La Casa de Mongoli. La historia de una finca con leyenda
Esta es la historia de una casa, un hogar, una mansión abandonada y decenas de leyendas en torno a la que hoy es una espectacular finca con vistas a la playa
![[Img #26288]](upload/img/periodico/img_26288.jpg)
En casi todos los pueblos existen leyendas urbanas que han pasado de generación en generación y que han colocado en el punto de mira a casas o mansiones que durante algún tiempo estuvieron deshabitadas y de repente un día, empezaron a ser centro de leyendas encantadas. Casi siempre, este tipo de relatos que permanecen en el tiempo, han ido creciendo en detalles, algunos exagerados incluso para los más crédulos, y otros con un tinte de realidad que podría hacer dudar de su veracidad incluso a los más escépticos. En Rota, un pueblo tranquilo por norma, hubo una década en la que una casa, más bien una mansión, fue el fruto prohibido de las pandillas de chavales más aventureras que se atrevían a cruzar su verja. Es la conocida como Casa de Mongoli y aunque a día de hoy, y desde hace ya algunos años, está habitada y los que pasean por primera vez por la zona poco de raro podrán ver en ella, en el fondo, nunca ha abandonado del todo ese misterio que la rodea.
Quizás su ubicación alejada del pueblo, lindante con la verja que separa Rota de la Base Naval, sus grandes dimensiones, su aislamiento por una abundante vegetación y la estampa que presentaba años atrás si la mirabas desde la orilla de la playa del Rompidillo o si intentabas acceder a ella por la avenida Crucero Baleares, han contribuido a este mito que en más de una ocasión ha hecho correr a quienes un día, unos minutos, se armaban de valentía para acercarse a la Casa de Mongoli. Esta era una edificación sólo apta para valientes. Llegar hasta casi su verja y a pocos metros escuchar cualquier ruido, hacía saltar las alarmas. Las historias de espíritus aparecían en boca de los chavales y lugareños... Toda leyenda tiene su fantasía.
Evidentemente, no hay ningún documento que acredite que la Casa de Mongoli estuviera encantada, pero más de un roteño no podrá negar haber escuchado alguna vez una historia relacionada con la que fuera antaño una vieja mansión abandonada a las afueras de un pueblo como Rota.
Casa de Mongoli. De mansión a casa encantada
Todas las construcciones, sean del tipo que sean, tiene un origen y la Casa de Mongoli no va a ser menos. Rotaaldia.com ha tenido como guía de esta historia a Qurro del Olmo Olivares, un joven roteño de 28 años que pasó su infancia y parte de la juventud en una casa rodeada de leyenda. Sin ánimo de alimentar historias de este tipo, él cuenta la suya, la que sabe, la que ha vivido y la que cree que es la verdadera. Tiene anécdotas, también algunas suposiciones y sobre todo, ningún problema en contarlas.
Esta mansión se construyó casi en la misma época en la que la Base Naval de Rota levantaba sus cimientos aunque no está determinado si fue a finales de los 40 o principios de los años 50. Lo que sí se sabe es que pertenecía a León de Carranza, el que fuera alcalde de Cádiz, que la eligió como lugar de veraneo. Desde luego, las vistas y su posición frente al mar la hacía envidiable. Con el paso de los años, la casa dejó de estar habitada de forma frecuente, se estima que León de Carranza estuviera entre 20 y 30 años ocupándola, y que un guarda en ausencia de la familia, se encargaba de velar por la integridad de la propiedad y sus enseres. Se llamaba "El Mongoli" y principalmente, su misión era espantar a los niños con un palo o alejar a cualquier extraño que quisiera colarse. De hecho, es su presencia la que da nombre a esta finca que también se conoce como Casa Mongolia que no es más que una evolución fonética del apodo de "El Mongoli" que acabó vinculado de por vida a esta construcción. Un día, según la historia que maneja Qurro, "El Mongoli" desapareció, no se sabe si falleció o cambió de empleo, y ahí comienza el principio de la historia de la Casa de Mongoli.
Entre los 80 y los 90, y viendo que esa mansión ubicada en una zona alejada del pueblo estaba sola y sin guarda, comenzó una especie de desvalijamiento general. Niños, jóvenes, adultos y vendedores clandestinos acudían a llevarse todo lo que por allí encontraban. Tumbaron la verja que la rodeaba y fueron sacando cables, tuberías de cobre, azulejos y un largo etcétera que dieron a partir de ese momento el aspecto de casa abandonada que durante años se apoderó de esta mansión. A ello se sumó que a finales de los 80 y principios de los 90 se pusieron de moda las sesiones de ouija, mediante las cuales se supone que se podía establecer contacto con los fallecidos. Para Qurro, fue precisamente este, independientemente de si se cree en el mundo espiritual más allá del terrenal, el hecho que contribuyó sin ninguna duda al misterio de la Casa de Mongoli ya que su aspecto oscuro y abandonado se mostraban como el lugar ideal para practicar espiritismo y alimentar fantasías de este tipo. A eso hay que sumarle que también era cobijo para drogadictos y personas sin hogar, lo que engrandeció aún más el halo misterioso que daba un valor añadido a algo prohibido a ojos de cualquier chaval.
Casa de Mongoli. La vivienda familiar de Qurro
Lo curioso de haber crecido con la historia de una casa encantada que luego se convierte en tu hogar familiar es que lo ves todo desde otro prisma. Aunque Qurro no quiere alimentar las leyendas que siempre ha escuchado, no puede evitar hacer alusión a algunas situaciones que él mismo ha vivido y que si bien no le valen para decir que su casa está encantada, desde luego, tampoco para desmentirlo a boca llena.
Tras el abandono de la Casa de Mongoli, fue la empresa inmobiliaria Promociones Roteñas la que adquirió la propiedad y posteriormente, la familia de Qurro a la que todavía pertenece. La reforma de la finca duró todo un año y el resultado fue espectacular. Lejos del aspecto fantasmagórico y abandonado que presentaba la casa, hoy se alza como un buen chalé a pie de playa. El 4 de octubre de 1996 Qurro comenzó su vida en ella junto a sus padres y otro hermano. Lo que para muchos era una casa llena de espíritus, para él no dejaba de ser su hogar. Escuchó varias leyendas como que a una hora determinada de un día del año si bajas al sótano se aparece un hombre con la cabeza decapitada, o que si subes al ático también un día señalado, te encuentras el fantasma de una mujer ahorcada que al parecer, se suicidó en el lugar colgándose del techo. Como esa hay muchas, comenta este joven, pero afortunadamente para él, (ríe) no se ha topado con ninguna. Sin embargo, y esto toma otra dimensión, sí asegura que en la Casa de Mongoli ocurren cosas que él prefiere llamar "curiosas". Por ejemplo, en ella es fácil lastimarse. Ya lo había escuchado con anterioridad, y él mismo lo ha comprobado en sus casi dos décadas como habitante de ella.
Anécdotas
Durante los años que Qurro ha vivido allí, donde ha estado hasta finales de 2012, asegura haber experimentado situaciones curiosas en las que o él o sus amigos acababan lastimados o con fuertes golpes. "De los accidentes que puedes tener en una casa, parece que en esta hay altas probabilidades de quedar lastimado. Bastaba con jugar una noche a las pistolas de bolas (tipo paintball) para que alguien acabara lesionado. Una vez, una bola de esas que utilizas en pistolas de juguete atravesó el cristal de las gafas de mi amigo de una forma sorprendente. Es como si en la casa la puntería se afinara. Recuerdo que cuando jugábamos a algún deporte, a baloncesto, al golf o a la pelota, alguien siempre acababa con una lesión importante, una simple caída dentro de la casa se convertía en algo grave. No quiero alimentar nada de esto, pero para mí siempre ha resultado muy curioso porque la casa parece que tenía como vida propia, no sé, es complicado de explica para no alimentar el morbo", comenta Qurro enlazando quizás una de las situaciones más llamativas. "Un día estábamos jugando con escopetas de aire comprimido vacías que hacían sólo un ruido al dispararlas, y en una de esas veces, un amigo apuntó a otro simulando un disparo. De repente, mi otro amigo empezó a gritar porque tenía algo en la mano. Fuimos a verlo y lo que tenía era un clavo grande, del tamaño de la palma de su mano. Yo se lo quité lentamente y nuestra sorpresa fue que pese a las dimensiones del clavo, la mano sí tenía una herida superficial pero no se había lastimado ni tendones, ni huesos, músculos... nada. Al día siguiente era un simple rasguño. La pregunta era de dónde había salido ese clavo y cómo es que con ese tamaño no le había pasado nada. Teníamos unos 16 años y lo viví con cuatro amigos de testigos. Quizás fue suerte, quizás no", aclara Qurro reiterando que de verdad, para él, fue algo sorprendente.
Escuchar un grito muy alto a sus espaldas mientras veía la tele en plena noche, coger un bate de béisbol, escudriñar la casa y no encontrar a nadie pese a su fuerte convicción de que le habían gritado en el oído; oir fuertes pisadas en la azotea como si alguien estuviera paseando y no haber nadie ya que ni tienen vecinos ni nadie puede saltar hasta lo alto de la casa; o la última que le ocurrió el pasado mes de agosto con un pizzero, son de las pocas anécdotas que reconoce que le ha pasado en estos 16 años viviendo en Casa de Mongoli. No son nada espectaculares porque ya aclara él mismo que son curiosidades y que no va a alimentar ninguna leyenda en la que no cree, pero reconoce que en más de una ocasión se ha quedado algo perplejo.
La que quizás más le llama la atención y por eso la añade en la lista de "cosas curiosas", fue la que le ocurrió recientemente. La publicó incluso en su perfil de facebook y con ella suma una historia más a esta leyenda. Su relato cuenta lo siguiente: "A finales de agosto fuimos unos amigos a cenar en el jardín de la casa, hicimos el pedido por la calle y cuando íbamos llegando, vi que el pizzero se nos había adelantado. Corrí hacia él para pagárselas en la calle y que me diera allí las pizzas, y cuando llegué a la puerta de la casa el repartidor hablaba con alguien por el telefonillo. Era imposible porque la casa estaba vacía pero cuando llegué lo escuché decir "ya está aquí Qurro, no se preocupe, se las doy a él". Qurro preguntó que con quién hablaba que en la casa no había nadie y el pizzero contestó que alguien le había preguntado quién era cuando él llamó. "Mi casa está absolutamente vacía, eso es imposible, no me jodas" dijo, "y los ojos del pizzero empezaron a brillar de miedo y a mí se me erizaron todos los vellos del cuerpo. Ningún amigo quería entrar pero al final entramos y no había nadie. Ya te digo que es una anécdota más que alimenta la leyenda pero de verdad que fue así", recuerda Qurro disimulando que quizás esa vez, sí sintió que no era una situación muy normal.
Ver cómo un rayo parte en dos un árbol de unos diez metros de alto y lo deja dividido a partes iguales y luego quemado, o ver arder la garita de seguridad de la Base Naval que linda con su casa provocando una antorcha de humo espectacular al parecer sólo desatada por la chispa de un foco pequeño, son experiencias que para Qurro nada tienen que ver con el espíritu de una Casa de Mongoli encantada pero sí alimenta, insiste, parte de ese mito que aún la rodea "porque son hechos muy sorprendentes cuando los ves delante de ti".
Para este joven de 28 años, su casa es su hogar, y aunque a veces ha utilizado ese misterio para bromear con sus amigos disfrazándose y dando algún que otro susto, reconoce que no puede afirmar que no haya algo de verdad en todo esto "aunque la gente es más fantástica que yo. Me he criado en una casa gigante a la que se accede por un callejón oscuro, con un jardín enorme, con un pasillo lleno de murciélagos que de noche la verdad es que da una imagen escalofriante, pero yo lo he vivido siempre y eso quizás me ha hecho más duro. No me asusto fácilmente y siempre me he burlado de estas historias", asegura Qurro reafirmando que lo que cuenta a Rotaaldia.com sólo son anécdotas vividas y la historia de una casa que para muchos, continúa con su halo misterioso.
¿Estuvo Franco en la Casa de Mongoli?
¿Pudo hospedarse en la Casa de Mongoli el dictador Francisco Franco algunas noches mientras el muelle de la Base Naval se construía? Qurro asegura que existe esta leyenda y que de hecho, hay constancia de que el general estuvo en Rota y visitó el Castillo de Luna. En su momento, se entiende que el alcalde de Cádiz de la época, León de Carranza, lo invitó para que visualizara desde un balcón privilegiado el avance de la construcción del recinto militar roteño y aunque esta anécdota nada tiene que ver con el mito de la Casa de Mongoli, pertenece a la historia de una mansión protagonista por ella misma. Según Qurro también existía la leyenda de que la Casa de Mongoli y el Castillo de Luna estaban conectados por un túnel, algo bastante improbable porque ese túnel tendría que pasar por la actual playa del Chorrillo y en caso de existir, estaría de forma permanente inundado. Además, explica Qurro, no tiene sentido que se hiciera algo así en esos años aunque reconoce que esa leyenda la podría haber motivado el enorme pozo que existe en el jardín de la mansión, "muy ancho y muy profundo" que la fantasía de la época llevó a conectar con el emblemático castillo en el que parece que sí existen ese tipo de pasadizos secretos que ya podrían haber quedado enterrados.
Para Rotaaldia.com esta era una buena ocasión para conocer algo más de esta finca que durante años contribuyó a que Rota, como otros tantos pueblos, también tuviera su particular casa encantada.































Fernando Olivares Marin | Lunes, 19 de Septiembre de 2016 a las 12:24:03 horas
Yo he dormido en diversas ocasiones en esa casa, que cuando vivía ahí Qurro con su familia se llamaba (y se llama) ''Baifora'' por unas rocas en alta mar así llamadas. Iba algunos fines de semana con mi hijo para que conviviera con sus primos (la madre de Qurro es hermana mía) y afortunadamente, no he tenido ningún sobresalto de los que se narran en este artículo, aunque la aventura de la pizza nocturna ya la conocía contada por el propio Qurro.
Accede para votar (0) (0) Accede para responder