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Redacción 3
Miércoles, 07 de Mayo de 2025

Contra el perroflautismo

Que llamen a Tom Cruise

por Balsa Cirrito

[Img #255930]Creo que he hablado más de una vez de lo molestas que son las ideologías y de lo plastas que resultan las personas que las profesan. Todas las ideologías suenan a petardeo, y no perdono a ninguna. Porque una ideología es como tener unas gafas con los cristales amarillos con las cuales, claro está, el mundo se ve de color amarillo. Da igual lo que estemos mirando con ellas. Por ejemplo, un vaso de agua con esas gafas ideológicas a las que me refiero parecerá siempre un chupito de limoncello. Y si alguien llega y le dice al ideólogo: “pero, alma de Dios, ¿no ves que es un vaso de agua?”, este responderá muy seguro de sí: “no es agua ni de coña; y si a algunas personas les llega a parecer así es porque los malditos fascistas (o comunistas) nos quieren creer que es un vaso de agua en vez de un delicioso chupito de licor de limoncello”. Y lo más cachondo del caso es que si el ideólogo por un casual se bebe el vaso de agua no reconocerá que era un vaso de agua ni de coña, sino que gritará indignado: “¡putos ultraderechistas (o ultraizquierdistas) que le han echado un producto secreto que convierte el limoncello en agua! ¡Conspiración! ¡Conspiración!”.

                

El paso siguiente de los ideólogos más echados para delante es convertirse en activistas. Esto ya es más grave, porque el ideólogo a secas se limita a tragarse un maxiburger de ideas, que, aproximadamente, se quedan en sus cerebros y no atormentan demasiado a nadie. Pero el activista no. El activista es un coñazo de la leche por definición. El activista, por seguir la analogía de los cristales amarillos en las gafas, no se limita a ver el mundo del color del trigo en el mes de agosto, sino que quiere que todo el mundo diga que sí, que el universo es como el trigo en el mes de agosto, y llega tan lejos que se empeña en que las leyes digan que, efectivamente mundo es como el trigo en el mes de agosto, y que quien no lo vea así tendrá que pasar por la cárcel o pagar una multa (o, mucho mejor, las dos cosas a la vez). En fin, qué les voy a contar, es algo que vemos todos los días.

                

Por supuesto, hay ideologías de izquierdas y de derechas, pero, para no mentir, el rollo ideológico es mucho más propio de las izquierdas que de las derechas. Las derechas no tienen ideologías ni perro que les ladre, salvo algunas ideas muy generales y comunes. De hecho, entre ellos priman más las actitudes que las propias ideas. Un amigo mío dice siempre que la principal base de la derecha es el egoísmo. No estoy muy de acuerdo, pero los ultraderechistas de EEUU lo reconocen abiertamente, y defienden que lo que hace avanzar a la sociedad es la codicia.

                

En cambio la izquierda…, ¡guas!; la izquierda literalmente se revuelca en las ideologías, llevándolas casi siempre a extremos absurdos. Y es, entiendo, por culpa del citado activismo. El activismo convierte causas nobles (ecología, feminismo, antirracismo) en engendros irracionales que terminan por repeler incluso a la mayoría de los que defienden esos principios.

               

Para hacer historia, ¿habrá algo más noble que las ideas que defendía la Revolución Francesa? Libertad, igualdad, fraternidad... Pero los revolucionarios franceses, activistas modelo 1.1, cabalgando en esas ideas sobrepasaron con sus barbaridades a todo lo que hubieran cometido los reyes de Francia en muchos siglos, no solo con el Terror y la guillotina funcionando a su máxima producción, sino con todo un genocidio como el que practicaron en La Vandee, que causó cientos de miles de muertos.

                

Por eso tira mucho para atrás que el gobierno de España actúe no ya bajo el principio ideológico con unas gafas muy amarillas, sino con un prisma de activista cabezón. Y, por supuesto, me refiero al Gran Apagón. No tengo ni puñetera idea de qué lo causó, pero lo lógico sería mantener la mente abierta. A todos nos gustaría que las energías verdes fueran la solución a los problemas. Pero, ¿y si no lo son? No hay ninguna razón en el universo para que las energías ecológicas sean mejores o más eficientes que las energías que queman petroleo, carbón o uranio. Al universo se la sopla que lo peten las unas o las otras, por lo que habría que estudiar cuáles nos convienen y cuáles no, y eso, sin depender de una perspectiva ideológica como está ocurriendo ahora. O sea, si lo verde es bueno, pues mejor, pero si no lo es pues no lo es y nos fastidiamos. Pero parece que para los churris que no gobiernan esa es un misión imposible, misión imposible porque son incapaces de separar su faceta de activistas de su faceta de gobernantes. Con lo cual se me ocurre que las misiones imposibles las soluciona Ethan Hunt como todos sabemos. Ahí están Misión imposible, Misión imposible 2, Misión imposible 3, 4, 5, 6, 7… Un montón de misiones de la hostia que Ethan Hunt solucionaba. Por tanto, mi consejo es sencillo: Pedro Sánchez, ¡llama a Tom Cruise! Verás como se acaban los apagones.

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  • Tato

    Tato | Viernes, 16 de Mayo de 2025 a las 11:13:22 horas

    De quien de usted tal vez sea su color preferido el amarillo el de su ideología partidista pueblerina si lleva 40 años votando una ideología impuesta de que vas por la vida chaval dando clases de democracia liberal el régimen del 78

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  • Roteñ@@@

    Roteñ@@@ | Viernes, 09 de Mayo de 2025 a las 09:56:02 horas

    Como se nota que escribe en una seccción sobre el perroflautismo.
    No sea tan hipócrita porque el primero en contradecir todo lo que comenta es usted con su ideología de derechas! Y eso que los de izquierda lo utilizan más se lo habrá sacado de la manga porque la realidad es bien distinta.
    Vaya analagía limocellada demágoga que hace para argumentar algo que hacen todos los partidos. No sólo los de izquierda!
    No es usted un activista al escribir en una columna en contra del perroflautismo y exaltando a la derecha?
    LO suyo es puro teatro.

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  • MANUEL

    MANUEL | Miércoles, 07 de Mayo de 2025 a las 21:24:56 horas

    El problema de las ideologías es que parten del principio de que son ellos los receptores de la “verdad absoluta” y que hay que creer a base de mucha fe, como en la religión, a los dirigentes. En realidad su funcionamiento es muy parecido a esas mafias que se ven en las películas, sobretodo a la hora de votar. En teoría un diputado representa a la provincia por la que se presenta para defender los intereses de esa provincia y aunque el voto perjudique a la provincia por la que han sido elegidos, vota en contra de esos intereses. De hecho hay representantes que ni viven en esa provincia y son los que el partido ha decidido donde se tienen que presentar. A la hora de votar la “disciplina del voto” del partido se impone a los intereses de esa provincia, O sea que el partido es quién decide el voto y no los intereses de los que lo han votado. Y quién no sigue esta “dictadura del voto” del partido ya sabe que en las próximas elecciones se puede despedir de ese escaño y teniendo en cuenta que hay muchos diputados que solo tienen este “trabajo” la dictadura se impone.
    Y todo eso lo llaman “democracia representativa”. Mayor cinismo e hipocresía no hay. Del sectarismo se podría hablar en otra ocasión, que también da para mucho.

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