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Sábado, 03 de Diciembre de 2011

Juan Manuel Montes

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JOSÉ SANTAMARÍA REYES, "MOLINA EL CAPAÓ"


  
  

  

Cuando la frontera de los 90 años se acerca a su vida, José Santamaría  “Molina el capaó”,  nos abre sus puertas de par en par para conocer su biografía y sus vivencias después de una dilatada vida laboral llena de momentos emotivos y no exentos de penurias económicas.

Afincado en el pago del Brosque, junto a la parcela de Paco Andica, tiene un terreno agrícola-mayeta, llena de árboles frutales. Unos  espacios enmarcados en el mundo de la mayetería  donde la siembra de tomates, pimientos, calabazas, berenjenas, etc... hacen de su vida diaria un lugar de relax y continuidad a sus años de jubilación.
 
Con sombrero de paja, zapatillas deportivas, camisa semi-abotonada y una sonrisa de oreja a oreja, nos abre las puertas de su coqueto campo sabiendo de nuestra presencia y donde el contenido audiovisual y escrito había de estar alrededor de su vida y de los suyos, su esposa e hijos, sus padres y hermanos, sus tareas laborales  en diversos lugares hasta terminar su etapa laboral en su parcela donde disfruta de lo lindo cada día del año.

[Img #10775]Nos cuenta sentado en una silla y recostado junto a los palos que forman la fachada que su primer trabajo era de guarda de vacas, ganando pocas pesetillas, aunque siguió en estas tareas hasta marcharse al  servicio militar donde adentrado en la astucia y picaresca casi pasa desapercibido por aquello de pasar más tiempo de ocio que de servicio a la real patria. Nos contaba con su sonrisa habitual, cada momento vivido hasta volver a casa y comenzar a fraguarse una nueva vida donde conoció a su esposa, Josefa, en la calle Charco como cualquier chiquillo de la época porque ese era el hábitat natural del ligoteo del momento.
Tuvo que engañar a otro que ya se ligó a su esposa para con la picaresca, volver a reencontrarse con ella hasta nuestros días con la que es madre de sus hijos y la mujer que lleno de felicidad su hogar.

Ni que decir tiene que su primer hogar después del matrimonio  fue la casa del campo  aunque hemos de decir que se casó en la Parroquia de Nuestra Señora de la O, oficiando la ceremonia el cura don Cristóbal Escribano Oliva, complicada tarea aquella de casarse ante el más exigente de los curas de la época. La primera noche de bodas las pasaron cada uno en sus parcelas, de viaje de novios nada de nada, ante la crisis económica. En aquellos tiempos poca gente tenían de sobra como para obtener la virtud de disfrutar noches de novios fuera de la localidad.

Su bondad, su manera de concebir la vida, nos hace disfrutar de un ser querido por sus todos y cada uno de sus familiares. Durante la entrevista hablamos de aquello de "Molina el Capaó" y nos narraba cosas interesantes hasta resumir lo de "capaó" por aquello de capar cochinos siendo contratado por campesinos para llevar a cabo esta tarea. Después del servicio militar se coloca en la Base Naval de Rota en Obras Públicas con Francisco Real  Merino, “Paco Real”, realizando diversas tareas, entre ellas,  la  de proyectar el cine de verano al aire libre.

Tras su jubilación, José a sus casi 90 años de edad, viaja cada mañana en sus escueto coche de aquellos de los “casi sin carnet” ayudándose en el desplazamiento y con ell,o no pasar el frio matinal en otro tipo de vehículos.

En su parcela tiene gallinas ponedoras, todo tipo de sembrados mayetos, vendiendo sus productos a aquellos que se acercan a su parcela además de todo tipo de árboles frutales mimados, trabados y elaborados para sus frutos sean exquisitos.  Durante el año disfruta de cada evento de la localidad además de la Semana Santa donde no se pierde ni un año la salida de Nuestro Padre Jesús al cual le tiene sobrada fe.
 
Dentro de ese jardín floral que posee destaca las plantas cuidadas  que mima de manera sin igual  oliendo esos claveles y  rosas  a un jardín perfumado.  Fruto de su matrimonio tiene 7 hijos, nietos etc... Su felicidad es manifiesta, hoy viene a este escueto rincón de la escritura  para dar a conocer pequeñas pinceladas de su trayectoria laboral y humana, sin cortarse ni un ápice en cada comentario ofrecido y sin perder la sonrisa de quien se sabe haber vivido durante varias  primaveras repleto de salud y con una entrega y tesón fuera de toda duda.

José, perdón “Molina el Capaó” nos abrió su parcela de par en par y desde estas líneas escritas le agradecemos su sinceridad, honestidad y buen hacer para con los demás.
Gracias José por todo y desearte unas espuertas llenas de salud y felicidad familiar cuando estamos casi a las puertas de una nueva Navidad.


                                                                                                                                              Mondel



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