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Carlos Roque Sánchez
Sábado, 12 de Julio de 2025

PAU y Ortografía

[Img #262023]“Estar en el ojo del huracán”. Es una conocida expresión idiomática que se utiliza para describir a personas o situaciones que, en un momento determinado y por motivos que no hacen al caso, se encuentran en medio de un conflicto o controversia, y sometidos a menudo a una excesiva atención pública o mediática. En otras palabras, la frase es la metáfora de una experiencia especial, la de alguien o algo que esté en el centro de una acción donde se concentra la mayor parte de su tensión y presión. Como ha ocurrido estas semanas pasadas con los exámenes de Selectividad o Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU) de 2025, dejemos ahí la cuestión nominativa, y los nuevos criterios de calificación ortográfica, ya ve por donde voy esta semana. Por la conocida como ‘ley de la ortografía’ motivadora de que en este curso los fallos ortográficos estén más penalizados que nunca; quizás estemos ante el modelo de examen que sancione más el no escribir bien, pues en él la ortografía es juzgada en su totalidad, letras, tildes y signos de puntuación. Unas penas que, así como la alegría va por barrios, dependerán de la comunidad autónoma donde tengan lugar las pruebas y podrían hacer caer la nota hasta dos puntos por errores gramaticales en el examen de Lengua Castellana y Literatura II donde se valora también la expresión escrita, la capacidad de redacción, la riqueza léxica o la matización expresiva. Incluso se evalúa de forma específica aspectos como la coherencia textual y la concordancia en todos los ejercicios que requieran redacción, lo que reduciría la nota hasta un máximo de 1 punto. En Lengua Extranjera el límite está en 1,5 puntos y en el resto de materias la nota puede bajar como mucho un punto.

 

De la Ortografía. De raíz griega y romana etimológicamente significa “correcta escritura” y la RAE nos da hasta tres acepciones para ella en su diccionario, dos de las cuales se adaptan a nuestros intereses. Una, ‘Conjunto de normas que regulan la escritura de una lengua’, otra, ‘Aplicación de las normas ortográficas’ y estotra de naturaleza geométrica, ‘Delineación del alzado de un edificio u otro objeto’. Pues eso, ortografía entendida como el modo “correcto” de escribir una lengua o el conjunto de reglas que rigen su escritura convencional, su sistema de escritura habitual establecido que, como otros aspectos de la lengua, es un concepto mutable a lo largo del tiempo, pero fijo en cada momento dado. Trato de decir que, para cada época específica de la historia, existe una ortografía restrictiva, normativa y estricta, que determina cómo escribir las palabras para que sean comprendidas de forma inequívoca y cabal. Y también que dicho modo de escribir, probablemente, cambiará pasado un tiempo que pueden ser siglos, y es que las lenguas son como organismos vivos y, por ende, cambiantes. Pero hay algo que permanece inexorablemente, la obligatoriedad por nuestra parte y en cada momento de escribir de forma correcta, sin faltas de ortografías según las normas vigentes para la lengua estándar utilizada. Faltas que pueden tener distintas causas, desde poco nivel cultural hasta dejadez en el correcto uso del lenguaje; producir indeseados efectos, como hacer incomprensible una lectura o generar una sensación desagradable en el lector; ser una infracción de las convecciones gramaticales y ortográficas aceptadas para el español. Unos errores asociados, como ya adelantamos: al uso de la tilde (su ausencia o presencia incorrecta), la conjugación de verbos, la confusión de letras, la separación de puntos y comas, la concordancia entre sujeto y verbo, la utilización de los signos de puntuación o por meros errores mecanográficos.

 

De las faltas de ortografía. Entre las más comunes que solemos cometer se encuentran los clásicos de siempre, viejos conocidos de nuestros tiempos escolares como: cuándo escribir haber’ y ‘a ver’; diferenciar entre ‘hay’, ‘ahí’ y ‘¡ay!’; el uso de ‘halla’, ‘haya’, ‘aya’ y ‘allá’; cómo se escribe, ‘yendo’ o ‘llendo’; sin olvidarnos de la pareja ‘hecho’ y ‘echo’; las dudas entre ‘valla’, ‘vaya’ y ‘baya’ y los polémicos ‘Porque’, ‘porqué’, ‘por qué’ y ‘por que’. Errores a los que hay que añadir: la utilización correcta de los signos de puntuación; la no concordancia entre número o género de verbo y sujeto; la acentuación gráfica o tildación; los errores en la conjugación o uso incorrecto de la forma verbal; y otros aspectos problemáticos como las grafías que presentan igual sonido, como b/v (betacismo), c/s/z (seseo y ceceo), g/j y ll/y (yeísmo) con el consiguiente y confuso intercambio de letras. Por último, para ir acabando que es gerundio y con la idea de prevenir el mal uso escrito del lenguaje, los que saben de la cosa ésta recomiendan entre otras actividades, fomentar la lectura desde pequeño, leer con frecuencia, escribir a menudo, jugar a la identificación de errores, consultar el diccionario, repasar los textos que se escriben, etcétera ¿Continuará?

 

CONTACTO: [email protected]

FUENTE: Enroque de ciencia

 

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