Quienes me conocen, saben que soy una persona que desperté tras el 15M. Desde entonces, y gracias a los conocimientos que me proporcionó mi formación universitaria, me lancé a devorar libros de economía y a abordar teorías económicas diversas. Marx, Hayek, Keynes desfilaron ante mis ojos, y descubrí que la economía, pese a lo que nos venden, está siempre influenciada por la opinión política. Actualmente, nos ahogan diciendo que no hay alternativa al neoliberalismo.

Realiza el señor don Hugo Cañellas, representante de UPyD en nuestra localidad, un “análisis” sobre la figura e historia de Hugo Chávez, presidente de Venezuela fallecido recientemente. Me gustaría realizar una contracrítica, dejando claro que no soy chavista. Para mí, Chávez fue un político que ha tenido luces y sombras. Pero no quisiera permitir que se recurra a la demagogia barata o falsos tópicos para demonizar a quien ha dirigido el destino de un país durante más de una década, apoyado por la mayoría de su pueblo.

Nada más comenzar su exposición, olvida mencionar que Hitler traicionó su programa electoral y no volvió a someterse a elección alguna, mientras que Chávez ganó 14 elecciones, incluyendo un referéndum revocatorio, que en España no existe y que consiste en preguntar al pueblo si quiere seguir teniendo al presidente de la República o no. Por otra parte, nadie, ni siquiera el opositor Capriles, ha denunciado fraude electoral. Los observadores internacionales dan fe de que todos los procesos electorales han sido limpios, y el pueblo ha hablado con libertad.

Sigue el señor Cañellas pasando por alto que el 70 por ciento de los medios de comunicación venezolanos son privados, pertenecientes a empresas privadas y a millonarios que no les interesa la nacionalización de los sectores estratégicos de la economía, puesto que pierden su fuente de ingresos. Cuando hace un mes parecía que el estado de salud de Chávez mejoraba, en un canal venezolano salió un opositor diciendo que “por desgracia, parece que Chávez está mejorando”.

Dejando a un lado la calidad humana de este señor, ¿saldría eso en la televisión en un país dictatorial? ¿Seguiría vivo quien haya dicho eso si no existiera democracia? Sin duda, digno de comentar es el asco que le provocan los militares con el puño en alto que alaban a Chávez. ¿Le molesta que el ejército tenga por misión defender a su pueblo, y defender la Constitución Venezolana, constitución que fue respaldada por la mayoría de venezolanos y que hasta la oposición ha aceptado como válida? ¿O lo que le da asco es que haya gente que alce el puño? Viene siendo habitual en todo discurso upeydiano, sea del tema que sea, una crítica a Cataluña, Euskadi y a la izquierda. Pero luego hablaremos de eso.

Acusa de manipulación al opositor a Chávez. ¿No es Chávez un demonio, un dictador, un payaso? Porque todas estas expresiones sobre él se oyen en los medios españoles y estadounidenses. Pero curiosamente no se comenta que en todos los informes de la ONU se refleja que la pobreza se ha reducido enormemente bajo su mandato; que el nivel de analfabetismo se ha reducido por completo y es el segundo país latinoamericano en acceso a la educación universitaria (gratuita, por cierto); que muchos venezolanos han tenido un techo digno donde vivir, y que por primera vez han visto a un médico. ¿Eso no se dice, Hugo? ¿Ni se habla de que hubo un golpe de Estado donde se encarceló a Chávez, y se puso a un dictador apoyado por EEUU y por Aznar (en la época en que usted militaba en el PP), pero que fue el propio pueblo venezolano quien presionó y luchó para rescatar a su presidente y reestablecer el orden constitucional? ¿O es que de ese golpe de Estado no interesa hablar?

Por último, cómo no, vuelve a criticar a la izquierda, a la que tilda de rancia y de antidemocrática. Crítica barata para desahogar odios internos. Y no salten corriendo a encasillarme en IU o el Psoe, porque no milito en ningún partido.

No niego que la situación en Venezuela no es precisamente idílica. Inflación, inseguridad... Es cierto. Pero no podemos comparar Venezuela con España, pues parten desde realidades diferentes. Venezuela es un país en vías de desarrollo, y España un país del primer mundo (aunque quizás nos dure poco ese estatus).

Lo que me llama la atención es que cuando una serie de pueblos latinoamericanos aúpan a líderes que no bailan el agua a EEUU ni al FMI, que cuando un continente ha mandado a tomar por saco a ese FMI y al Tesoro estadounidense, porque los condenó a años de recortes, a un aumento de la pobreza y la desigualdad, salgan personajes bramando contra ellos sin el más mínimo respeto.

Chávez es un demonio, pero Uribe es perfecto. En este mundo, está prohibido salirse de la línea, está prohibido probar algo diferente que no sea neoliberalismo y que sean empresas privadas quienes decidan el precio de lo más necesario para vivir (agua, luz, vivienda, alimentación, etc.), en vez de que se antepongan los beneficios y DERECHOS de la mayoría social a los beneficios privados de un grupúsculo de oligarcas que siempre quieren más y más. Este proceso de alternativa económica no es sencillo ni instantáneo. Pero aún cuando toda la política y la democracia venezolana fuera un error, creo que España no está en condiciones de dar lecciones (los motivos son obvios). Mientras que en gran parte de latinoamérica se reduce la pobreza y el analfabetismo, en España y media Europa sucede lo contrario, y el acceso a la sanidad, educación, vivienda e incluso el poder comer se dificulta día tras día. Y no creo que un partido como UPyD, que juega con la indefinición y discursos vacíos para ganar votos, que defiende al BCE, poder antidemocrático donde los haya y principal responsable de los recortes, sea quién para juzgar a nadie.

Y un último consejo, señor Cañellas: tenga un poco de dignidad humana. Personalmente, estoy en las antípodas ideológicas de su grupo, pero si mañana falleciera Rosa Díez (algo que no deseo en absoluto), no encabezaría un artículo de opinión diciendo “le dijeron que se callara, y se calló para siempre”.

Desde la diferencia ideológica, reciba un respetuoso saludo.


José Alberto Niño Fernández