Quantcast
Redacción
Viernes, 06 de Junio de 2025

Trucos desconocidos para turistas en Sevilla: lo que los mapas no te cuentan

[Img #259138]Sevilla es una ciudad que seduce con su arte, su sol eterno y ese perfume a azahar que parece haber quedado atrapado entre las piedras de sus callejones. Pero más allá de la Giralda y los paseos en calesa por el barrio de Santa Cruz, hay una Sevilla que los turistas apenas rozan. Hoy te contaré algunos trucos que solo conocen los más despiertos… o los más curiosos. Porque la mejor manera de descubrir la ciudad no siempre es con una guía en la mano, sino con los ojos bien abiertos y el corazón un poco rebelde.

 

Imagina esto: acabas de llegar a la estación y arrastras una maleta que parece tener dentro a la mismísima Isabel la Católica. Antes de lanzarte a caminar por el centro, ¿qué haces? Exacto: buscas una forma de librarte de ese peso. Aquí entra en juego el primer truco. Aunque muchos no lo saben, cerca de la estación de tren existe una opción muy útil: la consigna Santa Justa. Deja tus bultos, ponte unas zapatillas cómodas y prepárate, porque Sevilla no se entiende bien con las prisas, y mucho menos con el peso extra.

 

Ahora sí, vamos al grano. ¿Quieres tomarte una cerveza helada sin pagar el precio del turista? Evita las terrazas más obvias. Camina dos o tres calles más allá. En barrios como San Julián o San Lorenzo puedes encontrar bares donde una tapa aún viene con la bebida, y donde el camarero no te ofrece croquetas congeladas con acento inglés. Si ves a señores mayores hablando en voz alta y un cartel que dice "pescaíto frito" escrito con tiza, entra. Estás en el sitio correcto.

 

Otro truco: las colas del Alcázar. Sí, el palacio es impresionante, pero lo que nadie te dice es que puedes evitar la espera si reservas en línea en la web oficial y eliges una entrada combinada con el Cuarto Real Alto. Te costará un par de euros más, pero ahorrarás una hora de sol sevillano sobre tu cabeza. Y hablando de evitar el calor: los sevillanos huyen del centro entre las dos y las cinco de la tarde. Haz como ellos. Métete en una iglesia. No, no es broma. Las iglesias en Sevilla son frescas, gratuitas y están llenas de arte barroco que no figura en ningún top 10 de Instagram. La del Salvador, por ejemplo, es un espectáculo visual y mucho menos concurrida que la catedral.

 

¿Te interesan las vistas? Todos van al Metropol Parasol (las “Setas”), pero hay otro mirador gratuito que ofrece una vista inmejorable del casco antiguo: la terraza del Corte Inglés en la Plaza del Duque. Sube en ascensor hasta la última planta y pide un café. Desde ahí puedes ver cómo se funden los tejados con las torres y sentirte por unos minutos dueño de la ciudad.

 

Los turistas suelen quedarse en el centro histórico, sin saber que al otro lado del Guadalquivir hay un barrio que vibra con alma propia: Triana. Si cruzas el puente de Isabel II y te pierdes por sus calles, descubrirás una Sevilla más cruda, más auténtica. Aquí nacieron los grandes cantaores de flamenco y los alfareros que aún hoy cocinan sus piezas en hornos tradicionales. Camina por la calle Betis, pero cuando llegues al final, no regreses. Gira a la izquierda y verás el Callejón de la Inquisición. Allí, entre sombra y silencio, aún se siente el eco de historias que nadie cuenta en los tours.

 

Ahora, si tu viaje va con ritmo improvisado y tienes solo unas horas antes de partir, este es tu mapa secreto: deja tus pertenencias en la consigna Santa Justa, toma un autobús hasta el Prado de San Sebastián y, desde ahí, sigue este recorrido exprés:

 

  • Tómate un café en el patio interior del Hotel Alfonso XIII. No hace falta alojarte, y el lugar es pura belleza morisca.

 

  • Entra por la Puerta de Jerez hacia los Jardines de Murillo y busca el Callejón del Agua. Es una de las rutas más poéticas de la ciudad.

 

  • Sal por Santa Cruz, cruza la Plaza de la Alianza y busca la calle Mateos Gago: ahí puedes probar un montadito de pringá en cualquier bar que tenga más andaluces que turistas.

 

  • Si te queda tiempo, baja hasta la Fábrica de Tabacos (hoy Universidad), donde Carmen — sí, la de la ópera — trabajaba según cuenta la leyenda. La entrada es gratuita.

 

  • Regresa caminando por la Avenida de la Constitución y súbete al tranvía hasta San Bernardo. Desde allí, en menos de 10 minutos, estarás de vuelta en la estación.

 

Si has hecho todo esto en menos de tres horas, felicidades: ya formas parte de esa especie rara que realmente ha vivido Sevilla. No solo la ha visto, la ha sentido. Y es que esta ciudad tiene un ritmo propio, que no se entiende con mapas ni guías, sino con intuición, callejeo y un poco de descaro.

 

Sevilla no premia al turista que corre, sino al que se detiene. Al que se sienta en un banco a escuchar una guitarra lejana. Al que pregunta a un vecino y recibe una historia. Al que se atreve a mirar por una puerta entreabierta y encuentra un patio con buganvillas y ropa tendida. Porque al final, los mejores trucos no están en las listas ni en los blogs, están en la calle, esperando que alguien los descubra sin buscar.

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia
CAPTCHA

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.119

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.