MALA SOLUCIÓN


  
  

Para la siguiente profecía no hace falta ser Nostradamus ni el Gran Piscator Salmantino, ni siquiera el Fondo Monetario Internacional (que se pasa todo el tiempo haciendo predicciones, bien es cierto que no acierta casi ninguna): en los próximos años, en España surgirá con fuerza un partido de corte fascista. Ya saben uno de esos partidos que tiene un Jefe (con mayúscula), militantes uniformados, canciones de combate y que dicen que van a echar a los inmigrantes (siempre y cuando para entonces queden inmigrantes). Es cierto que la ideología de esos partidos suele ser deleznable; a cambio, los uniformes resultan muy chulos, lo cual, si bien es cierto que no compensa moralmente, siempre quedará muy bien en las películas del futuro.

Si miramos a nuestro alrededor, en Europa casi todos los países tienen su partido fascista. Prácticamente nada más quedamos fuera de la tendencia España y Portugal, que también en esto andamos atrasados, no sólo en la fiabilidad bancaria; pero ya digo, no debemos preocuparnos, en poco tiempo nos pondremos al día.

La crisis, resulta evidente, es el principal abono que hace crecer estos partidos, y con lo gorda que es la nuestra, cabe pensar que el futuro partido fascista español será rollizo; ¿qué digo rollizo? ¡Una auténtica bola de sebo!

Probablemente, ese futuro partido fascista español se llamará Partido de la Libertad, o algo así, porque para cargarse la libertad no hay nada como hacerle propaganda de mentirijillas. Y es cierto, la libertad no es gran cosa, sobre todo mientras se tiene. Pero cuando falta se la echa de menos.

En las últimas elecciones muchos votaron al PP pensando que iban a mejorar las cosas; incluso bastantes personas contrarias a sus ideas depositaron un voto con el nombre de Rajoy. Ahora, cuando ven que la situación no sólo no mejora, sino que va a peor, son legión quienes abominan de los partidos (de todos), de la política y de la democracia; de forma que el paso siguiente, en buena lógica, será cargarse esa democracia. Observen un detalle. Ahora nadie quiere hablar de política. Parece como si desde que no se puede echar la culpa a Zapatero, hubiéramos perdido nuestra capacidad de debate: ya no queremos soluciones: queremos una solución. Y ahí, volvemos al principio, es donde aparecen los partidos totalitarios.
 
Decía antes que España y Portugal son casi los únicos países europeos sin partidos fascistas. Y apuntaba que podía deberse a cierto retraso ibérico en los movimientos sociales, pero se me ocurre ahora que lo mismo no tenemos partidos fascistas porque por aquí, en España y Portugal, tenemos las dictaduras más recientes. Y porque, como dice un amigo mío: “lo malo de los dictadores no es que sean unos hijos de puta, sino la mala fama que nos dan al resto de los hijos de puta”.