lentitud que tiene para todo. Como el nobel de Macondo dijo “Quino nos demostró con cada uno de sus libros que los niños son los depositarios de la sabiduría”. Grande, Gabo.

 

Cruzando el charco. El grupo de la niña que odiaba la sopa y su peculiar sentido del humor no solo son figuras de la niñez con las que Quino, inicialmente, retrata y parodia a la sociedad argentina. En 1969 llegaron a Italia de la mano de Umberto Eco (1932-2016), su descubridor para Europa, mientras que a España llegaría en 1970 de la mano de Esther Tusquets (1936-2012); en los casi diez años que el mendocino mantuvo vivo al personaje y su troupe, publicó unas dos mil tiras que fueron traducidas a más de treinta idiomas en todo el mundo; así que al final terminó retratando y parodiando a una buena mayoría de sociedades occidentales. Diez años le decía porque en 1973, en pleno éxito el autor decidió poner fin a las andanzas del grupo pues pensó que estaba empezando a repetirse, que “se me agotaron las ideas”. Pensado dicho y hecho, se cerró para siempre el ciclo “mafaldino” y desde entonces, más de cuarenta años ya, no ha vuelto a tener un personaje fijo en sus chistes ni ha vuelto a dibujar a la niña, salvo en ocasiones especiales como la Declaración de los derechos del niño de Unicef. Una inacción que no ha impedido la perdurable relevancia de su mensaje, que siga vivo entre los niños y mayores de las siguientes generaciones, porque el humor de esta “heroína de nuestro tiempo”, como la llamó Eco, no ha perdido nada de su frescura y vigencia, tan incisiva hoy como cuando se publicó su primera tira. ‘¡La sopa es a la niñez lo que el comunismo a la democracia!’. (Continuará)

 

CONTACTO: [email protected] 

FUENTE: Enroque de ciencia

 

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  • José Luis Pineda Acosta

    José Luis Pineda Acosta | Viernes, 11 de Octubre de 2024 a las 11:45:16 horas

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