Se ha celebrado en Rota la Gala de los premios Carmen Calvo. Vaya por delante que dentro del mundo del feminismo actual, no es Carmen Calvo de las que más miedo me da, aunque, por supuesto, vive entre las nubes de su fantasía morada, flotando entre brumas de agravios y de heteropatriarcado. ¡Qué tierna!
    

Entiendo que para muchas personas resulte difícil adaptarse a los tiempos, pero alguien debe decirle a las neofeministas que son unas antiguas, que hablan de una sociedad que por fortuna ya no existe. Las violetis suelen afirmar muy serias que buscan la igualdad, pero es una mentira tan grande como el ego de Kim Jong-Un. Por supuesto, no acudí a la gala, pero, según la crónica de este periódico, lo más repetido fue lo de “amenaza a los derechos conquistados”. ¿Qué amenaza, santo cielo? Da la sensación de que, a falta de reivindicaciones reales, tengan que escudarse con una fantasmal conspiración que busca arrebatar los derechos a las mujeres para seguir en el candelabro.
    

Pero es que no se creen ni ellas. Creo que ha llegado - y muy de sobra – el momento de decir basta a esta cruzada autoritaria, totalitaria y divisionaria que es el feminismo de nuestros días. El narcofeminismo provoca situaciones de auténtico apartheid contra los hombres. Yo me imagino a los dirigentes afrikaaners de la República Sudafricana en 1989 clamando por los derechos de los blancos “que los negros quieren arrebatarnos”, y lo veo como un calco de la España contemporánea, con mujeres que se quejan de que hay quien no está de acuerdo con sus privilegios.
    

Porque hemos llegado a un absurdo casi masticable. Tenemos leyes que literalmente proclaman que los hombres son malos y las mujeres son buenas. Así de igualitarias se muestran las violetis. El testimonio de una mujer en un juzgado vale más que el de un hombre, y si una mujer insulta en público a un hombre no pasa nada, pero si es el hombre el que insulta a la mujer duerme en la cárcel. Se ha llegado a decir, rectifico, se dice constantemente que las mujeres no mienten en un proceso legal de violencia (me resisto a llamarla “de género”), lo cual me parece un insulto sobre todo para ellas, para las mujeres, porque se las presenta como unas lilas pavisosas que siempre dicen la verdad y van de buena fe como quien acude a comulgar. ¿Las mujeres? ¿Las mujeres españolas? Están de coña, ¿verdad?
    

Tenemos un sinfín de leyes y normas que perjudican a los hombres. Tenemos un ministerio de la Igualdad que elabora vídeos y propagandas que presentan a los machos como pegahostias inmisericordes, animales que solo tienen axilas, que olfatean vaginas como los cerdos las trufas, y que supuran semen como si fueran mocos. Tenemos dirigentes políticas de encefalograma poco ondulado que dicen continuamente cosas como que “todos los hombres son violadores en potencia” y consignas similares, y que no reciben ni una advertencia, pese a que tal consigna sea un ejemplo flagrante de esa ley (tan absurda en mi opinión) que es la del delito de odio.
    

Cualquier campo donde las mujeres no sean mayoría se interpreta como indicio de discriminación. Como hay pocas mujeres ingenieras, por ejemplo, se prima con becas especiales a las mujeres que cursen esa carrera. Sin embargo, en la última promoción de jueces las mujeres eran un 75% frente a un 25% de hombres, y a nadie parece preocupar tan descomunal diferencia. En los colegios e institutos todas las semanas se programa algún acto o actividad contra la violencia de género, ya que hay que defender a las indefensas palomitas femeninas, siempre en peligro. El hecho de que las posibilidades de que muera un hombre de forma violenta sea entre 15 y 20 veces superior a la de una mujer no parece preocupar a nadie, porque, como todos sabemos, los hombres son muy burros, y son capaces de violar a una mujer hasta después de muertos. Las cifras de suicidios, de fracaso escolar, de presos en las cárceles, de asesinados, de personas con problemas mentales, de muertes precoces, de personas sin techo, a las que hay que añadir una esperanza de vida bastante menor, son todas masculinas, pero nadie entre quienes manejan el poder en España parece que considere el asunto como preocupante; total, solo son hombres. Pero si fueran mujeres se hablaría de guerra civil. Hay una frase que me parece especialmente irritante por parte de las narcofemis. Aquella de “nos matan por ser mujeres”. ¡Santo Dios! ¿Se meten algo antes de decir semejantes disparates? ¿Son muñecas de una Irene Montero ventrílocua? ¿Es Jennifer Hermoso candidata al premio Nobel de Física? Iba a detenerme en explicar lo ridícula que resulta la aseveración, pero, pensándolo mejor, paso.
    

Hablan las violetis de brecha salarial. Tengo mis dudas, porque según la fuente que consulte las cifras pueden llegar a ser muy diferentes, pero si así fuera, lo mismo tiene algo que ver con que el 90% de los accidentes laborales mortales son de hombres, lo cual justificaría, digo yo, que estuvieran mejor pagados. Pero, encima de todo, es falso, ya que si se toma profesión por profesión, la manoseada brecha salarial desaparece. Pero, claro, miren la lista de los trabajos más peligrosos, anden, miren, y son trabajos de los que las mujeres huyen como de un mal novio. ¿Hay muchas mujeres trabajando en altura? ¿Cuántas marineras vemos? ¿Abundan las albañilas? ¿Están las minas llenas de mujeres? ¿En las plataformas petrolíferas no hay buzos sino buzas? A cambio, en los informativos de RTVE el 80% de los presentadores son tías, que ser presentadora es mucho más cuqui que ser minera, dónde va a parar.
    

A mi entender, el único problema real que pueden esgrimir las mujeres, frente a varias docenas por parte de los hombres, es el de la conciliación laboral con la maternidad. Las mujeres dan a luz, los hombres no, y compatibilizar esa circunstancia con una vida profesional no siempre es fácil. Ahí me callo.
    

Pero, ¿saben qué es lo peor de todo? Pues, como decía al principio, el talante autoritario de las violetis. El odio que profesan a quien no les siga la corriente. La palabra machirulo no se les va  de la boca, y a cualquiera que las contradiga o que tenga una opinión diferente le cae la del kraken. Se le llama de todo, se pide que se le encierre y que se decrete su muerte civil. Y, por supuesto, se trata de impedir que puedan expresar sus opiniones en los medios de comunicación. A esto creo que le llaman diversidad. Por las que hilas.
    

En fin, termino. Sospecho que a más de una y de uno se le ha ocurrido un torrente de dicterios, que no de argumentos, en contra de lo que expongo. No pretendo ser arrogante, pero los voy a callar con un simple clic. Pulsen el enlace que pongo abajo, elaborado por cierto por un expodemita. Son 500 leyes y medidas discriminatorias contra los hombres, y aparecen con su correspondiente link al documento oficial pertinente. Las hay de todo tipo, desde subvenciones para hacer películas con preferencia para las mujeres, a ayudas (solo para féminas) en el examen de conducir, pasando por bonos al emprendimiento exclusivas para quienes tengan cromosomas xx (o sea, las tías). Ahí va el enlace: https://diferenciaslegaleshombremujerenespana.law.blog/