Balsa Cirrito
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UN MUNDO INFELIZ (¡NI DE COÑA!)
Como creo haber dicho en un par de ocasiones, hace cosa de año y medio que no leo periódicos, salvo Rota al día y los deportivos. Y el motivo es sencillo: la desazón que experimento después de echarle un ojo la prensa es invencible. Casi todo es triste, amargo, descorazonador. A veces sucumbo a la tentación, y abro la página web de El País o de El diario de Cádiz y a mayor parte de los días termino con el alma por los suelos. Supongo que ésta es nuestra guerra.
La mayoría de las generaciones han vivido las tribulaciones de una guerra, han padecido algún conflicto bélico que les sobrecogía el espíritu y les llenaba de temor. En España – menos mal – llevamos setenta y tantos años sin que nuestra juventud haya tenido que pegar tiros en algún polvoriento campo de batalla. Pero nuestro padecimiento viene – según vemos – por otro lado; nuestra guerra es la crisis. Que no sólo es económica y que, en términos generales, no sólo es nuestra.
En este país, cuando miramos hacia adelante, difícilmente podemos hacerlo con esperanza. Tenemos la sensación de que no existe perspectiva para nada, que no hallamos lugar donde poner los ojos que no sea recuerdo del no future. Parece como si finalmente las predicciones catastrofistas de esos grupos del tipo del Club de Roma, que desde que tengo recuerdos nos han estado advirtiendo con sus jeremiadas del fin del crecimiento, se han terminado haciendo realidad, y que España es la avanzadilla de esas predicciones. No sé, tal vez esas películas apocalípticas que yo veía cuando niño, casi siempre protagonizadas por Charlton Heston, esas historias que nos mostraban un mundo futuro bien chafado por la superpoblación y por la servidumbre a la tecnología, tal vez, digo, no vayan tan desencaminadas ni sean tan flipadas como me parecieran entonces (aún sabiendo que de niño jamás utilicé la palabra flipado).
Sin embargo, deberíamos resistirnos al pesimismo. Supongo que será debido al componente masoquista de la raza humana, pero el pesimismo siempre ha estado mejor valorado que la esperanza en el porvenir. Pero tenemos que oponer resistencia, feroz resistencia, qué narices.
Pensemos en situaciones peores. Pensemos, por ejemplo, en un francés de 1940. Su país ha sido derrotado por Alemania, una nación a la que el planeta entero considera la mayor maquinaria de guerra jamás conocida, y, por tanto, indestructible. Francia acaba de ser dividida en dos; sus territorios más hermosos han sido ocupados por los nazis; la flor de su juventud ha perecido luchando contra los panzers; su clase dirigente, timorata e ineficaz, está más desprestigiada que los consejos de dirección de las cajas de ahorros españolas… Para los franceses de 1940, parece haber llegado el fin del mundo y, a decir verdad, casi tienen razón.
Pero sólo casi. Porque esa maquinaria aparentemente imposible de derrotar, esos orgullosos boches que desfilaban con el paso de ganso bajo el Arc de Trionphe, habían de caer por los suelos unos pocos años después, y, tras la guerra, los franceses siguieron siendo tan pizpiretos, tan encantadores, tan chauvinistas y tan insoportables (todo a la vez), como habían sido antes de la invasión alemana.
¿Será la crisis más poderosa que los nazis? ¿Podrá Angela Merkel más que Hitler? ¿Tendrá el Fondo Monetario Internacional más fuerza que la Werhmacht? ¡Ni de coña! Casi por aquellos mismos años a los que me refiero, el presidente de la gran nación guiri, Franklin Roosevelt (que, por cierto, para salir de una crisis peor todavía que la que tenemos nosotros ahora utilizó la estrategia exactamente contraria, la de elevar el gasto público), Roosevelt, continúo, pronunció entonces una frase memorable: “Sólo hay que tener miedo del miedo”. En nuestro caso, miedo del miedo al futuro.
Y, qué puñetas, desde mañana vuelvo a leer la prensa y a ver los telediarios y a escuchar a Wyomimg en El intermedio y a comentar las noticias en el trabajo. Ya lo decía otro que tampoco era malote, Cervantes, por boca de Sancho Panza: “Cuanto más oscura está la noche, es que más cercano se encuentra el día”. Pues nada, lo que es ahora nos encontramos en la mismísima boca del lobo. O sea, que va a amanecer pronto. Digo yo.












estrellita | Viernes, 23 de Noviembre de 2012 a las 19:33:01 horas
Sr. Balsa Cirrito, la película apocaliptica que haces alusión se llama " Cuando el destino nos alcance "; americana, de 1.973 y hacía efectívamente alusión a un mundo superpoblado en 2022 y falto de recursos en donde el ser humano caía incluso en el canibalismo...
No hemos de preocuparnos; o al menos de momento, el destino ya nos ha alcanzado, desde que la democracia no funciona como debería, desde que el pueblo pierde su fe en los gobernantes, desde que la política es un modo de vida ya la noche es bien oscura. A partir de ahí o bien viene como dices el amanecer de un nuevo despertar y enderecer estos entuertos.. o por el contrario sobrevenir una noche interminable aún más oscura ... historiador como eres, sabes que las democracias cuando dejan de funcionar llevan implícitas su propia destrucción..
Así que.. eah... luchemos ya por que amanezca...¡¡ Que no es poco...¡¡¡-
Un saludete.
Estrellita.
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