'No deseo pertenecer a ningún club,...'
‘... que acepte como socio a alguien como yo’. Por motivos que no hacen al caso, y en medio de una conversación distendida, me vino a la memoria hace unos días la que no es más que una de las tantas frases célebres de quien es conocido como Groucho Marx (1890-1977) actor, humorista y escritor estadounidense, líder del grupo cómico los Hermanos Marx. Probablemente el histrión más influyente de todos los tiempos, cuyas sus frases han llegado hasta hoy a través de generaciones; una persistencia en el tiempo que ha hecho que no pocos acuñen para sí la expresión ‘Soy marxista, tendencia Groucho’ que, hasta donde sé, estaba escrita en el muro de Berlín siendo una, entre muchas, de las frases que cayeron y desaparecieron con su derribo el 9 noviembre 1989.
Para treinta y seis años nos contemplan desde entonces, pero a mi entender ésta tenía algo de especial, se me hace que era una especie de bello y magnífico homenaje a alguien de quien, este próximo agosto se cumplirán cuarenta y ocho años de su muerte. Y que fue mucho más que un cómico, Julius Henry Marx, “Groucho” Marx, casi medio siglo sin sonrisa inteligente, como quien dice.
Otros “sin”. Sin el acoso del más irreverente de los seductores. En la película ‘Una noche en Casablanca’, cuando le declara apasionadamente a una de las protagonistas que es la mujer más hermosa del mundo, y ella le pregunta si es cierto, Groucho replica: “No, pero no me importa mentir si con ello saco algo”. En otra ocasión, también espetó: “No piense mal de mí, señorita. Mi interés por usted es puramente sexual”. Sin la presencia del más infiel de los amantes. En ‘Un día en las carreras’, donde va detrás de casi todas las mujeres que encuentra, se defiende ante su prometida diciendo: “¿Que por qué estaba con esa mujer? Porque me recuerda a ti. De hecho, me recuerda a ti más que tú misma”; de él es la archiconocida: “¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?”. Sin los pensamientos del más cínico e insolente de los filósofos. De muestra estos botones filosóficos: “A quién va a creer, a mí o a sus propios ojos”. “No permitiré injusticias ni juego sucio, pero, si se pilla a alguien practicando la corrupción sin que yo reciba una comisión, lo pondremos contra la pared... ¡Y daremos la orden de disparar!”. “Estos son mis principios. Pero, si no le gustan, tengo otros”. “El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio... si puedes simular eso, lo has conseguido”.
Estotros “sin”. Sin el falso bigotudo más famoso del mundo. Julius copió de otro comediante el llevar un puro como apoyo de sus escenas y dijo que fue por casualidad como ideó su hilarante caminar. “Durante una representación, sentí ganas de divertirme y empecé a andar de una manera rara. La conservé porque al público le gustó”. Luego vinieron la levita, el enorme bigote pintado, las gafas y su nombre de guerra, Groucho, un apodo puesto por Art Fisher, quien decía que hablaba emitiendo gruñidos. En realidad, sin bigote, levita, gafas y andares Groucho no era reconocido por la gente, entonces sólo era Julius Henry Marx, un ciudadano muy parecido a los demás. Sin el sonido incansable del charlatán más verborreico. Entre sus perlas dialécticas: “La parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte ...”. “Bueno, el arte es el arte, ¿no es así? También, por otra parte, ¿el agua es el agua! Y el Este es el Este y el Oeste el Oeste, y si tomas arándanos y los conviertes en compota como la de manzanas, saben más parecido a las ciruelas que al ruibarbo. Ahora, uh... Ahora dime lo que sabes”. “No puedo decir que no estoy en desacuerdo contigo”.
Y, por supuesto, esotros. Sin toda una estrella del teatro. Llegó a decir: “No estoy seguro de cómo me convertí en comediante o actor cómico. Tal vez no lo sea. En cualquier caso, me he ganado la vida muy bien durante una serie de años haciéndome pasar por uno de ellos”. “He disfrutado mucho con esta obra de teatro... especialmente en el descanso”. Sin un ocurrente actor de radio y televisión (“Yo encuentro la televisión bastante educativa. Cuando alguien la enciende en casa, me marcho a otra habitación y leo un buen libro”). Y sin toda una leyenda del cine (“En esta industria, todos sabemos que detrás de un buen guionista hay siempre una gran mujer, y que detrás de ésta está su esposa”. “Nunca voy a ver películas donde el pecho del héroe es mayor que el de la heroína”).
Sin olvidar su faceta como escritor. De su ostrario particular: “Desde el momento en que cogí su libro hasta que lo solté no pude dejar de reír. Algún día pienso leerlo”. “Leer mi biografía es tan estúpido como escribirla”. “Fuera del perro, un libro es probablemente el mejor amigo del hombre. Y dentro del perro probablemente está demasiado oscuro para leer”.
Todo esto fue Groucho Marx, un genial cómico judío de principios del siglo pasado. Cuentan que, cuando le dijeron que en una piscina no admitían judíos comentó: “Mi hijo es medio judío, ¿puede meterse hasta las rodillas?”. Lo malo es que, entre su humor y nosotros, hay mucho sucedido como para que su fina e hiriente ironía sea aceptada y tolerada hoy. Es cierto que falleció a causa de una neumonía, que fue incinerado y que sus cenizas, tras ser robadas en 1982 las devolvieran la misma noche a las puertas del cercano Mount Sinai Memorial Park, siguen en el Eden Memorial Park (Mission Hills, California), Lo que es falso de toda falsedad es que su lápida contenga el epitafio «Disculpe que no me levante», como popularmente se repite. Otro día le cuento la historia. (¿Continuará?)
CONTACTO: carlosroquesanchez@gmail.com
FUENTE: Enroque de ciencia












Hermano Lobo | Lunes, 26 de Mayo de 2025 a las 17:33:43 horas
No veo qué tiene que ver el tocino con la velocidad.
Saludos
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