Calle Charco, con Antonio Franco
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EL AMIGO QUE ME ESPÍA
Eso de que los amigos se espíen, que quieren que les diga, está mal, pero que muy mal. En plena Guerra Fría, esto del espionaje era habitual y entraba dentro casi de la normalidad. Los países de uno y otro bando se espiaban y, a la vez, mantenían relaciones comerciales y diplomáticas.
El descubrimiento, destapado hace unos días, de que los Estados Unidos de América, USA o EEUU como ustedes prefieran, andaban espiando a sus socios y amigos neoliberales de la Europa Comunitaria ha dejado perplejo al personal de a pie. No digo que los mandamases no estuviesen al tanto del espionaje de los norteamericanos, pero actuaban como si no existiera esa posibilidad. Procedían del mismo modo que en la época del Telón de Acero, como denominábamos la separación o la frontera entre la Europa Oriental y la Occidental.
Con semejante sistema de espionaje, a saber si los norteamericanos no conocían ya la noticia de que su Embajada en España sería honrada con el título de la Urta de Oro de nuestro municipio por su ingente labor en pro de la promoción turística de la Villa.
Ante semejante descubrimiento uno se vuelve más cartesiano, aún si cabe, y recurre al método de dudar de todo, hasta de amigos como éstos. “Dios me libre de los amigos, que los enemigos ya me encargo yo”, que diría aquel.
O, como dijo aquel otro, “con amigos como éstos, ¿quién quiere enemigos?”
Pero el destape del espionaje no significa nada. Aquí no se le pide explicaciones a nadie y menos a tan poderosos aliado. Diferente hubiese sido que el país espía fuese sudamericano, pongamos Argentina o Brasil (para no enconar al personal con Venezuela, Cuba o Bolivia). Entonces seguro que caería sobre él todo el peso de la indignación europea y otras medidas más dañinas para el confidente país.
Una de las consecuencias positivas de toda esta historia de soplones y espías es que abre el abanico para los guiones de Bond, James Bond.
Pero, en algunas películas los malos serán, esta vez, los norteamericanos, que para eso la Gran Bretaña, o el Reino Unido (que no es lo mismo, es más, una vez me lo aclararon) es un país de la Unión Europea aunque no esté en la unidad monetaria, y Bond, James Bond, está al servicio de la Reina de los ingleses. A no ser que, EEUU (o USA) y Gran Bretaña (o Reino Unido) hayan unido sus fuerzas para espiar los planes de Alemania (y con ello el de toda la Unión Europea). Si el guión va por esos derroteros, entonces los norteamericanos son otra vez los buenos.
Pero, ¿qué se puede espiar entre países aliados y miembros de la OTAN? Puede ser que, en esta ocasión, el espionaje tenga un carácter económico, porque si fuese militar no tendría sentido. ¡Sí!, ¡seguro que es económico!
En fin, dejemos las conjeturas que el delator Snowden ha destapado, olvidemos a 007 y sus potenciales guiones y volvamos a casa.
Hay que remontarse unas cuantas legislaturas para recordar que aquí también hubo una pequeña historia de espionaje, donde el uso de las grabadoras jugó un papel importante. Esta historia de espías locales forma ya parte de las Crónicas de nuestra Villa. Para que vean que aquí estamos en todo y tenemos, o hemos tenido, de todo.
Pero, si alguien va a pasar a la historia democrática y política de nuestro país, es, por confidente y soplón, el superagente Luís Bárcenas. Desde que este artículo está tomando cuerpo hasta que vea la luz, a saber lo que este personaje habrá destapado. Otra historia que apunta a guión cinematográfico en los años venideros. A ver como acaba.
Los lectores más de derechas (que sé que leen mis artículos cada semana) echarán de menos que no mencione el caso de los ERES en Andalucía. Tengo que decir que tan indigno como los Gürtel y los Noos, lo que pasa que como estamos hablando de espionaje, pues no lo encajaba bien en la temática. Pero, ea, ahí lo tienen.
Si se dan cuenta, al final se trata de poder. Si el que espía es pillado in fraganti en su labor, pero se trata de un país poderoso, pelillos a la mar. Si se trata de un país encuadrado en “la lista negra” (Eje del mal le llaman también los del eje del Bien) entonces la cosa cambia. La posibilidad de un embargo y un bloqueo comercial siempre estará latente en estos casos. Ahora bien, si se trata de un país amigo de los de la lista negra y además es poderoso, entonces se amonesta y “aquí paz y después gloria”. Me estoy acordando de China, aliada de Corea del Norte, pero con un potencial económico considerable para las multinacionales, que son al fin y al cabo, las encargadas de manejar el tinglado.
Ni siquiera el Estado más pequeño del planeta, el Vaticano, está libre de estas historias de espías y delatores. No olvidemos el caso del secretario del Papa de hace ya más de un año. “Pero esa es otra historia”, que dirían en el cine.
Salud.












lacartus | Jueves, 18 de Julio de 2013 a las 11:02:01 horas
Querido Becquer, una cosa es un error de "concordancia" y otra un error mecanográfico... hay diferencia... saludos
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