Austeridad y recaudación
Los dos conceptos que dan título a este artículo de opinión forman, conjuntamente, los pilares que sustentan las políticas económicas actuales, que por cierto son contempladas como las únicas posibles. En repetidas ocasiones se argumenta que “demasiado análisis lleva a la parálisis”, es decir, a diario se publican multitud de estudios y opiniones técnicas de instituciones locales, nacionales y europeas, pero la situación sigue empeorando día tras día, sin que veamos, al menos los ciudadanos de a pie, salida a la actual situación, que podemos calificar de extremadamente crítica. Falta por tanto celeridad, eficacia y eficiencia en la toma de decisiones.
Somos conscientes que debatir es imprescindible, pero un debate que finalice recomendando acciones, pues de lo contrario resulta inerte, como se ha demostrado hasta la fecha y ya llevamos cuatro años de tiempo empleados en discusiones y debates. Federico Mayor Zaragoza en las jornadas “Los desafíos de la Unión Europea” que se vienen celebrando en la sede del Parlamento de Andalucía, expresó recientemente que el conocimiento de la realidad es necesario para transformarla, pero que la responsabilidad suprema de una generación es la de pensar en la generación siguiente y que el diagnóstico perfecto es la autopsia, pero que esta llega demasiado tarde.
Nos planteamos aquí el papel que la Recaudación y la Austeridad juegan en la política económica de nuestras administraciones locales (Ayuntamientos). La primera, los ingresos, ha sufrido una pérdida enorme. Así las previsiones definitivas de ingresos del ejercicio 2009 fueron de 76.896.562,30 euros y sin embargo las previsiones iniciales del ejercicio 2012 han sido de 48.340.568,33 euros, según datos obtenidos del portal Rendición de Cuentas y de la web del Ayuntamiento de Rota. Tenemos, pues, una merma de ingresos en el Ayuntamiento del 37,14 por ciento entre estos dos ejercicios. Somos también conscientes, como protagonistas en mayor o menor medida, que muchas familias han sufrido una pérdida de ingresos muy superior, podríamos, incluso, estar hablando de una reducción del cien por cien si estas no contarán con las ayudas al desempleo. Pero hemos de destacar que ya hoy, visualizamos en personas de nuestro entorno mas cercano lo que podemos denominar una pobreza de marginación social, es decir, que existen familias que no pueden mantener unas relaciones sociales satisfactorias y que su situación económica esta afectando también a la vida social de sus hijos/as, a su equilibrio emocional, a sus relaciones personales,…
Hablemos a continuación de la Austeridad. La realidad nos obliga a acomodar nuestros gastos a los nuevos ingresos y optamos por la definición de austero como ausencia de lujo, de cosas prescindibles, innecesarias. También podemos tomar austeridad como ajustado a los ingresos, es decir, que no gastaremos más de lo que tenemos, principio que conocían perfectamente nuestras madres, grandes economistas de nuestra niñez y que vivieron momentos muy difíciles aunque sustancialmente diferentes a los actuales.
Aunque efectivamente es aconsejable buscar un cierto equilibrio presupuestario en todas las administraciones públicas, las nuevas condiciones económicas han puesto de manifiesto que este proceder no es el adecuado en estos momentos y que por tanto debemos arbitrar nuevas formas de gestión económica cuyo epicentro no sea la Austeridad total.
La política económica del gobierno conservador actual ha seguido estas pautas, fijando como epicentro de su política económica el equilibrio presupuestario a corto, medio y largo plazo. Recortes tras recortes, sus efectos sobre las personas están siendo devastador, a lo que hay que sumar la incertidumbre de los daños colaterales que políticas de esta índole pueden provocar, pérdida de talento local, revueltas,…
Nosotros somos de la opinión que la austeridad en términos absolutos en momentos de crisis tan profunda no es posible, al menos desde las administraciones públicas, pues estas, nos guste o no, actualmente son el motor de la sociedad: los parados demandan al gobierno ayudas sociales, las empresas del sector automovilístico solicitan al mismo planes de incentivos, las entidades financieras han obtenido un plan de saneamiento de los poderes públicos, los empresarios y las Comunidades Autónomas se han acogido, respectivamente, al Plan de Pago a Proveedores y al Fondo de Liquidez Autonómica del Ministerio de Hacienda para obtener liquidez, etc.
¿Cuál es por tanto nuestra aportación?
En primer lugar ser más eficiente con los recursos, aunque esto ponga de manifiesto el absoluto despilfarro de épocas pasadas, la mala gestión, la usurpación de fondos,… Cada euro que se invierta ha de estar perfectamente meditado y sobre todo estableciendo a priori las prioridades que van a ser atendidas. Se ha de invertir únicamente en aquello que produzca los mayores efectos sobre la sociedad, es decir, que maximice el beneficio para la comunidad. Pongamos un ejemplo: en estos momentos de enormes dificultades para muchas familias es absolutamente comprensible que exista un fondo de atención a necesidades sociales urgentes como puede ser el pago de recibos de luz a aquellas personas que no pueden atender dichos pagos. Pero a la vez resulta incomprensible que el Ayuntamiento abone 100, 200 ó 300 euros a un ciudadano/a en concepto de gastos de luz, cuando el gasto medio en electricidad, gas y otros combustibles por hogar asciende a 97,75 euros mensuales según datos del INE, en su encuesta de presupuestos familiares del año 2011, última publicada.
En segundo lugar, la eficiencia debe venir necesariamente acompañada de la explotación de todos los recursos municipales y sociales. No es comprensible que en estos momentos de crisis existan recursos materiales y humanos ociosos. Citemos por ejemplo: locales municipales sin uso, infrautilizados, mal diseñados; ayudas sociales sin el debido control , muy necesario para evitar la desafección de muchos ciudadanos/as, jubilados con cualificación profesional y académica sin aportación libre y benéfica a la sociedad que los sustenta, etc.
En tercer lugar, todos/as debemos hacernos una crítica personal y pensando en el futuro de nuestros hijos/as debemos consumir lo máximo posible en nuestro entorno más cercano. Con ello generamos dinámicas positivas y sobre todo ayudamos al mantenimiento del tejido empresarial de nuestra propia localidad. Pensemos, por ejemplo, en el gran servicio que nos ofrece esa pequeña tienda de alimentación cercana a nuestro domicilio que esta prácticamente todo el día abierta y que nos atiende de forma totalmente personalizada, nos conoce por nuestro nombre, conoce a nuestros hijos/as. ¿Realmente estimamos con justicia el servicio que nos presta? ¿Valoramos adecuadamente los productos agrícolas de nuestra localidad, de fama histórica?
En cuarto lugar seria necesario una bajada de precios general y uniforme, de forma permanente, para ajustarnos al actual poder adquisitivo de los españoles, incluyendo por supuesto la carga fiscal.
En quinto lugar un apoyo incondicional a la sanidad y educación pública. Sin ellas son inviables la justicia social y la igualdad de oportunidades. Rousseau en 1762 reconocía los peligros de la desigualdad social y proponía: “Ningún ciudadano/a debe ser tan rico que pueda comprar a otro, ni tan pobre que se vea obligado a venderse”.
Queremos acabar aquí con un llamamiento a la ciudadanía y a los poderes públicos que deben liderar todo este movimiento social, y con una cita extraída de la intervención de Federico Mayor Zaragoza en las citadas Jornadas sobre los Desafíos de la Unión Europea
"El buen diagnóstico es el diagnóstico que nos permita la acción a tiempo, para no llegar a un punto de no retorno".
Y con una frase de Cánovas que es muy de aplicación al contexto actual:
"La política es el arte de aplicar en cada época aquella parte del ideal que las circunstancias hacen posible".
Manuel Jesús García Fénix
Francisco Sánchez Alonso

































Curioso, Salud | Miércoles, 13 de Febrero de 2013 a las 17:16:01 horas
Quizás la clave de todas “nuestras desgracias” sea la de tener una democracia a la medida de algunos partidos. Quizás esos partidos han tenido, y tienen, unos dirigentes que han fracasado. Quizás los ciudadanos estemos contribuyendo con nuestro voto a que todo siga igual. Pero de todo ellos solo extraigo una conclusión ¿Quiénes son los responsables de toda esta tragedia económica, social y política? De momento, salvo la política del “ping-pong” que practican los dos partidos mayoritarios, pocos han dimitido asumiendo un mas que sonado fracaso ¿Quienes son los responsables por omisión de todo esto? Tampoco se sabe nada de ellos. Quizás estén esperando que los echemos con nuestros votos. Quizás, aunque no estoy muy convencido de ellos. Demasiados votos “comprados” como para que eso ocurra. La tela de araña que han tejido es resistente pero no invulnerable. Quizás ha llegado el momento de presentarles cara y decirles con nuestro voto que basta ya. Quizás sea un sueño. Soñemos pues. Salud.
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