Cuando hace algo más de tres semanas la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Rota anunció que su principal titular iniciaría una misión evangelizadora en la villa con motivo del Año Jubilar de la Esperanza, y que atendiendo a las palabras del Papa, había que salir a llevar el mensaje de Dios, reforzar la fe en uno mismo y trasladarla a los demás, es posible que tuviera la certeza de que los roteños responderían como lo hacen siempre que se trata del Nazareno. Lo que quizás no tenían tan claro es que fuera de forma tan masiva durante  todos los días que ha durado esta misión, que comenzó el pasado 28 de octubre a las 5 de la tarde y ha terminado hoy, día de los Fieles Difuntos casi a las 10 de la noche. 

Durante estas seis jornadas, las calles de Rota han estado llenas si tocaba traslado de Jesús de una iglesia a otra o al cementerio, pero también lo han estado las parroquias de Nuestra Señora del Carmen, que en los días de triduo ha estado repleta de feligreses, y la del Divino Salvador, donde ayer estuvo expuesto en veneración hasta que esta mañana ha partido hacia el cementerio. 

Este último día ha sido especialmente largo e intenso. Comenzaba pronto, a las ocho de la mañana con el Nazareno camino de la vía verde pasando antes por la zona norte, el polígono industrial y llegando a la vía verde, el punto en el que se han encontrado cientos de roteños para un multitudinario acompañamiento que ha dejado fotografías para el recuerdo de todos y muchos momentos en el corazón de quienes han vivido de forma más cercana este traslado cargándolo sobre sus hombros. 

Tras el recorrido de varios kilómetros a pie, dando el relevo a todo el que ha querido cargar durante unos minutos a Jesús, se llegaba al cementerio para celebrar la Misa de Difuntos y posteriormente, recorrer las calles del camposanto rezando salmos, responsos y preces entre nichos y tumbas por el descanso eterno de los que ya no están. Ha sido otro de los momentos claves de este día de misión que, cuando parecía que el cansancio de muchos hacía acto de presencia y el acompañamiento de los días anteriores se desinflaría, recobraba vida con su vuelta a Rota para llegar a su capilla. 

Aunque la espera ha sido larga, ya que hasta casi las 7 de la tarde no ha comenzado el cortejo de hermanos a adentrarse por la avenida de la Libertad y María Auxiliadora, ha valido la pena.  En el último tramo de esta misión evangelizadora, el Nazareno ha vuelto a estar rodeado de muchos fieles y ha sido el único centro de atención recibiendo el canto de plegarias y oraciones que han arrancado aplausos. Uno de ellos, ha sido el interpretado a las puertas del colegio Salesianos por varios profesores, con un canto dedicado al Señor de Rota que ha dejado claro el amor a Jesús y su vinculación con la comunidad salesiana. Unos metros más adelante, y con cada vez más público en la calle, en el Arco de Regla, la roteña Carolina Pacheco le cantaba "La saeta" y encaraba el tramo final, previa corta parada ante el Ayuntamiento de Rota para la entrega de otro cuadro por la colaboración prestada en esta misión. 

Con una plaza Bartolomé Pérez llena de público, el Nazareno la cruzó para dirigirse al Columbario, donde los restos que descansan en él, también han recibido el deseo del descanso eterno, y volvía para, definitivamente, dar por concluida su misión no sin antes despedirlo acordes musicales tocados por músicos desde la azotea del Castillo de Luna, que ha puesto el broche final a la jornada entre aplausos. 

En el camino han quedado muchas oraciones, recogimiento y miradas hacia Jesús pero sobre todo, esta misión evangelizadora ha dejado estampas de fe y devoción.

La hermandad se propuso que el Señor de Rota recorriera su pueblo pasando por calles y avenidas por las que nunca había estado, y es probable que pasen décadas hasta repetirse o quizás, ni siquiera eso, por ello, todo el que ha tenido la oportunidad de verlo desde su puerta o ventana, lo ha hecho sintiéndose así doblemente bendecido al pensar que el Nazareno acudía a su casa buscando que lo siguiera.

Personas en sillas de rueda en las aceras o en casapuertas, mayores que tímidamente han abierto cortinas para mirar desde ellas sin hacer mucho ruido y llorar al ver a Jesús tan cerca, enfermos que incluso han hecho el esfuerzo de levantarse para sentirse reconfortados y muchas lágrimas con gargantas encogidas por la emoción han sido sin duda, lo mejor de esta misión de evangelización en la que Rota ha estado donde Jesús la esperaba. Misión cumplida. 

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