Plaza partida. Tauromaquia y pintura
Doble significado. De manera coloquial y genérica la, ya bastante en desuso, expresión “a plaza partida” hace referencia a aquel tipo de situaciones en el que existe un total consenso por todas las partes acerca de una cuestión o tema en concreto; de modo que al estar todos los involucrados en la misma posición, sin disidencia ni conflicto de opiniones, no hay debate lo que lleva a una resolución unánime o a una acción conjunta sin oposición. Un uso genérico y en sentido figurado ya le digo. Más contextualizada la expresión tiene un origen taurino y alude a un tipo de corrida de toros en la que el redondel se ha dividido en dos mediante unas tablas, a fin de realizar dos espectáculos simultáneos de forma que en una mitad podríamos ver el tercio de banderillas y en la otra la suerte de matar, por ponerle un ejemplo. Doble disfrute taurómaco. Hablamos de una costumbre antañona y obsoleta de aproximadamente finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, a la que naturalmente por contemporaneidad el genial artista fuentedetodino Francisco José de Goya y Lucientes (1746-1828) -para quien la pintura era un vehículo de instrucción moral y no un simple objeto estético-, le concede parte de su atención e interés artístico. Una consideración que se traduce en varias series de cuadros con motivos toreros en los que da importancia, por decir: a tareas previas a la corrida, como las tientas o los apartados de toros) y a algunos festejos como el que nos trae, las corridas a plaza partida de las que tenemos constancia el pintor inmortalizó en algunas de sus obras. Le escribo de dos de ellas.
‘Corrida de toros en una plaza partida’. Goya, 1816. Se trata de un óleo sobre hojalata de 43 x 32 cm que actualmente se encuentra en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York y donde se pueden ver representadas dos corridas de toros que tienen lugar en una plaza pública que, para la ocasión, ha sido dividida por un muro. En dicho óleo Goya nos muestra en primer plano a un grupo de espectadores que dan la espalda a quien observa la obra y, al fondo, a otro grupo de asistentes tras el que vemos una serie de edificios y un cielo azul celeste en el que las blancas nubes están concentradas en el centro del cuadro, en línea con el muro que divide la improvisada plaza de toros; entre ambos los tercios taurinos que transcurren en ambas mitades son el de varas y el de muerte. En mi prescindible opinión, además del indudable valor artístico, la pintura contiene una destacada información histórica sobre estas corridas, dado que nos habla de la época en la que se celebraban, si bien no dice nada acerca de con qué frecuencia lo hacían, y del enorme interés que este tipo de espectáculos tenía para el pueblo. Probablemente fuera un exceso de reses para torear en determinados festejos lo que provocó que se partiera de esta forma provisional la arena, y así doblar el número de faenas en una misma jornada.
‘Plaza partida’. Goya, 1825. Esta obra forma parte de la serie de cuatro litografías, titulada Los toros de Burdeos, que el pintor español realizó entre 1824 y 1825 en la ciudad francesa de Burdeos. Se trata de la cuarta estampa y en ella se aprecia la disposición en diagonal de la divisoria a la que, curiosamente, gente del público y toreros se han subido o, como quien dice, “han tomado el olivo”; igualmente, cercanos a ella y a la barrera hay mucho público viendo faenas en dos tercios diferentes. En la parte de la derecha un diestro ¿sonriente? se dispone a entrar a matar con un estoque ¿corto? y utilizando como señuelo su propio sombrero ¿montera? que está en el suelo para llamar la atención del astado. Un antiguo gesto de torería. Y en la de la izquierda un subalterno se dispone a banderillear con los rehiletes en alto, a un animal bastante quieto, y ante la atenta y asustada mirada de un abundante público arrinconado en la arena junto a las tablas y a poca distancia. Destacar que la extraordinaria disposición de los grupos crea una magnífica atmósfera taurómaca y sí, la imagen es muy parecida a la de su óleo de una década antes, ‘Corrida de toros...’. Esta estampa sobre papel avitelado de 30 x 41,5 cm está realizada con tinta negra, lápiz y rascador sobre piedra litográfica y se conserva en el Museo Biblioteca Nacional de Madrid. Recordar que el de Fuendetodos fue pintor y grabador.
‘La plaza partida’. Lucas, 1853. Se trata de una pintura al óleo sobre lienzo de considerable tamaño (2,24 x 1,60 m), realizada por el “gato” Eugenio Lucas Velázquez, El Viejo (1817-1870) y del que existen varias copias. Claro ejemplo de la herencia goyesca, representa la antigua plaza de toros de la calle Alcalá de Madrid vista desde el tendido y con una perspectiva que da lugar a un coso elíptico muy significado por la diagonal de la talanquera que divide la arena en dos. Y donde se escenifican distintas suertes taurinas ante la atenta mirada de una multitud que abarrota la plaza en unos graderíos repletos de gente vestida a la manera tradicional de la época. Por cierto, ahora que caigo y no muy lejos desde donde escribo, desde el ventanal estoy viendo las tranquilas aguas septembrinas de la playa de La Costilla, tuvo lugar una corrida a plaza partida que acaba de cumplir el centésimo nonagésimo (190.º) aniversario de su celebración (Continuará)
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FUENTE: Enroque de ciencia
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