De conversar con Dios para montar una exposición de pintura que estrenó el pasado agosto en el Castillo de Luna a través de la que quiso expresar lo que ambos se dijeron cuando nadie les oía, a un auditorio 'Alcalde Felipe Benítez' concurrido ante el que se ha abierto en canal como cofrade y roteño. Santiago Liaño Gutiérrez no es un creyente de medias tintas, se presentó con sus creencias y sus dudas, y aunque no siempre encuentre respuestas, persiste en la idea de que Dios siempre está en su vida, nunca lo abandona pese a que a veces no lo vea, sabe que es su razón verdadera, con quien llora, ríe  y hasta se enfada. Pero no hay dobleces. Es su "verso eterno". 

Por eso, este XL Pregón  de la Semana Santa de Rota para el que fue elegido por el Consejo Local de Hermandades y Cofradías, no podía haber cogido otro camino que ese, la sinceridad más absoluta a través de  un encuentro con Él, que todo lo sabe, que marca y guía los pasos de quien acude a diario a contarle sus inquietudes, sus tristezas, sus desvelos y sus alegrías.

En la noche de este sábado, como si de una charla más se tratara, hablándose de tú a tú en la más estricta intimidad y cercanía, el pregonero ha llevado al público de la mano hacia su corazón cofrade desde el que ha contado su particular procesión "que solo tiene fin en la Semana Santa de la vida". Siendo el quinto Liaño que se subía a un escenario a pregonar la Semana Santa de Rota, no podía más que empezar hablando de su familia, y en especial, de su abuelo Manuel Liaño, recientemente fallecido, segundo de una saga de pregoneros que abría en 1957 su tío bisabuelo Ignacio Liaño Pino, al que siguió su abuelo en 1966, tomó el testigo su tío Juan Antonio Liaño Pazos en 1989 y  continuó su primo Ignacio Liaño Bernal el año pasado. Hoy era el quinto, en realidad, aclaraba, el sexto, porque su padre, Jesús Liaño Pazos, se sumaba a esta lista al ser el encargado de presentarlo en esta noche. Lo hizo, como no puede hacer más que quien te da la vida y te enseña los primeros pasos en la fe, desde el corazón, el orgullo y la consciencia de la importancia de este día donde han echado mucho de menos a quien no hace ni tres semanas se marchó. Por eso, antes de comenzar todo, un padre nuestro por ese pregonero al que buscó mirando el cielo en esa misma mañana, y por Antonio Letrán, también fallecido en esos mismos días y pregonero igualmente de la Semana Santa de Rota.

"Gracias por tu ejemplo de creyente", le decía el padre al hijo que esperaba sentado en el escenario su turno, junto al presidente del Consejo Local de Hermandades y Cofradías, José Manuel Sánchez Peña, el tesorero del Consejo, Daniel Muñoz, la delegada de Cultura, Encarna Niño, el asistente eclesiástico, Santiago Gassín. Agradecido por la oportunidad, daba pinceladas del pregonero que es hermano de la Hermandad de los Dolores de Rota y la Veracruz de Sevilla; que en 2018 se fue a la India en busca de respuestas y a "encontrarse con Dios" en una etapa que acabó reafirmando la fe que ya desde niño apuntaba cuando insistentemente quería ver las procesiones. La familia les define, decía su presentador y por eso, tuvo cariñosas palabras para sus hermanos, sobrinos y sus padres en una cita que solo le traía buenos recuerdos. 

Al "artista de Dios", como  definió el padre al pregonero por su faceta creativa llena de referencias de fe, le deseó suerte en su pregón. El abrazo de relevo entre ambos para ceder la palabra, dejando para siempre sus nombres en la página cofrade que los dos escribían, dio comienzo a un paseo por Rota. No era uno cualquiera, era la recreación de uno de los tantos que Santiago Liaño tiene con Dios. Comenzó y terminó en la parroquia de Nuestra Señora de la O, pero en el camino, paró en la capilla de la Caridad, San Roque o la iglesia del Carmen. Estuvo en casa de su abuela Asunción, en la calle Santo Tomás donde le enseñó a Dios que se come el mejor puchero del mundo; en la de su abuelo Manolo en Isaac Peral, donde les esperaba cada año un festín tras la estación de penitencia; paró frente a la Cruz del Rompidillo, en el Arco de la Villa, en la plaza de España y en la plaza de Andalucía. Vio desde sus ojos de niño y joven cofrade a los titulares de cada una de las hermandades de la villa de Rota a los que entre versos y prosa demostró el manejo absoluto de la palabra salida del corazón. 

Amor y Esperanza, Salud y Caridad, Veracruz y Angustias, Amargura y Nazareno, Soledad y Cristo Yacente aparecieron en las distintas paradas que fue haciendo en este paseo roteño con Dios con quien conversó, a veces ausente y a veces presente, pero siempre latente. Encontrar de cara a cada uno de estos titulares en el camino le permitió al pregonero poner la parte más poética a un pregón muy reflexivo y que tuvo partes de emoción.  Especial apartado en estos encuentros tuvo el Cautivo, a quien conoció mejor de manos de su primo Mario Muñoz que hoy se sumaría por unos minutos a la puesta en escena de Santiago para hablar de ese Cautivo que cautiva, de Jesús que de niño menos conocía y al que su primo pedía que fuera luz, faro y guía de quien lo necesita. 

La virgen de los Dolores a la que acompaña en estación de penitencia cada Jueves Santo como guardiana de una tradición familiar de antaño fue la otra gran protagonista. Ante su "madre del cielo" que le regaló su padre desde pequeño, se postró el pregonero recordando cuando suena 'Campanilleros', cuando Dolores camina, se acerca a capilla y ve venir a la virgen de este roteño. Momentos de la infancia que se reforzaron en la adolescencia y permanecen en esa juventud que poco a poco va tornando a la madurez.

Santiago Liaño quería ser sincero y se sinceró en un pregón vertebrado por la pregunta clave, "¿Qué quieres de mí?" y la consecuente duda de si lo estará haciendo bien o qué se espera de él. Entre cavilaciones, búsqueda de respuestas y compromiso con sus creencias católicas, el pregonero fue dejando mensajes muy claros, porque así le gusta hablar de la fe, de forma honesta y sincera. 

El pregonero aprovechó su paseo y conversación con Dios, a quien a veces perdía en el camino y reencontraba en otro punto de Rota esperando sus anhelos, para poner freno a los cofrades de postín, a los que nunca se hacen preguntas sobre la existencia de Jesús, a los que no saben que llevar una vara es para ayudar a otros, a los que entienden la Semana Santa como un evento para hacer caja o llenar terrazas de bares. Santiago Liaño defendió el papel de las hermandades a las que pidió que no permitan que se haga apología contra la iglesia, que alcen la voz contra esos que dicen que creen en Dios pero no en la iglesia, "porque Dios es solo uno, es el que es" y al que le hayan explicado mal la historia habrá que explicársela de nuevo, añadía un reivindicativo pregonero que pidió trabajar juntos para pulir errores "porque igual llega el día que veamos el templo en ruinas". Los católicos "no somos una ONG", defendía, "no somos un comedor social", una agencia de colocación, ni los euros que generamos, "el catolicismo es un gran abrazo y los cofrades tienen que defenderlo" sabiendo que la cruz, "es el centro de la vida y representa el amor a Dios". 

Avanzando en su conversación íntima y reflexiva, veneró a su Veracruz y habló de su madre, la de la tierra y la del cielo, de sus recuerdos de infancia y de su pueblo, el que tiene iglesias, capillas y ermita, dos ayuntamientos, un baluarte y muchas pizzerías. Un pueblo con Rosario, arte y artistas, huerta, mar y castillo, y un espacio en el que encuentra su hogar y a Dios al que declaró su amor incondicional pese a haber experimentado su ausencia en una etapa en la que solo veía "luces parpadeantes". Santiago Liaño se pensó abandonado y ante la negativa de aceptar que se había marchado de su lado, puso 10.000 kilómetros de por medio en 2018. Se fue a la India, mintió asegurando que la llama de su amor seguía encendida, pero a veces, "las mentiras salvan verdades" y en esa travesía, volvió a encontrarse con Dios que en realidad, nunca lo había abandonado, reconociendo que era él el que no escuchaba que seguía ahí, como siempre.

El pregonero no quiso ocultar esa etapa para reivindicar que en la duda, también está la fe y en especial, desde su corazón roteño, en el Nazareno a quien se entregó como creador. 

Santiago Liaño reafirmó que Dios existe, que nunca pasa y nunca se va, que aunque se ha visto muchas veces buscándolo, sabe que siempre permanece, por eso, en el tramo final de su pregón, con el que escenificó su particular procesión en la que al final el hijo resucita, animó a soltar la capa, a ser libres, apretar el cinturón de esparto y mantener el cirio encendido aunque el viento venga contrario. Pidió no esconderse tras un antifaz, ser sinceros, reír, llorar y vivir de verdad porque no hay nada más sincero que el amor verdadero de un pueblo al Dios que se hace eterno.

El auditorio se puso en pie para aplaudir a un pregonero que tras hora y media, se dejó poco en el tintero. Su mensaje de fe fue completo desde la mirada de quien no esconde el amor profundo hacia quien marca su rumbo.

El acto terminó con la interpretación de una nueva marcha procesional y los himnos de Andalucía y España a cargo de la banda municipal 'Maestro Enrique Galán'.