Elogio del terraplanismo
Tengo que decirlo
Por Balsa Cirrito
Prometí - a mí mismo y a ustedes - que en esta nueva serie de artículos no iba a hablar de política. Sin embargo, he conocido una noticia que… Una noticia que… En fin, que voy a romper mi promesa, al menos parcialmente, porque voy a tratar del asunto desde una perspectiva cultural… Hasta donde sea posible.
La noticia es que en los colegios de Bruselas, capital de Bélgica, los alumnos musulmanes alcanzan el 52%. En Amsterdam, los muslimes son el 43% de los escolares. En Viena el 41%... Durante mucho tiempo se nos dijo que la Gran Sustitución de la que hablaban algunos era un bulo, una falsedad, una entelequia (en El país he leído que era mentira muuuuuuchas veces). Pues parece que no, tíos, que se trata de una realidad.
Lo cierto es que esta noticia lleva quitándome el sueño desde hace varios días. Pero quitándomelo literalmente. Porque yo no quiero vivir en un país musulmán. No. No. ¡No! ¿No? Y no hay en mis palabras ni un ápice de racismo, sino sencillamente se trata de una preocupación cultural, de forma de vida, de cosmovisión.
Francamente, me parece entrañable la obsesión de algunos sectores españoles por la importación de musulmanes, que parecen creer que no son personas, sino dátiles o cazadoras de cuero. Veamos algunos datos. Hay cincuenta y tantos países de mayoría musulmana en el mundo. ¿Saben cuántos son democracias? Pues ninguno. ¿Saben cuántos han firmado la Declaración Universal de los Derechos Humanos? Ninguno. ¿Saben cuántos tienen total libertad religiosa? Ninguno. ¿Saben cuántos conceden igualdad de derechos a hombres y mujeres? Ninguno. Sobre los derechos de los homosexuales en el mundo islámico casi mejor no digo nada. Y de los trans… Bueno, por Islamilandia no creo que sepan lo que son; igual se imaginan que es el nombre de un modelo de Citroen: Citroen Trans. Oí en televisión al sacerdote Custodio Ballester (este que intentaron empapelar con una pintoresca denuncia por delitos de odio, denuncia que, obviamente, no ha prosperado) que el Islam anda de por medio en ocho de cada diez atentados terroristas del mundo. Me parecía un dato demasiado bestia, así que intenté comprobarlo. Buscando con Google nada encontré, lo cual tampoco me sorprendió demasiado, porque Google ejerce una férrea censura sobre ciertos asuntos. Sin embargo, la propia Google me dirigió de una manera indirecta hacia la respuesta. En un artículo de la página web de la BBC se decía que el 75% de los atentados terroristas del mundo se concentraban en 10 países. Pero mirando esos países resultaba que 9 de ellos eran de mayoría musulmana. Y el que no, era la India, nación con una importante minoría mahometana, minoría que, además, suele ser la que causa mayor número de disturbios, problemas y… atentados. De resultas, el dato de don Custodio Ballester me pareció no solo plausible, sino probable.
Pero, ¿se imaginan vivir en un país musulmán? En Ceuta, pongamos por caso, se ha desterrado el cerdo de los comedores escolares. Como soy muy educado no critico la medida, sobre todo porque esos comedores son casi siempre gratuitos para los muslimes, que no pagan prácticamente nunca y son la mayor parte de las veces subvencionados, con lo cual tenemos a unos cristianos que abonan la comida a los musulmanes, pero son los musuimanes quienes deciden que los cristianos no pueden comer cerdo, que es lo que quieren comer los cristianos. Todo muy lógico, ¿no?
Me gusta el cerdo. Adoro el jamón, los morcones, las morcillas, los chicharrones, las butifarras, el salchichón, la mortadela sevillana y el chorizo Pamplona. Vivir en un país donde se prohíban (o se graven con grandes impuestos) estos productos no me seduce ni tanto así. Pero, ¿y el alcohol? ¿Se imaginan una feria de primavera con la Ley Seca? ¿Sin fino, manzanilla, rebujito, solera o amontillado? (supongo que el consumo de canutos experimentaría un ascenso muy notable) Y bailar sevillanas… Bueno, bailarían los hombres con los hombres y las mujeres con las mujeres, porque lo contrario está mal visto por los mahometanos, que en general no son muy aficionados a la música. Bueno, no son aficionados a la música, pero tampoco a la pintura, que la prohíbe el Corán (hay que reconocer que prohibiendo son estupendos), así que los artistas plásticos no serían ni artistas ni plásticos. Pero, ¿y los peluqueros? Dios mío, sería la ruina de los peluqueros. Porque, a las mujeres con cabeza tapada no se les ponen tintes ni extensiones ni desenrizantes ni peinados chachis ni diademas. Ni siquiera podrían molar las punkis de cabeza rapada. Ruina para los peluqueros… ¿Sigo? Mejor no.
Es verdad que el Islam permite tener hasta cuatro mujeres, pero podemos preguntarnos si eso es una ventaja. Porque, vale, igual en otros países las mujeres son modositas y tal, y puede tener su aquel, que un harén siempre es un harén, pero, ¿las españolas? ¿Estar casado con cuatro españolas? ¿Cuatro? ¿En serio? Vamos, que sería el fin del Islam.
Vuelvo a la casilla de salida. El 52% de los escolares de Bruselas son musulmanes. Qué guay, ¿no?






























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