Hasta uno de los parajes menos conocidos del Parque Natural de Grazalema se fueron los senderistas de la Asociación Cultural Deportiva "En Ruta" para hacer su última escapada el pasado fin de semana. Para ello, tomaron el itinerario que discurre por la zona más oriental de la Sierra del Endrinal sobre los Tajos de Peñaloja desde donde se aprecia unas buenas vistas de la localidad de Grazalema.

 

 

Como siempre, nadie mejor que el grupo de senderitas para contar su experiencia a través de la siguiente crónica:

 

El grupo comenzó el recorrido en el aparcamiento que existe a la salida del pueblo donde justo al final, se encuentra un panel informativo de las rutas a la Ermita del Calvario y al Santo (Sagrado Corazón de Jesús).

Unos metros más adelante se encuentra el inicio que comienza subiendo por una escalera construida en piedra que entre pinos, acebuches y cipreses, te ayudan a ascender por un sendero empedrado hasta un cruce de caminos que conduce al Santo.

Tras adentrarse en un pequeño encinar, donde, y según la época del año, se puede ver orquídeas o peonias (amapolas silvestre de Grazalema), la jara blanca y los marrubios, llegaron hasta el Santo donde desde una privilegiada atalaya disfrutaron de unas maravillosas vistas a Grazalema, Peñón Grande, San Cristóbal, Monte Prieto y el Puerto de las Paloma, la Sierra de Lagarían  y el Valle del Guadalete.

Iniciada esta primera toma de contacto, los senderistas retomaron sus pasos en el anterior cruce para seguir ascendiendo hasta llegar a una derruida edificación religiosa de estilo barroco del S. XVIII que fue incendiada en unos de los pasajes más tristes de la historia española, la Guerra Civil. La arquitectura que conserva responde a la tipología de las ermitas ubicadas en los lugares más altos de las poblaciones, de ahí que se conozca como la del Calvario, haciendo alusión al lugar donde se crucificó a Jesucristo; un espacio que estaba destinado a recrear la Pasión en un Vía Crucis que comenzaba en el pueblo y finalizaba en el lugar como forma de realizar las estaciones penitenciarias.

En este punto el grupo se dividió: los que no subieron a la Cueva de las Dos Puertas regresaron al pueblo mientras el resto, afrontaba el desafío de la subida.

Al volver la vista atrás, entre los claros del pinar, los senderistas podían observar la magnífica panorámica de Grazalema y su entorno. Tras una media hora de subida, llegaron a la zona más rocosa del itinerario sobre los Tajos de Peñaloja y manteniendo la misma cota, atravesaron el pedregal con especial cuidado, rebasaron el canchal y llegaron a una zona más boscosa donde, tras girar a la derecha llegaron al Puerto de Retacapas desde donde se podía observar una inmejorable perspectiva del Reloj, el Simancón y el Puerto de las Presillas en la Sierra del Endrinal.

Tras seguir las indicaciones, llegaron al arco calizo denominado Cueva de las Dos Puertas. Allí, al asomarse su vertiente norte, la panorámica es indescriptible:  bajo los senderistas, Grazalema; a la derecha, las cumbres de la Sierra del Pinar, el Puerto de Las Palomas, las Cumbres del Jaral y la Sierra de Langarín; a la izquierda, el Cerro de Malaver y  volviendo la mirada más atrás, el Tajo de Ronda.

Tras el descanso de bocata abandonaron la cresta y comenzaron el descenso por un sendero muy pedregoso e irregular que obligaba a extremar las precauciones para evitar el desagradable esguince de tobillo.

Finalizado ese tramo, se mostraba ante el grupo el Peñón Grande, auténtico reto para los que se inician en la escalada. Algo más adelante, llegaron al cruce del Paso de las Presillas donde para su sorpresa y para casi acabar la jornada, se encontraron con un campo de lirios silvestres. Un momento que muchos aprovecharon para tomar fotos antes de llegar hasta la plaza del pueblo donde nos esperaba el resto del grupo.

Fue una jornada que transcurrió sin novedades.

Mi enhorabuena a los valientes.