El 'postureo lector' (y 3)
(Continuación) ‘Hermano Lobo’, seguidor roteño siempre atento y avisado me advierte, no carente de toda razón, que en mi anterior Opinión utilizo un término, “intradiegético” que no está en el DRAE y me pregunta que ¿de dónde lo he sacado? Así que lector, con su permiso, antes de dar paso a la que es tercera y última entrega de esta saga de doble pertenencia librera-societaria, ya sabe, libros que pasan por ser de los más leídos sin realmente serlo, a la vez que tener uno de los comienzos o finales más famosos de la historia de la literatura. Antes le digo, abro paréntesis y respondo, o lo intento, a la cuestión intradiegética. He tirado de mi juventud y lo recuerdo asociado con las formas de narrar del escritor y médico británico A. C. Doyle (1859-1930) en su personaje del Dr. Watson de las novelas de Sherlock Holmes o con las de Gulliver en Los Viajes de Gulliver del satírico irlandés Jonathan Swift (1667-1745); y puestos ya a remontarnos en el tiempo y aproximándonos a nuestras letras escolares, cómo no recalar en nuestro Lázaro de Tormes de la novela anónima española La vida de Lazarillo de Tormes (1554). En otra dirección de búsqueda, la de libros de consulta, sólo he encontrado ésta Diccionario Abierto de Español. Como siempre, gracias Hermano Lobo por su atención, y quedo a la espera del próximo comentario. Cierro paréntesis.
15.- Jane Eyre, 1847. De la novelista inglesa Charlotte Brontë (1816-1855), hermana mayor de las también escritoras Emily y Anne y autora de, probablemente, una de las novelas más famosas de los dos últimos siglos de tan reconocida fama ultrarromántica como de reciente fama de falsamente leída.
16. Crimen y castigo, 1866. Del escritor ruso Fiódor Dostoyevski (1821-1881), ya citado junto con
León Tolstói (1828-1910) como la mayor pareja de autores que ha dado la literatura rusa., esta obra está considerada por los exégetas como su composición maestra y un profundo análisis psicológico de su protagonista, el joven estudiante Raskolnikov. A pesar de pertenecer al club del postureo lector, forma parte también del de poseer uno de los mejores finales de la historia de la literatura, o eso dicen: “Pero aquí empieza otra historia, la de la lenta renovación de un hombre, la de su regeneración progresiva, su paso gradual de un mundo a otro y su conocimiento escalonado de una realidad totalmente ignorada. En todo esto habría materia para una nueva narración, pero la nuestra ha terminado”.
17.- Cumbres borrascosas, 1847. De la escritora inglesa Emily Brontë (1818-1848), hermana de las también escritoras Charlotte y Anne, se trata de su obra más importante y todo un clásico de la literatura inglesa, época victoriana que, como novela, tuvo que ser publicada bajo el pseudónimo masculino de Ellis Bell. Ya sabe, eran otros tiempos. Su final se cuenta también entre los más conocidos y reza así: “No tardé en descubrir las tres lápidas sepulcrales, colocadas en un talud, cerca del páramo. La de en medio estaba amarillenta y cubierta de matorrales, la de Linton sólo adornada por el musgo y la hierba que crecía a su pie, y la de Heathcliff, todavía completamente desnuda. Yo no me detuve a su lado, bajo el cielo sereno. Y siguiendo con los ojos el vuelo de las libélulas entre las plantas silvestres y las campánulas y escuchando el rumor de la suave brisa entre el césped, me admiró que alguien pudiera atribuir inquietos sueños a los que dormían en tumbas tan apacibles”.
18. Grandes esperanzas, 1860. Del escritor inglés Charles Dickens (1812-1870) y uno de los títulos más respetados de quien sin duda es el más famoso de los novelistas victoriano, pero sobre el que existe una seria división de opiniones como escritor, vamos que como en las plazas de toros tras la faena del matador. Están los que lo elogian por su prosa, realismo, caracterización o crítica social, desde Tolstói hasta Orwell, pasando por Chesterton y Wolfe; y los que lo vilipendian por su sentimentalismo, laxa escritura o escasa profundidad psicológica como Wilde, Henry James o Virginia Woolf. Usted verá si saca pañuelo o no.
19.- Harry Potter y la piedra filosofal, 1997. De la escritora británica J. K. Rowling (1965), por mi nieto Carlos -que se ha leído toda la saga, tiene nueve años y no hace falta que le diga que es un voraz lector- sé que es el primero de todos ellos y creo recordar que me ha dicho que por ahora son siete; lamento no poder aportarle más información realmente significativa, estoy convencido que usted sabe más que yo.
20.- Historia de dos ciudades, 1859. Del ya citado escritor inglés Charles Dickens (1812-1870), esta novela es probablemente la que más ha contribuido a crear el retrato que el imaginario colectivo tiene de esa época, incluso en aquellas personas que apenas han leído la obra o ni siquiera lo han hecho. Estas cosas pasan. Eso sí su inicio es magnífico e inolvidable: “Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo”. (¿Continuará?)
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FUENTE: Enroque de ciencia
Hermano Lobo | Domingo, 01 de Octubre de 2023 a las 13:03:58 horas
Informado, y planchado. Gracias.
Sí, por favor, que continúe.
Saludos
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