Artículo 5.208º: "Llega el otoño: Ignacio Aldecoa"
No sé si ya va desapareciendo las estaciones climáticas, no sé, si ya al menos en la Península Ibérica sólo existe una primavera-verano-otoño en una, con un poco de frío-invierno.
El agua se va reduciendo. Todo el mundo se queja del clima. Casi todo el mundo. Si hace frío porque hace frío, si hace calor porque hace calor. Dicen, que están muy contentos los chiringuitos de playa con el cambio climático, porque el verano se ha alargado, hacia delante, en mayo, hacia atrás, septiembre y medio octubre. Por tanto, no a todo el mundo le va mal el cambio climático, sea real o no. Creo que si lo es.
Por tanto, alguien puede pensar, a más verano, más playa, a más playa más viajes, a más viajes a la playa más bikinis, y, a más bikinis, esa sociedad, ésta en la que habitamos, pues más sensualidad y más deseo de sensualidad... Dicen, decían algunos tratadistas, que cuándo la sensualidad pasa de una línea, hay que saber la línea, pues esa sociedad-cultura-civilización puede estar rayando la decadencia o el declive. Llevamos un siglo hablando, llevan escribiendo los sesudos catedráticos de la decadencia de Occidente. Desde luego, algo de decadencia si existe, hemos soportado tres guerras europeas, la de 1870, 1914, 1939... más la guerra fría. Más ahora, estamos en el borde de una. Espero que no estalle. Me digo a veces, porqué escribir artículos de opinión, que nadie valora, que nadie me paga. Y, después, me contestó con la teoría del grano de arena. Escribo quizás, para ayudar que no estalle una guerra en Europa. También sueño que no estallen guerras en el mundo...
Llevo meses preguntándome, existen los siete pecados capitales, errores morales graves, redacto yo, como escribiente, para que así sea más aceptado este concepto en la sociedad actual. Me digo y me pregunto y le pregunto a usted, en el lenguaje moderno: adicciones al sexo, adicciones al juego, adicciones a las compras... en definitiva, formas modernas de denominar los siete pecados capitales. Me digo, le digo a usted, le pregunto: ¿Puede existir un capítulo a la adicción al Poder, al Poder Máximo, pueden existir personas que sufran esa adicción...? ¿Qué se pasan toda la vida, intentando ascender al Máximo Poder, y, cuándo lo tienen, no lo dejan ni aunque le echen agua caliente/hirviendo en los cojoncillos...? Si miramos la historia pasada, de siglos anteriores, si parecen que existen personas que sufren adicción al poder, al Poder –el Poder, puede ser político, puede ser económico, puede ser cultural, puede ser social, puede ser religioso...-.
Bueno, este artículo como dicen los novelistas, una novela empieza de una manera, y, después camina como quiera. Este artículo está naciendo al estilo de Julio Camba, hablar de todo y de nada, hablar como Ruano-Umbral de todo y de nada. O, de nada que es todo. Bueno, este artículo quería homenajear, recordar, al escritor Ignacio Aldecoa Isasi (1925-1969), quién sabe si podría haber llegado a Nobel, de haber vivido treinta años más. En fin, la vida y las cosas de la vida. Aquí quiero recordar dos cosas: una, como siempre digo, que alguien recopile todos los artículos de opinión, si es que nadie lo ha hecho de Ignacio Aldecoa. Es bueno, que empecemos a recoger, no sólo en las obras completas, una selección de sus artículos periodísticos, sino todos, en ediciones especiales, o, ahora en Internet.
Segundo, recordar un artículo/relato publicado en ABC, el 14 de julio de 1957, titulado: Esperando el otoño. Es un relato pero a veces, sigo el consejo de Einstein, si hacéis las mismas cosas, no esperéis que salga otra cosa diferente que lo que siempre ha surgido. En fin, no estoy invocando que se salten las leyes morales y las leyes legales. Pero en cultura, si se hacen las mismas cosas de estilos e ideas y formas, pues no podemos esperar que surjan nuevas cosas de estilos, ideas y formas.
Pues realizo un pequeño truco, le voy a contar mejor dos: uno, que a veces, veo y pienso y leo relatos como si fuesen otro género. En este caso un relato-narración literario, como si fuese una especie de artículo de opinión, a veces, un artículo de opinión como si fuese una narración corta. Créanme ese cambio de perspectiva proporciona nuevas formas de entender la realidad. Por eso he dicho, que su viuda o un equipo de expertos, recojan mil o diez mil artículos del maestro del articulismo Umbral, y, los publiquen juntos, como si fuese una Busca del Tiempo Perdido, al estilo de Proust. Creo que se recogería una historia narrativa de Madrid y de mil personajes... Creo que se debería hacer –también se podría hacer de otros escritores-articulistas-.
La segunda cosa que quiero recordar, aquí, es que muchos cuándo en el Anterior Régimen, no había libertad de pensamiento o de publicación. Muchos miraban en las Enciclopedias, y, miraban y leían cien o doscientas entradas, y, ahí, ahí encontrabas mucho de lo que no se podía publicar en libros, en un solo libro. Se podría leer varias Enciclopedias, algunas de doscientos tomos, de decenas de miles de páginas escritas. Ibas de una entrada y a otra, de un artículo a otro. Y, hacías un libro en tu cabeza. Quizás, ahora con la Informática y la IA e Internet, se puedan redactar artículos de mil temas, que en mil sociedades están prohibidos. Una versión de aquel truco de las Enciclopedias...
¡Que yo sepa, no existen las Obras Completas de Ignacio Aldecoa, que yo sepa no existe una Web o Página específica de Ignacio Aldecoa en Internet, que yo sepa no existe un Museo Virtual de Ignacio Aldecoa en Internet, al menos uno virtual... que yo sepa...! ¡Bueno, pues esperamos que alguien realice este trabajo...! ¡Aquí, mi homenaje...!












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