Mercedes Prados exalta una Madrugá que vive plena desde niña y que florece en su edad más adulta
Mercedes Prados Alcedo ha abierto en la noche de este sábado su corazón en canal para dejar pasar los sentimientos y vivencias más profundas recordando a aquella niña, "hija del Nazareno" que hoy es la adulta saetera que canta en su sermón de pasión cada Madrugá.
Para esta roteña, que vive la intensidad de la fe morada desde que tenía corta edad gracias a la influencia de una familia muy nazarena en la que se ha criado, esta XI Exaltación de la Madrugá que ha protagonizado era mucho más que hablar de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Para ella, ha sido un viaje al pasado recordando pasajes familiares de su abuela, que no podía pasar una Madrugá sin ver al Señor de Rota hasta el límite de acabar algo perdida en su búsqueda al salirse del perímetro de su casa; de su madre, que la crió en la fe llamándola cada madrugada para que no se perdiera el paso de Jesús por la calle Calvario; de su padre, que fue saetero hasta sus últimos días, realizando estas plegarias cantadas en su estación de penitencia; y de ella mismo junto a su marido José Manuel.
Ha sido su esposo precisamente, en el que este sábado, ante una iglesia de Nuestra Señora de la O llena de fieles y cofrades, la ha presentado como exaltadora. Una mujer sencilla, de firmes convicciones, educada en la devoción al Nazareno y la Amargura, compartiendo fe en el Cautivo y la virgen del Rocío, y aunque por algún momento de su vida dudosa en su relación con Jesús, finalmente, convencida de que nunca llegó a separarse en ese trance.
Mercedes Prados se ha presentado de forma sencilla, pidiendo serenidad para el desempeño de un papel que cuando se lo propusieron tomó a chiste, pero con la responsabilidad de saber que exaltar la madrugada en la que sale su Señor de Rota, será un nuevo punto que marque su vida cofrade.
Esta roteña que desde hace 38 años canta el Ángel en el Sermón de Pasión que antes se celebraba en la plaza de España y ahora en la plaza Bartolomé Pérez junto a otros saeteros, es la misma que se reconoce "hija del Nazareno" y no hermana, y la que desde lo más adentro de sus entrañas "una parte de mí de la que solo forma parte Dios y mi hijo", ha mostrado su devoción más pura al contar qué es para ella la noche de Jesús.
Con voz pausada, intercalando con su afinado timbre alguna saeta, Mercedes Prados ha reconocido que en su familia, pese a la vida dura de su abuela y su madre y a otras experiencias, nunca se ha dudado de la fe en el Nazareno que hoy la llevaba exaltarlo como su guía. En su familia, la relación con la fe morada se expresa de muchas formas, como penitente, costalero, músico, contraguía, aguador o saetero, por eso, en esa galería de sus recuerdos en la que ha buceado en estos días para compartir con los presentes sus sentimientos, no le ha costado recuperar estampas relacionadas. La exaltadora volvía a ver a su padre cantar una saeta, se ha visto con él participando en el Sermón de Pasión, ha visto a su madre en cada Madrugá con 92 años e incluso se ha recordado en un tiempo de preguntas y dudas que en realidad, quedaban disipadas cuando se acercaba a Jesús Nazareno al que en el fondo, siempre ha tenido más adentro de lo que creía.
Su exaltación ha sido una saeta de la niña que con el tiempo se ha visto afortunada cuando se asomaba a su azotea para ver a Madrugá y la larga fila de hermanos y de mayor, forma parte de esa estación en la que cuanto canta al Ángel y esa "maldita sentencia" su corazón se estremece.
Mercedes Prados Alcedo ha tenido momentos poéticos dedicados a Jesús y a la Amargura a la que, como madre, confesó su sufrimiento con la pérdida de un pequeño ángel al que se llevaron demasiado pronto, pero también la felicidad de "un moraito pequeño", su hijo, que ya es un hombre noble y al que echa de menos por la distancia. Entre madres se han hablado hasta llegar a la noche de pasión, la noche de Jesús, que ha revivido desde su inicio saliendo de la O hasta que, con los rayos de sol, amanece en Viernes Santo tras haber bendecido a un pueblo al que ha pedido que no abandone.
Cuando la Madrugá ya termina y comienza a ser un sueño, la exaltadora se pregunta si es el final o el comienzo, y con esa reflexión en el aire, poniendo al Nazareno en el centro como luz y faro, ha terminado una exaltación plagada de emoción.
Como siempre, la banda de música de la Hermandad del Nazareno ha estado presente en esta Exaltación de la Madrugá con la interpretación de varias marchas procesionales, acercando así el camino a una cuenta atrás más que esperada.


















































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