Deportes de alto riesgo: la televisión
Me gustaría empezar este artículo de opinión citando a Eduardo Galeano en El Libro de los Abrazos: “Nosotros comemos emociones importadas como si fueran salchichas en lata, mientras los jóvenes hijos de la televisión, entrenados para contemplar la vida en lugar de hacerla se encogen de hombros”.
Una semana más tenemos el placer de continuar asistiendo con un ticket que parece gratis, al espectáculo del circo de la democracia, a la convulsionante y no tan unificada Unión Europea, a las mentiras disfrazadas de verdades y a algo que da mucho miedo... a ladrones de traje, chaqueta y corbata disfrazados de justicia, política y legalidad. Y mira que querríamos creer, pero una prueba se sucede una tras otra rápida, tajante.
Esta semana ni Cospedal ha querido intentar dar explicaciones. Quizás haya aprendido que a veces es mejor parecer estúpido que confirmar las sospechas.
Mientras tanto, nosotros, los hijos del sistema, los que creímos que estudiar carreras desembocaría en un paseo por alguna alfombra roja, los que creímos que el trabajo duro desembocaría en una vida digna, continuamos recibiendo vómitos de información: posible subida del IVA, restos de carne de caballo y restos de bacterias fecales en comida de Ikea, la esposa de Bárcenas con una mágica cuenta multimillonaria, 4 nuevos españoles en la lista Forbes de personas más ricas del mundo, posible ampliación de la edad de jubilación, más desempleo etc., etc.
No sé vosotros, pero me da la sensación de que mi cupo de miedo, desesperación y alarmismo está lleno. No quiero seguir comprando un producto que no me aporta valor alguno. Es encender la televisión y sentirme naufragar en un mundo que si estuviese en venta, jamás compraría, sentir la ansiedad de que la inseguridad es lo único seguro y empezar a pensar por el camino de la desesperación, que la muerte es más dulce de lo que la pintaban... Querida televisión, basta.
Dice Galeano que: “De los miedos nacen los corajes; y de las dudas las certezas. Los sueños anuncian otra realidad posible y los delirios otra razón. Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.
Por eso, mientras me convierto en una más de las que tiene un pie más fuera que dentro de esta España, busco opciones de voluntariado, he escrito mi primer libro y ofrezco mientras tengo tiempo, enseñanza gratis.
Es lo que está en mis manos de momento, quizás otros podáis hacer cosas más grandes. Más grandes que encogerse de hombros, más grandes que contemplar. Las cosas grandes al fin y al cabo, nacen siendo pequeñas y el miedo... el miedo que lo empiecen a sentir ellos.
El camino es largo, pero hay que andarlo.
Quisqueya Berenguer Sánchez

































Alvaro | Domingo, 10 de Marzo de 2013 a las 21:31:56 horas
La constitución se aprobó correctamente en su momento. Ahora toca profudizar y decidir, punto por punto, qué queremos y qué no queremos. En el 78 se votó un pack donde el balance final se suponía que era positivo. Ahora vemos que se limpian el día con la Constitución... "todo español tiene derecho a una vivienda digna (...) y los poderes públicos evitarán a toda costa la especulación" --> ¡el mejor chiste jamás contao!
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