Calle Charco, con Antonio Franco
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VERDE, BLANCA Y VERDE
Me pregunto cómo, o más bien, qué define el amor que uno siente por su tierra. Supongo que la mejor manera, o una de ellas al menos, será que cada cual, desde la parcela que le toca, trabaje para mejorarla, para engrandecerla, para destacarla.
Nuestra tierra ha sido víctima desde los albores de la revolución industrial de una clase alta más interesada en el mantenimiento del poder feudal sobre las tierras que en el fomento y el desarrollo industrial. Con esa penitencia nos adentramos hasta casi nuestros días. Basta echar una ojeada a como está repartida la tierra en nuestra comunidad y observar los personajes que la poseen para darse cuenta de que a éstos les importa un pimiento Andalucía, e incluso algunos se atreven a calificar a sus paisanos de cierto grado de vagancia. El señorito andaluz, a estas alturas de la Historia, todavía considera que está por encima del bien y del mal.
Desde nuestra localidad estas consideraciones pueden sonar trasnochadas. Pero están ahí. Siguen ahí.
“¡Andaluces, levantaos! ¡Pedid tierra y libertad! “, cantamos al unísono. Pero algunos se escandalizan y se rasgan las vestiduras si un grupo de jornaleros, en pleno siglo XXI, en un país integrado en la Unión Europea, invaden una finca para poder trabajarla.
Desde nuestro propio Ayuntamiento, el equipo de gobierno no le da el valor que el 28 de febrero representa y debe representar para todos los andaluces. Se celebra un Pleno Extraordinario a desgana. En el año 2012 se convocó dicho Pleno Institucional el día 24 de Febrero. Este año, sin embargo, se celebró la víspera, esto es, el día 27, pero a las 12 de la mañana de un día laborable. Se lleva a cabo el Pleno Institucional del Día de Andalucía para cubrir el expediente, y porque la oposición lo reclamó hace unos años, después de haberse eliminado del calendario político local.
Los catalanes en la Diada salen a la calle. Manifiestan su orgullo y expresan su lugar como pueblo. El Día de la Patria Vasca, los vascos actúan de igual forma. No se precipiten en sus comentarios. No estoy encumbrando a vascos y catalanes en sus apetencias independentistas. Sólo sugiero que manifiestan su orgullo y lo reivindican.
Los andaluces no podemos ser menos. No podemos conformarnos con pasar de puntillas nuestro Día, sin pararnos a reflexionar. Reivindicar nuestro papel como pueblo sin considerarnos superiores , pero tampoco inferiores.
¿Cuántos insultos tenemos que soportar y oír los andaluces por parte de ciertos personajes públicos? Desde el insultante comentario de aquel eurodiputado del PP, Vidal Cuadras, que llegó a decir de Blas Infante que “era un cretino integral, uno de los tontos más grandes de Europa…”.hasta las ideas lanzadas por Durán y LLeida, el dirigente catalán que llegó a tachar a los jornaleros andaluces de vagos, al preferir cobrar el PER que trabajar. Sin nombrar todos los insultos relativos a nuestro habla y al papel a que somos relegados los andaluces en las películas o en las series de televisión.
Comenzaba este artículo preguntándome por cómo definir el amor por tu patria. Y recordé a Carlos Cano. Andaluz, con mayúsculas. Y he rescatado para la ocasión un pequeño artículo que escribí hace algunos años:
Un sentimiento de vacío invade el Sacromonte, el Albaicín, la Viña, Santamaría…Amó esta tierra con la añoranza que produce el destierro de la emigración. La amaba porque Andalucía no tenía para él ningún secreto. No era un descubrimiento académico, su conocimiento le venía de la calle, del pueblo. En ese periplo de ida y vuelta se comprometió y luchó con sus armas preferidas: su voz y sus letras. Sus denuncias de la injusticia, de la desigualdad, le etiquetaron con el orgulloso honor de “persona non grata” que un día le otorgaron “los padres de la patria”. Lo lucía con mucho honor: “contra viento, contra viento, yo me muevo a contra viento”.
También nuestro pueblo, el establecimiento de la Base norteamericana en nuestro entorno tuvo cabida en su voz, poniendo música a los versos de Rafael Alberti: “Rota, ¿dónde están tus tomates, tus pimientos, tus calabazas?”.
Siempre se desmarcó de la Andalucía meramente folklórica con la que nos etiquetan. Conocía y amaba esta tierra porque conocía el carácter andaluz: “alegría tiene la jambre de Andalucía”. Y nos alentaba a rebelarnos: “si en vez de ser pajarillos fuéramos tigres bengalas, a ver quién sería el guapito de meternos en una jaula”.
Y se enamoró de Cádiz. Tanto que fue un gaditano de “Graná”. En sus Habaneras de Cádiz hermanó con su letra Cádiz y La Habana, que vienen a ser lo mismo: “La Habana es Cádiz con más negritos, Cádiz es La Habana con más salero”. Guantánamo y Rota.
Siempre rehusó la Política de salón, prefería la copla. El “felipismo” no tardó en desencantarle: “¡Ay Felipe de la OTAN, llegarás a ser un gran torero como Belmonte y Diego Oliver!”.
Llamaba a las cosas por su nombre, sin tapujos, sin doblegarse: ¿Por qué llamas mi tierra aquello que no defiendes?”.
El verde, blanco y verde eran más que colores de una bandera. Era su vida. Una vida hecha quejío y lamento en su voz inconfundible. Imposible olvidar los mensajes que en tu voz se hacen eternos. Gracias, Carlos Cano.
Salud.












NACIONALISMOS | Lunes, 04 de Marzo de 2013 a las 17:04:51 horas
Este es uno de los muchos ejemplos de ese "nacionalismo" que defiende el autor http://www.europapress.es/nacional/noticia-upyd-alerta-gobierno-posible-sancion-ue-exigencia-euskera-hace-bildu-contratos-publicos-20130303123334.html y hay muchos mas.
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