Balsa Cirrito
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LA LEYENDA NEGRA, EL DOPING Y EL EVEREST
Podríamos decir que España no tiene suerte (y no me refiero ahora a la victoria de Rajoy ni a lo mal que le sienta el bigote a Vicente del Bosque). Pocos países del mundo poseen tan mala imagen histórica y peor prensa. No hay más que ver que cuando un escritor extranjero escribe sobre cualquiera de los aspectos de, digamos, las colonizaciones españolas, sus comentarios son negativos. Siempre son negativos. Sin embargo, cuando los colonizadores son los ingleses, la cosa cambia.
Y no sólo en los libros. En el cine no se han hecho demasiadas películas sobre el imperio español, pero, cuando las hay, son del tipo de La misión. Es decir, los españoles aparecen como unos hijos de puta. Vale. Puede que lo seamos. La cuestión es que cuando los dominadores son los ingleses, me salen en las películas unos pavos muy elegantes, muy dignos y muy valientes, que con su ejemplo dignifican a los desgraciados hindúes o africanos. Algo del estilo de Las cuatro plumas, Kartum o Tres lanceros bengalíes. En estas pelis, los ingleses llevan unos uniformes tan chulos que uno no entiende como esos infelices del Tercer Mundo de las narices se pueden oponer a la reina Victoria of Britain.
Vale, peor es ser moro, sudamericano o negro, cuya imagen ya no es que sea mala, es que es abominable. Pero dentro de los países de Europa (o sea, los que cuentan) nadie está peor visto, salvo los nazis (aunque a estos también les ponen en el cine unos uniformes y unas banderas chulos que te mueres).
Y pregunto yo: ¿por qué? ¿Qué hemos hecho? ¿A santo de qué nos odian? ¿Quién recorta el bigote a Del Bosque? Y como nadie me responde, añado luego: ¿estamos hablando de una historia superada o la mandanga continúa en el presente?
Pues es curioso, pero yo juraría que la cosa sigue. Algo así como que cada uno tiene asignado un papel en el mundo. Los franceses son refinados, los italianos divertidos, los alemanes sólidos, los ingleses aristocráticos y los españoles unos cabrones. ¿Lo dudan? Pues no deberían. Los mayores triunfos modernos de España no se hallan desgraciadamente en la ciencia o en la cultura, sino en el deporte. Y cada vez que se produce uno de éstos, nos acusan de tramposos y de dopados. Es nuestro sino.
Y se me ocurre que ya que piensan que los españoles somos unos cabrones, deberíamos comportarnos como tales; total, el cartel ya lo tenemos. Aznar (y por una vez, aunque no lo parezca, lo estoy elogiando) bien que lo entendió, y durante su mandato nuestra fama cabronística alcanzó las mayores cumbres desde los tiempos de Felipe II. Como quien dice, el Everest de la cabronidad. Pues nada, juraría que vamos a comenzar a escalar.












por curiosidad | Lunes, 28 de Noviembre de 2011 a las 08:53:32 horas
A mi me importa más ser como soy y que se jo...con lo que piensan de mi...que ser como ellos quieren y jod...yo
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