Donal Trump se ha empeñado en crear un nuevo orden mundial. Con su victoria en las elecciones presidenciales de su país se cree el amo del Mundo. Ha impuesto, o va a imponer según amenaza un día sí y otro también, aranceles a todos los países. Ha iniciado, o pretende iniciar, una guerra comercial contra todos.

Ya le han recordado que en esta guerra arancelaria no gana nadie, todos pierden.

¿Todos? Hay que matizar que unos más que otros.

Según las estadísticas, China es el país con mayor superávit comercial de todo el planeta. En otras palabras, el gigante asiático vende más que compra al resto de países. Además con mucha diferencia. Por lo tanto, China no se verá afectada por esa política “proteccionista” de  la Administración Trump como lo puedan estar el resto de países.

En otros asuntos, la prepotencia del Presidente estadounidense le ha llevado a negociar directamente con Putin, el mandatario ruso, el fin de la guerra con Ucrania. Directamente sin contar con el país invadido. Por supuesto, tampoco con la Unión Europea.

Europa supone un estorbo para el ideario político de Donald Trump en muchos sentidos. Por una parte, trata de ningunear a los países europeos y, por otra parte, les exige mayor aportación en el presupuesto de la OTAN.
Ignoro el acuerdo al que habrán llegado Trump y Putin con respecto a Ucrania cuando este artículo se haya publicado. En el momento de su redacción, Rusia pretende quedarse con los territorios ucranianos invadidos y que fueron el detonante de la actual guerra. Si eso es así, los ucranianos y el resto de países europeos se preguntarán de qué habrán servido tantos sacrificios, tantas vidas humanas perdidas durante el conflicto en estos tres años.

Los mandatarios europeos comienzan a cuestionarse el papel de Europa dentro de la OTAN.

También le han salido respondones algunos países árabes respecto a los planes de expulsar de Gaza a toda la población y que esta sea acogida (como refugiados supongo) por Jordania y Egipto. Recordemos que Hitler también comenzó expulsado a los judío alemanes, lo que provocó entonces una emergencia sanitaria. Sigamos recordando que el enorme aumento del número de judíos desplazados impulsó al entonces Presidente de los Estados Unidos, Roosevelt, a celebrar una conferencia en Francia, en 1938, sobre la cuestión de los refugiados para que la comunidad internacional tratara dicha emergencia y adoptara medidas al respecto. ¿No se parecen ambos hechos con los papeles cambiado? Cuando Voltaire escribió que “la Política consiste en hombres sin inteligencia que dirigen a hombres sin memoria”, tenía mucha razón. Al menos en el caso que nos ocupa. A la población judía que no pudo salir de los territorios alemanes ya sabemos que le pasó.

De la adquisición de Groenlandia no se ha vuelto a saber nada. Desde que la Primera Ministra de Dinamarca parase los pies al mandamás estadounidense no se ha vuelto a oír nada más sobre el asunto.

Lo de Panamá es otro tema pendiente. Veremos lo que da de sí.

No me queda claro si el pasado 9 de febrero se celebró en EEUU el día del Golfo de América en su acepción popular o en su sentido geográfico. Imagínome que se referirá al cambio de nomenclatura del Golfo de México al que Donald Trump ha rebautizado con el nombre de su país. Y es que la personalidad de este individuo puede hacer confundir el significado del vocablo “golfo”. En castellano, hampón y bravucón son sinónimos de golfo. Y ambas acepciones encajan en el perfil del personaje.