Pedro Cardeñosa
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DESAMOR
Normalmente es un miembro de la pareja el que se da más cuenta de que la relación está empezando a resquebrajarse. Ante esto, puede tomar dos caminos: el activo o el pasivo. No podríamos decir cuál es el más apropiado, porque “cada persona es un mundo”.
La decisión más drástica, aunque no por ello la peor, consiste en cortar con la relación. Esta es una decisión activa negativa. Activa porque hace algo; pero negativa porque no intenta arreglar las diferencias. Hay que tener en cuenta que, aunque quizá sea la que más nos duela, hay muchas veces que es el modo más sano de terminar con una relación que nos está destrozando.
Otra opción más positiva sería intentar arreglar los problemas que han llevado a la ruptura; aunque, hay ocasiones en las que esto no es más que una pérdida de tiempo porque quizá ya se ha intentado más veces y no ha funcionado. Se continúa porque surge el miedo a romper con la pareja y se sigue intentando sin acierto.
Dentro de las opciones pasivas está el abandono de la relación, como tratando de que se solucione por sí mismo, y sólo se consigue que los problemas se vuelvan cada vez más complicados. Esta es una actitud cobarde que demuestra poco interés por la pareja. No se hace nada por arreglar los problemas ni tampoco hay un intento de terminar con la relación, sino que se mantiene pasivo y sin esperanza. Vivir amargados.
Está claro que cualquier solución que se tome en este sentido es dolorosa porque supone terminar la relación. Esto, sin embargo, no es un determinante que nos pueda privar de la felicidad que nos espera en el camino de nuestra vida.
La pregunta es ¿El desamor es algo natural en la evolución emocional de cada persona? Sí. Según los estudios de los psico-biólogos, estamos programados para la “poligamia sucesiva” (estar con una pareja durante unos 5 años, romper y buscar una nueva pareja).
La diversidad de tipos de crisis conyugales impide trazar una línea terapéutica concreta, aunque podemos dar una serie de remedios para el desamor. Observaciones psicológicas que pueden servir de ayuda y orientación para esas etapas difíciles:
Para empezar a arreglar una situación conyugal difícil es necesario esforzarse por asumir y digerir el pasado entre ambos. Una especie de borrón y cuenta nueva, a pesar de la dificultad que esto entraña. Si lo hacemos en otros terrenos de la vida, cómo no lo vamos a poner en práctica en este caso. La incapacidad para superar el pasado convierte a muchos en personas neuróticas, amargadas.
Es importante esforzarse por no sacar la lista de insultos. Ese inventario de pequeños y grandes fallos, errores, defectos o fracasos que se acumulan tras la convivencia.
Respeto mutuo en tres sentidos: palabra, hechos y gestos. ¡Cuántas parejas podrían haberse mantenido si no fuera por la utilización descontrolada de palabras fuertes, duras, hirientes, cargadas de acusaciones, descalificantes. Es clave también cuidar el lenguaje no verbal: por eso el respeto de gestos tiene un enorme valor.
Evitar discusiones innecesarias.
Aprender a remontar momentos, días o situaciones difíciles. Tener capacidad de reacción y poner en marcha enseguida recursos psicológicos adecuados y comprender que en el amor conyugal lo importante es lo pequeño.
No hay felicidad sin amor y no hay amor sin renuncia.












Ismael | Miércoles, 29 de Febrero de 2012 a las 02:56:46 horas
Por lo tanto, en la vida todo lo que produce malestar es mejor olvidarlo ... Y cortar por lo sano, bien, a ver como lo hago,
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