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Carlos Roque Sánchez
Sábado, 16 de Agosto de 2025

Didascálico agosto

[Img #264339]Agosto calendario. Empiezo por lo que es bien conocido de todos. Hoy entramos en el ecuador de este mes que ocupa el octavo (8.º) lugar en el humano ordenamiento anual del tiempo, me refiero al actual y casi internacional calendario gregoriano, y consta de treintaiún (31) días en su haber como enero, marzo, mayo, julio, octubre y diciembre, seguro que recuerda la regla nemotécnica de la mano izquierda. Ya sabe, esa que nos enseñaron de pequeños para saber en cualquier momento cuántos días tiene cada mes, sin más que usar los nudillos de la mano: cierre la mano en forma de puño y, comenzando por el nudillo del dedo índice, identifique cada mes bien con un nudillo o con el espacio entre ellos; el resto es fácil, mientras los nudillos representan los meses de 31 días, los espacios representan los de 30 días (excepto febrero, que tiene 28 o 29 días).

 

Sin embargo, quizás no sea ni tan conocido, ni por tantos, este par de detalles relativos al día y al mes. Del primero ha de saber que, desde el punto de vista de las matemáticas y en la actualidad, es el 228.º (ducentésimo vigésimo octavo) día del año ya que 2025 no es bisiesto (365 días), por lo que quedan 137 días para su finalización. Respecto al segundo detalle, el mes, sepan que no siempre ocupó ese 8.º lugar pues en el antiguo calendario romano, cuando el año constaba solo de 10 meses, agosto era el 6.º, justo detrás de julio que estaba precedido por junio, mayo, abril y marzo, mes que lo iniciaba en la Antigua Roma. Bien, pero, ¿por qué se llama agosto?

 

De ‘sextilis’ a agosto. Resulta que, junto con el pasado julio, son los dos únicos meses de nuestro actual calendario gregoriano cuyos nombres derivan del de una persona. El que nos trae, nada menos que el del primero de los emperadores romanos, César Octavio Augusto, que se lo puso en su honor porque, al parecer, algunos de los más afortunados acontecimientos de su vida ocurrieron en este mes. Lo hizo en el 24 a. C. imitando al fallecido Julio César quien, veintiún años antes había hecho lo propio con el quinto mes, ‘quintilis’ que con él pasó a llamarse ‘lulius’, julio, en homenaje a la familia Iulia a la que pertenecía, y a ocupar el séptimo lugar en el calendario juliano. Pues exactamente igual hizo Augusto con el mes siguiente, llamado ‘sextilis’ por ocupar el sexto lugar en el calendario romano primitivo pero que desde entonces se llamó ‘augustus’, nuestro octavo agosto. Sin embargo, parece ser que no quedó contento del todo al considerar que no estaba en igualdad de reconocimientos con su predecesor, y es que ‘iulius’ tenía 31 días y ‘augustus’ solo 29, lo que en su opinión era inadmisible. De acuerdo que Julio era mucho César, pero él no le andaba a la zaga pues había vencido a Cleopatra y Marco Antonio, y entrado triunfador en Roma. Así que, ni corto ni perezoso, movió días, alteró meses, y consiguió que el suyo tuviera también treintaiuno. Misma gloria imperial, misma duración mensual debió pensar, y así seguimos dos mil años después, con los mismos días cada uno.

 

Pero claro, Julio, el emperador, siempre irá por delante ya que él mandó crear el calendario juliano, a fin de sustituir al primitivo calendario romano, lunisolar como el griego y por tanto muy inexacto, lo que obligaba a añadir cada cierto tiempo algún que otro día para ajustarlo. Y eso lo hacían los gobernantes, ya se lo pueden imaginar, según les daba: bien por mero capricho personal, espurios intereses privados o conveniencia pública para alargar o acortar los periodos electorales. Se ve que el hombre apenas ha cambiado en su condición, y que los políticos han sido siempre iguales, independiente de la época en la que hayan vivido. El caso es que, como consecuencia de estas irregularidades, el calendario llegó a desajustarse tanto que, cuando él señalaba el comienzo del invierno, la primavera ya florecía en los campos. Un desastre, ya se puede imaginar.

 

Agosto astronómico. Ya desde un punto de visto científico, en particular astronómico, le recuerdo que si elevamos la vista a los cielos durante este mes, seguirán siendo visibles al amanecer los planetas Venus y Marte, mientras que Júpiter y Saturno visibles casi toda la noche al comienzo de la estación, pasaron a serlo únicamente al anochecer a mediados de julio, todo esto según cálculos facilitados por el Instituto Geográfico Nacional (IGN). En lo tocante a nuestro único satélite natural, la siguiente noche de novilunio o luna nueva la tendremos el próximo sábado 23 de agosto, mientras que la luna llena o plenilunio agosteño ya fue el pasado sábado 9 de agosto. Aunque no dispongamos de ningún telescopio, es posible observar este mes la más famosa de las lluvias de estrellas del verano, la de las Perseidas, conocidas también como las Lágrimas de San Lorenzo, cuyo máximo se da alrededor del 12 de agosto. Unas vistas celestes todas ellas producidas tal como mandan las leyes de la mecánica celeste. Es lo que tiene la ciencia.

 

CONTACTO: [email protected]

FUENTE: Enroque de ciencia

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