Balsa Cirrito
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LAS MULTAS, PARA LOS COWBOYS
Lo que más satisfacción proporciona a los seres humanos no es nada de lo que pudieran estar pensando. Lo que más nos satisface es que nos den la razón. O al menos es lo que afirmaba un estudio universitario que apareció hace media docena de años (aunque ya entonces me pregunté cómo lo adivinaban; ¿colocaban un satisfaccionómetro a los pacientes del estudio? ¿Un contador de endorfinas? ¿Cómo clasificaban la cantidad y calidad de las satisfacciones?). En todo caso, igual que hay cosas que nos satisfacen especialmente, también tenemos las que nos cabrean con intensidad. Personalmente, encuentro que las cosas que más me irritan son los atascos en el ordenador, las reclamaciones telefónicas atendidas por un programa de computadora (o por un hispanoamericano que me vacila y que actúa como si habláramos idiomas diferentes) y las multas.
A eso voy, a las multas.
Me han comentado en un par de sitios que este verano se ha abierto la veda de las multas a las bicicletas, especialmente por aparcarlas en lugares indebidos. No lo sé seguro, porque he preguntado a algún municipal y me ha negado redondamente que vayan a la caza del ciclista (aunque este mismo municipal me ha reconocido que desde el ayuntamiento los están animando a poner muchas multas, cuantas más mejor) (a decir verdad, esto último se lo he escuchado a casi todos los guardias) (o sea, que es verdad). La cuestión es que los ciclistas - el que suscribe lo es - no tenemos donde dejar nuestro vehículo. Si nos multan por atar la bici a una farola probablemente los policías estarán cumpliendo alguna ordenanza municipal, pero no estaría de más que nos dijeran entonces cuál es la alternativa a la farola. Estoy harto de escuchar frases de ánimo ecológico para que dejemos de utilizar los vehículos que consumen combustibles fósiles y que luego esas frases no sirvan para nada; porque igualmente estoy harto del continuo desprecio al ciclista. (Para los coches es como si no existiéramos, y da igual que tengamos o no preferencia en un cruce; de alguna forma, los ciclistas hemos logrado el viejo sueño humano de la invisibilidad, al menos para los automóviles, porque sus conductores nunca nos ven). Si ahora resulta que nos multan también por aparcar, vamos tocados. Entiendo que no debe ser tan difícil instalar tres o cuatro docenas de aparcamientos para bicis en la ciudad, especialmente en los lugares más concurridos. Llama la atención que, menos uno, los supermercados de la ciudad no tengan aparcabicicletas. Cuando niño, de las películas del Oeste, lo que más me llamaba la atención eran aquellos postes que había enfrente del Saloon y de la oficina del Sheriff y de la General Store y, en fin, de todas partes y donde los vaqueros amarraban sus caballos sin ningún problema. No sé porque tenemos que ser menos que los cowboys. Los que gobiernan casi siempre van detrás de los ciudadanos, y, en este caso, no se han dado cuenta de la explosión de usuarios de bicicleta que se ha producido durante los últimos años. Sólo hay que darse una vuelta por la ciudad – en realidad, por todas las ciudades – con los ojos abiertos y observar el gran número de ciclistas, que ya vamos siendo muchedumbre. Y los ciclistas necesitamos nuestro hueco, nuestro nicho ecológico, nuestro espacio y nuestros lugares donde dejar las bicis; porque entiendo que – menos para la recaudación municipal – una ciudad donde proliferen las bicicletas será más sana y más habitable.
Supongo que poner multas es algo que le gusta mucho a los ayuntamientos, es lo suyo, tan natural como para un artillero disparar cañonazos o para un concejal de urbanismo recibir sobres; pero no la tomen con los ciclistas. Nivelen los presupuestos municipales de otra forma y pónganos sitios para aparcar. Si no va a resultar que los pueblos del Oeste americano trataban mejor a sus vaqueros que Rota a sus ciclistas. Aunque puede que sea cuestión de pistolas.












Un balcón al mal | Jueves, 22 de Agosto de 2013 a las 10:34:22 horas
Le recomiendo al autor del artículo que, si verdaderamente se preocupa por cuanto relata en su escrito, actúe en consecuencia e interponga las oportunas alegaciones a la ordenanza de uso de la bicicleta del municipio de Rota. Le informo, por si no tiene constancia, de que tiene de plazo hasta el 30 de este mes. No todo se arregla rajando desde un recóndito rincón de internet.
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