Calle Charco, con Antonio Franco
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EL MÁS TONTO ES ABOGADO
A estas alturas de la película uno se vuelve un poco psicólogo con tal de observar un poco las conductas, las actuaciones, los gestos y las maneras del entorno. También autoanalizándose para “no ver sólo la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”. A estas alturas uno sabe distinguir un deseo de buena suerte hecho con sinceridad de uno que en realidad quiere expresar todo lo contrario. A esta distancia del camino, en fin, se descubre de que “pie cojea cada uno”. Y no me refiero a los ideales políticos.
Ya en más de una ocasión “he cogida prestada” una frase que Juan Luís Cebrián utiliza en su obra “La agonía del dragón” y que vuelvo a recuperar,”la bondad no es patrimonio de ninguna ideología”. Por eso, en esa observación del ser humano, en esa observación analítica de los personajes que nos rodean y con los que convivimos a diario, dejo fuera todo significado político. Hay gente buena en todos los bandos, igual que hay verdaderos cabroncetes en todas las líneas. Claro que, según en que sitio de la línea se sitúen, abundan más los unos que los otros.
A estas alturas de la película ya se sabe el papel que interpreta cada uno. No se puede llevar una máscara de por vida, ni disimular lo que se es eternamente. Al final siempre aflora el yo verdadero. Tarde más, tarde menos.
Para obtener un master de la vida sólo hace falta haber cumplido algunos inviernos. Te doctoras en observación con tan solo observar. Te gradúas sólo con analizar. Aunque, parafraseando a Antonio Gala, “hay gente que por mucho que vivan, jamás aprenderán respuestas nuevas”.
Descubres qué tipo de persona puede ser aquella que deja en la estacada a los amigos. A esos amigos que hubieran dado la vida por él, con tal de que se lo hubiese pedido. A esos amigos que le tenían por un “ser poderoso” y que, la vida, le ha dejado al desnudo sus miserias, aunque esté en una posición cómoda, económicamente hablando.
Echas una mirada retrospectiva y te encuentras con vivencias que, a veces, te pueden parecer sueños, como si se tratase de “otra vida”, de otro momento, de otro personaje. Te vuelves a encontrar con amigos que han dejado de serlo. Y es que la palabra amigo se usa con demasiada elasticidad. Aunque los hay que siempre están ahí, que permanecen.
Ello no quiere decir que el ser humano no pueda cambiar y evolucionar. ¡Menos mal que evolucionamos! De todas formas, mejor evolucionar pausadamente que revolucionar de forma poco clara. Me acuerdo de ciertos personajes que se volvieron demócratas de la noche a la mañana. Pasaron de ser fervientes admiradores del dictador a abrazar la bandera de la libertad. Y aunque parezca que el ejemplo es político no lo es, porque se puede ser demócrata tanto de derechas como de izquierdas. Me refiero a que cambiaron de tren en la primera parada que éste hizo, no por convencimiento personal sino porque consideraron que era lo más apropiado en ese momento.
Algunos evolucionan, cambian, para peor. Se vuelven peores personas con la edad. Más egoístas, más pragmáticos, en el sentido de que los sueños y las utopías (si alguna vez los tuvieron o los persiguieron) han quedado desalojados de sus valores. Son los que reflejan lo que se conoce por el prototipo de la modernidad: “revolucionario a los veinte, burgués a los cuarenta y millonario a los sesenta”.
Pero también te tropiezas con gente que siguen convencidas de que “para alcanzar la felicidad sólo se necesita tener sed y agua para beber”.
Otros personajes, que fueron honrados trabajadores, se vuelven empresarios de corte “chupóptero” cuando crean su pequeña empresa. Otros tratan de aprovecharse del compañero porque se encuentran en una situación de privilegio con respecto a ellos. O sea, que hay de todo, aunque estos últimos hayan sido ejemplos negativos.
Pero a la Vida le sucede como a la Medicina, siempre hay algo nuevo que aprender. Y en esa tarea estamos, seguimos aprendiendo.
El pasado día de diciembre, el Foro Plural “Torres de la Merced” nos sorprendió gratamente con una nueva conferencia. Esta vez se trataba de la experiencia de gobierno local en Torrelodones, una ciudad situada a unos treinta kilómetros de Madrid.
Y, aunque el mensaje de la señora Alcaldesa de la mencionada ciudad madrileña no es nuevo, resulta, cuando menos, optimista. Se siente uno, ya digo, ilusionado, cuando te demuestran que aquello que defiendes puede ponerse en práctica.
Sin entrar en cuestiones meramente económicas (que también sería interesante comentar sobre ellas), destacaría dos conceptos de todos los expuestos por la ponente. En primer lugar, la participación ciudadana. Oír que los plenos municipales tienen lugar en horario de tarde para que aquellos ciudadanos que quieran asistir a los mismos puedan hacerlo es cuando menos significativo, toda vez que en Rota, comos sabemos, lograr este objetivo parece ser una quimera hoy por hoy. Además, los vecinos pueden dirigir preguntas tras el pleno. En nuestro caso, ya se sabe que esto es otro inconveniente por parte del equipo de gobierno actual.
La otra idea que destacaría sería la de Transparencia. Aquí, los que nos gobiernan tienen una idea equivocada de esta palabra. O, al menos, no la de la integridad de este vocablo. Creen que transparencia es sólo hacerles llegar a los ciudadanos lo que cobran los concejales o los bienes que poseen cada uno. Sin embargo, dejan fuera de la transparencia la forma de “gastar” y gestionar el dinero público. Después pasa lo que pasa.
A estas alturas de la película se puede descubrir que “el más tonto es abogado”.
Salud.
ANTONIO FRANCO GARCIA












raimundo | Martes, 18 de Diciembre de 2012 a las 18:25:05 horas
joder antonio te vas a quedar solo,todo el dia insultando, que si gilipollas, que si el mas tonto es abogado, en fin, parece que estas mosqueado con el mundo.
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