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Sábado, 31 de Agosto de 2013

Balsa Cirrito

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ÁFRICA LATINA, LAS TROLAS DE LOS FRANCESES Y LOS INDIOS TABAJARAS


 
 

Si hay una palabra cuyo uso resulta ambiguo y, por qué no decirlo, injusto, es la palabra “latino”. Hace poco leía en un periódico nacional el comentario de un lector que se quejaba de no recuerdo qué desaguisado. Lo curioso es que aquel lector, al llegar a cierto punto, profería como un lamento: “qué vergüenza, parecemos latinos”. Nos ha jodido el tipo. Parecemos latinos porque somos latinos.

A menudo, en mis clases del instituto, cuando les cuento a los alumnos que los pueblos latinos somos los españoles, los italianos, los portugueses y los franceses, y no los peruanos, chilenos o colombianos, recibo miradas de incredulidad, casi de conmiseración por ser un profesor de conocimientos tan limitados. “¡Latinos los españoles!”, parecen decirme. Sin embargo, ese desplazamiento del latinismo no es casual.

Hasta los años 60-70 no había dudas. Los países latinos eran los dichos antes: Italia, España, Francia y Portugal. De hecho, durante los cincuenta, antes de que se instituyera la Copa de Europa de fútbol, existía una competición deportiva llamada Copa Latina, en la que participaban los campeones de los países mencionados. En Inglaterra, incluso, existe un término (en la actualidad un poco en desuso) para referirse a los nativos de estas naciones latinas: dago. De hecho, para un británico nosotros somos – o éramos – dagos. En cuanto a los países americanos de habla española o portuguesa, éstos se denominaban genéricamente hispanoamericanos o, posteriormente, iberoamericanos, aunque, en realidad, estos países no suscitaban mucho interés. Es conocida la anécdota de ese escritor inglés que manda a un personaje suyo para aprender español ¡a Brasil!.

Sin embargo, los países iberoamericanos, a partir de la década de 1960 comienzan a figurar más en el mundo. Políticamente, la revolución cubana es un aldabonazo y un ejemplo para muchos. La cultura, particularmente la literatura, empieza no ya a figurar, sino casi a dominar el panorama internacional. Las novelas de los naturales de estas naciones se convierten en un referente para el planeta, con autores como García Márquez, Asturias, Vargas Llosa, Borges, Cortázar o Juan Rulfo, por citar sólo unos pocos. La poesía ofrece los nombres señeros de Neruda y Octavio Paz. Por otra parte, países como México o Venezuela poseen importantes yacimientos de petróleo y, por añadidura, algunas otras naciones del continente están comenzando (sólo comenzando) a comportarse como si no fueran ya un protectorado de los EEUU.

Con esto quiero decir que aquella región del mundo empezaba a adquirir notable transcendencia. Sin embargo el nombre que se le solía dar, Hispanoamérica (Spanish America en inglés) le otorgaba demasiada importancia a nuestro país. Parecía indicar un prestigio y una preponderancia para España que en algunas naciones molestaba bastante (lo cual, no hace falta subrayarlo, resulta muy ridículo). Esto comenzó a cuajar sobre todo en Francia, nación cuyo complejo de superioridad con respecto a los españoles alcanza caracteres casi patológicos. Comoquiera que Francia había tenido cierta importancia en el México del siglo XIX, con la aventura del emperador Maximiliano, y comoquiera que Haiti (por cierto, la nación más pobre de todo el hemisferio), fuera un país de habla francesa, en Francia se acuñó el término Latinoamérica con un doble objetivo. El primero, minimizar el posible prestigio de España. Y segundo, introducir la cuchara francesa, como nación de habla también procedente del latín.

En los años ochenta, el entonces presidente de la República Francesa, François Miterrand, visitaba México. Al llegar allí, en su primer discurso, de manera harto patética, se refería a México como nación “latinoparlante”, estupidez manifiesta, ya que los mexicanos no hablan latín sino español, y estupidez que, como digo, sólo buscaba poner una pica cultural para eso tan cómico que es la Grandeur francesa. Lo gracioso es que la gilipollez franchuta no llegó a su objetivo, porque, al final, no ha resultado que relacionen a Francia con Latinoamérica, sino que en la mayor parte del mundo se ha perdido la conciencia de la latinidad francesa.
Y, en realidad, todo esto no tiene mucho sentido. La razón esgrimida para llamar Latinoamérica a la América española y portuguesa es la de que se trata de países que hablan lenguas procedentes del latín. Sin embargo, en África existen muchos países que hablan francés, idioma éste tan latino como el propio castellano, lo cual no impide que los franceses hayan creado un término pomposo para referirse a ellos: África francófona, incluso África francesa, aunque, por la misma razón que ellos señalaban, bien podríamos denominar a esa parte del mundo, África Latina.

En el fondo es divertido. En varias ocasiones, hablando con algún hispanoamericano, me ha ocurrido que dejen escapar expresiones como “Nosotros, los latinos”, oponiendo su hipotética latinidad a la muy real nuestra. Latino, en todo caso, es un término fundamentalmente racial, y que designa a los pueblos emparentados con los del Lazio, la región central de Italia. Dicho de otra manera, no se puede ser descendiente de aztecas o de tabajaras y pensar que uno es latino. Y no se trata de que una cosa sea mejor o peor que la otra – líbreme el cielo – que resultaría un pensamiento un pelín hitleriano; se trata de llamar al pan pan y al guacamole guacamole.

PD: Después de escribir estas líneas me cuenta la siguiente anécdota nuestro antiguo colaborador Víctor Maña. Se halla en Málaga, donde reside, es de noche y se queda sin tabaco. Cerca de su casa hay un local con máquina de cigarrillos y mi amigo se dispone a entrar en el referido sitio para comprar una cajetilla. Sin embargo, esa noche hay una fiesta, y en la puerta, un cartel: ENTRADA SÓLO LATINOS. Cuando Víctor intenta pasar dentro, un portero con piel del color del café torrefacto colombiano, le dice con dulce acento: “Lo siento, señor, no puede pasar; esto es sólo para latinos”. Toma ya, Julio César.


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  • Joe

    Joe | Viernes, 06 de Septiembre de 2013 a las 12:21:00 horas

    Muy interesante tu artículo, José. Para mí siempre han sido Hispano-Americanos, dado que son de Hispano America.

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  • adolcros

    adolcros | Jueves, 05 de Septiembre de 2013 a las 22:29:57 horas

    Propongo la creación de un Movimiento Desambiguador Morfosintáctico y Lingüistico del término Latino.

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  • Angela Ortiz

    Angela Ortiz | Miércoles, 04 de Septiembre de 2013 a las 12:23:47 horas

    Pues la verdad es que de tanto escuchar la asociación Sudamericano-Latino, ya una se olvidaba de todo lo que comentas, que a la vez resulta interesante e instructivo, gracias. Yo creo que el lío se ha formado desde que América del sur, fue llamada también Latinoamérica o América Latina ¿no? El daño que hizo "300 Millones"

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  • yo

    yo | Domingo, 01 de Septiembre de 2013 a las 09:28:18 horas

    la verdad leer tu comentario en opinion, es divertido, y siempre una fuente de sabiduria enhorabuena balsa

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