Tarde de toros en el Puerto. Día de San Roque, 2025
Morante y Roca. Esta Opinión de hoy se empezó a pergeñar el pasado día del patrono de los perros, ya al anochecer y tras haberse celebrado la corrida de toros de Núñez del Cuvillo en la Plaza Real del Puerto; sí, la del archi comentado rifirrafe verbal montado entre los dos matadores de este primer subencabezado, por una supuesta inoportunidad de un quite al cuarto toro de lidia ordinaria y segundo del cigarrero, por parte del limeño. Un toro que fue hasta ¿cuatro? veces al caballo, motivo por el que, en opinión del director de lidia, no era reglamentario dicho quite y razón de su recriminación: “Eso se hace en otro momento, después del segundo puyazo, no del cuarto. Aquí no es reglamentario” dicen que se le oyó decir en el callejón. Y que fue inmediatamente espetado, quizás con un no muy correcto “Maestro, fúmate un purito despacito”. No, nada correcto, y sin duda prescindible. Una situación algo engorrosa, pero no nueva en un coso, y muy parecida a lo que se conoce popularmente como “duelo en la cumbre”, en este caso a cargo de unos espadas que están en todo lo alto. Tambores de guerra para los que el portuense quite, ¿fuera de lugar?, solo fue el detonante pues la rivalidad entre el Genio y el Cóndor estaba ya servida y venía de más atrás.
“Gatos en la barriga”. Le hablo no ya de “lo de Santander”, está también el sucedido granadino en la Monumental de Frascuelo con la solicitud del maestro sevillano a la figura peruana, tratándolo de usted, para que examinara el estado del ruedo, a la vez que le recriminaba lo apurado de tiempo que llegaba siempre a las plazas. O lo del toro en la Casa de la Misericordia de Pamplona, y la ya antañona ocurrencia del Domingo de Resurrección en el coso del Arenal sevillano. Vamos, que la cosa no es de ahora y “los gatos en la barriga” de ambos llevaban ya tiempo revueltos, algo sin duda fruto de la rivalidad, la impulsividad y los nervios que, por otro lado, tan bien han sentado siempre a la fiesta y a la vergüenza torera. “Cosas de toreros”, que siempre han sido así dirán algunos, y ya veremos en qué queda todo dirán otros; por ahora, para volverlos a ver, habrá que esperar, si Dios quiere, a la próxima Feria de San Miguel en Sevilla, allá por los finales septembrinos, donde volverán a compartir cartel. Por cierto, aunque seguro estoy que lo sabe, la roqueña tarde acabó de manera triunfal con los tres matadores saliendo a hombros por la Puerta Grande, el portuense Daniel Crespo estuvo extraordinario, y casi rozando con sus hombreras el mosaico de azulejo que, situado en el cañón de dicho pasaje, recoge una lapidaria y emblemática frase.
‘Quien no ha visto toros en El Puerto, no sabe lo que es un día de toros (Joselito)’. Así reza la cita que dicen dijo el menor de los Gallo, todo apunta que en la Semana Grande de San Sebastián, agosto de 1916, y durante la típica tertulia después de la corrida del día. Una en la que la conversación derivó hacia cual era la mejor ciudad para ver una corrida de toros surgiendo, ya se lo puede imaginar, diferentes enclaves: que si el viejo coso madrileño de la carretera de Aragón, que si el propio Chofre donostiarra o, ya de la que va, el mismo Bilbao por qué no, y a los que hay que añadir, naturalmente, la Maestranza sevillana; todos ellos destinos más que justificables dadas sus innegables y múltiples valías y reconocimientos. La sorpresa vino cuando el matador gelveño se dejó caer con la frase de marra, la misma que está situada en el pasillo de entrada al coso y con la que sin duda se tuvieron que identificar los matadores, “Quien no ha visto toros en el Puerto...”. Lo hizo al parecer tras el pronunciamiento, por la plaza San de Sebastián, de un político perteneciente al partido del Conde de Romanones, Presidente de Gobierno en aquella época (lo fue hasta en tres ocasiones bajo el reinado de Alfonso XIII); y tal impresión le debió causar el fondo y la forma de la afirmación del matador, que éste le invitó a su siguiente actuación portuense que tendría lugar el próximo tres de septiembre para que lo comprobara in situ. Dicho y hecho. La tarde fue todo un éxito y la frase quedó para la historia “..., no sabe lo que es un día de toros”.
Idiosincracia de un coso. Naturalmente Gallito la pronunció sin saber que pasaría a la posteridad, pero el caso es que terminó fijándose en la memoria colectiva del pueblo y marcando la idiosincrasia de esta plaza; no en vano se trata de una aseveración en la que resaltaba tanto su singularidad taurina como la simpar sensación que producía el hecho de asistir a una corrida en ella. Una experiencia taurómaca única por la particular atmósfera que se respiraba en la ciudad y la intensidad, emoción y tradición que el público vivía en la plaza durante una tarde de toros. Una vivencia en la que está implicada también la afición taurina de El Puerto que, al decir del matador, era especial y diferente a la de otras. De ahí la célebre sentencia gallista que ha terminado por convertirse en un dicho popular dentro y fuera del ámbito taurino. (Continuará)
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FUENTE: Enroque de ciencia
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