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Antonio Franco
Sábado, 19 de Abril de 2025

Altura de miras

[Img #254061]La esperanza de vida para los nacidos en el año 2024 es, según los expertos, de más de ochenta y seis años para las mujeres y algo más de ochenta y uno en el caso de los hombres. Pero existen unas tablas que marcan las esperanzas de vida según el año de nacimiento. Así, en 1959 las estadísticas daba una esperanza de vida de poco más de sesenta y seis años.


Si al leer estos datos no lo interpretas bien se puede reaccionar de dos maneras contrapuestas. Por un lado, te regocija porque te planteas que estas gozando de una prórroga en la esperanza de vida que la tabla te ha asignado. Por otro lado, te acojonas porque puedas llegar a pensar que tu fin está cerca.


Lo mejor es no plantear ninguna de las dos. Carpe diem, que dijo un tal Quinto Horacio Flaco.


Pero lo que no cabe duda es que tenemos una obsolescencia programada igual que los electrodomésticos de nuestro hogar. Se lo comentaba en mi última visita al dentista. Irremediablemente todos acabamos por ir perdiendo la dentadura que nos ha acompañado durante toda la vida a partir de la pérdida de los dientes de leche. Por muy cuidadosa que haya sido la higiene dental, a medida que se envejece los dientes se vuelven más delgados porque las encías se retraen.


Con la pérdida de audición ocurre otro tanto. La hipoacusia está programada. Los cambios en el oído interno nos hace oír cada vez peor con el paso del tiempo.


El sentido de la vista también se deteriora con el paso de los años. La vista se cansa, decimos coloquialmente. Echar mano a unas gafas que hagan aumentar el tamaño de las letras a la hora de leer y escribir es la solución. Ello sin dejar de lado que un día observas que crees ver mosquitos revoloteando a tu alrededor, cuando en realidad se trata de sombras que se proyectan en la retina debido a que el vítreo de los ojos se vuelve acuoso y se desorganiza.


Podríamos seguir enumerando achaques de la edad. Pero con estos ejemplos es suficiente. No incluimos otros males y pesares por no ser atribuibles sólo a la edad.


Con los datos en la mesa, la pirámide de población española es regresiva. Esto es, los nacimientos están adquiriendo parecidos parámetros a las defunciones, mientras que la población comprendida entre los cuarenta y cinco y los setenta y cinco años va aumentando. El dibujo del gráfico de la pirámide se parece a la silueta de un jarrón de boca y base angostas y ancho por el centro.


El análisis de todos estos datos refleja que las profesiones con mayores salidas son las de odontólogos, la de otorrinolaringólogo y la de oftalmólogo. Además de toda la industria relacionada con ellas. No nos olvidamos de los centros geriátricos ni, por supuesto, de las empresas funerarias. Como se sabe, estas últimas tienen una clientela fija y, por lo tanto, su negocio asegurado con o sin subida de aranceles.


La Política también analiza estos datos. Es conveniente conocer el perfil y la edad de los votantes para orientar (así debería ser) sus programas electorales a las necesidades del electorado no sólo aplicado a la actualidad sino con planteamientos a largo plazo. Uno de ellos, debe ser sobre todo la mejora de la Sanidad Pública y las medidas dirigidas a la protección de los mayores.


Pero la amplitud de miras no es precisamente una de las virtudes de ciertos estamentos políticos.


Como ha llovido suficiente, nos olvidamos de los años de sequía en lugar de prepararnos para el siguiente ciclo de falta de agua. Pues lo mismo.

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