De refranes, meses y romances
En contexto refranero. Es muy probable que en el ámbito de la lengua castellana o idioma español el refrán sea, por antonomasia, la paremia tradicional más representativa de la sabiduría popular; una de origen y uso popular, de autoría anónima y con intención didáctica, moral o, incluso, filosófica por qué no. Un dicho agudo y sentencioso que busca dejar enseñanzas/aprendizajes que las personas puedan seguir en ciertas situaciones de su vida, y que puede estar expresado en versos, o con rima, de manera que mantenga una forma invariable y fácil de recordar. Un término este de refrán del que no le he dicho: uno, etimológicamente, procede del francés refrain, “sentencia corta”; dos, ha conocido una gran difusión hasta el punto de llegar a desplazar al que algunos consideran sinónimo suyo junto a aforismo, el término proverbio. Que dicho sea de paso, para otros exégetas, está asociado en puridad, junto a los de adagio y máxima, a una paremia culta, sirvan de ejemplo los proverbios bíblicos u orientales. En cualquiera de los casos forman parte de la cultura y la sabiduría popular y estamos ante una afirmación, advertencia o consejo que nos propone un concepto cabal, agudo, oportuno, moral, incluso malicioso, cuando no se trata de una ocurrencia chistosa, que de todo hay en la viña del Señor. En este sentido me vienen a la mente los de ‘Más vale pájaro en mano que ciento volando’, para dar a entender que no debemos dejar escapar esa oportunidad o ‘Los pájaros disparando a las escopetas’, para referirse a una situación absurda donde se invierten los problemas.
De los meses y los refranes. Y dentro del mundo refranero destacan los relacionados con los meses, donde aparecen mencionados para referirse a la meteorología que no climatología; entre otros muchos de los que cuenta cada mes sirvan estos de botón de muestra: ‘Por enero, florece el romero’, ‘Febrero loco y marzo otro poco’ y ‘El sol de marzo da con mazo’, pues sabido es que la llegada de la primavera a últimos de mes hace que los rayos del sol sean más intensos. ‘En abril, aguas mil, y todas caben en un barril’, ‘Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo’, debido a la inestabilidad climática de estas fechas y ‘Cielo de junio, limpio como ninguno’. ‘En julio, el melón echa dulzor’, ‘Agosto con lluvia, cosecha segura’ y ‘En septiembre, a fin de mes, el calor vuelve otra vez’, algo que casi siempre se cumple con el llamado “veranillo de San Miguel”. ‘Octubre lluvioso, año copioso’, ‘A últimos de noviembre, coge tu oliva siempre’ y ‘En diciembre, se quitan las cañas y se asan castañas’, un fruto típico de la llegada del frío.
Incluso los combina: ‘Heladas de enero, nieves de febrero, neblinas de marzo, lluvias de abril, aires de mayo, sacan florido al año’, ‘Niebla de marzo, nieve en abril, sol de mayo: comida para el año’ o ‘Abril y mayo componen el año’, ya que de las lluvias y temperaturas de estos meses depende la abundancia de las cosechas. Y cogiendo por los pelos a este último mes, ‘Cuando marzo mayea, mayo marcea’ no aplicable este año dadas las bajas temperaturas y constantes lluvias durante marzo, indicativo de que el tiempo será bueno en mayo. Usted mismo. Sí, los meses son protagonistas de muchos refranes y a través de ellos se transmiten moralejas/conocimientos de generación en generación, perdurando así a lo largo del tiempo, aunque no siempre estén justificadas sus afirmaciones, pero esa es otra cuestión que dejaremos para mejor momento.
‘Romance del prisionero’. Si tiene cierta edad quizás le suene de los tiempos escolares, se incluye en el Cancionero musical de Palacio y es de la época de los Reyes Católicos, habiendo perdurado desde la Edad Media hasta hoy día sin que sepamos quien es su autor. Se trata de un clásico del Romancero viejo y una bellísima muestra de que en nuestra literatura, a veces, están indisolublemente unidos lo culto y lo popular. Lo está hasta el punto de que, según Menéndez Pidal, en vez de poesía “popular” habría que hablar de poesía “tradicional”, transmitida oralmente, con variantes. Y el motivo de traerlo a este negro sobre blanco es por mero oportunismo calendario, dado que este hermoso poema nos ofrece la voz de un prisionero en pleno mes de mayo, como así nos lo dice desde su primer verso, ‘Que por mayo era, por mayo’. Hermoso le decía y también misterioso pues además de desconocer quién fue su autor, hemos de añadir a ese anonimato el hecho de no saber quién nos habla, dónde se encuentra, ni por qué está preso. Sólo la circunstancia temporal del primer verso, ‘Que por mayo era, por mayo’, una alusión más que evidente a la plenitud de la primavera; también añade el poema que su único consuelo era el canto de una avecilla, a la que ha matado un ballestero, un dolor reduplicado. Un pajarillo que suele sobrevolar mis hombros mientras escribo me apunta que a las incógnitas anteriores tendría que añadir la circunstancia gramatical de que el poema comience con un “Que”, sintácticamente innecesario. Pues sí.
CONTACTO: carlosroquesanchez@gmail.com
FUENTE: Enroque de ciencia












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