Lleva más de media vida barriendo las calles de Rota y hoy, 4 de septiembre, se jubila.

Si es vecino del centro histórico de Rota, seguro que su cara le suena porque Tomás Romero González  con su escoba en mano, forma parte del paisaje del casco antiguo roteño desde hace más de 25 años. Tanto es así, que los que residen habitualmente por la zona lo tienen como un vecino más pese a que solo es un trabajador que con mucho empeño se afana en tener las calles que le corresponde lo más limpia posibles. 

Hoy, coincidiendo con su cumpleaños, Tomás se jubila y lo deja bien claro una camiseta que luce en su última jornada laboral en la empresa FCC, que tiene encomendada parte del servicio de limpieza viaria en Rota. En ella lleva trabajando desde 1981, al principio como eventual y desde 1987 como personal fijo siendo de los primeros en tener este puesto fijo, así que sí, como hoy reza la frase que su familia le ha impreso en su camiseta de barrendero a modo de homenaje, "esta leyenda se jubila". Es lo que se lee en su espalda todo aquel que hoy, en su último día, se lo cruce haciendo el mismo itinerario que lleva un cuarto de siglo realizando con las mismas ganas de que, al menos en lo que a él le toca, su pueblo esté limpio.

Con casi 40 años barriendo en la localidad, Tomás ha visto la evolución de la limpieza en  la villa.  Desde sus inicios con una escoba hecha de ramajes y empujando un carrito con un cubo a pie, e incluso sin uniforme, a poder moverse ahora en los triciclos eléctricos que son más sostenibles y que le permite ir de un lado a otro de forma más rápida y cómoda. Eso sí, la escoba, aunque ha evolucionado, ha sido siempre su única herramienta y así se despedirá de su etapa laboral donde muchos vecinos lo echarán de menos porque aparte de ser simpático y de charlar con todo el mundo, como apunta su familia, se preocupa por ayudar a todo el que puede.

Aunque tiene ganas de jubilarse porque un problema de salud desde hace algo más de un año lo ha tenido algo fastidiado, su familia reconoce que echará mucho de menos su jornada de barrendero. Estando de baja por enfermedad, apunta su hija, sufría por no poder ir a trabajar o  ver que algún rincón no estaba todo lo limpio que a él le gustaría porque su afán, manifiestan sus seres más allegados, es que su pueblo siempre luzca su mejor cara, por eso, saben que aunque tenía ganas de la jubilación porque los años no perdonan, mantendrá su corazón de barrendero de toda la vida.

Su familia quería hacerle este pequeño homenaje a modo de sorpresa para hacerle sentir que ha desempeñado su función con una vocación irrefutable.

A partir de mañana, Tomás, "una leyenda" de la limpieza, cuelga la escoba pero seguirá siendo el barrendero del centro que se convirtió en parte del paisaje de la villa de Rota cada día desde las 6 de la mañana a la 1 de la tarde.