Contra el perroflautismo
El test del psicópata
por Balsa Cirrito
Alguna vez he planteado a mis alumnos el llamado Test del psicópata. Se trata de un test fácil, porque solo tiene una pregunta, y que podríamos enunciar de la siguiente manera.
Situémonos. Estamos en un funeral. Dos hermanas le dan el último adiós a su madre. De pronto, cada una por su lado descubre a un individuo guapísimo. Un chupinazo varonil, vamos: hermoso, elegante, bien formado… Las dos hermanas están fascinadas, pero ninguna de ellas ha visto nunca al maromo. No saben quién es. Jamás se han topado con hombre tan encantador. Ignoran hasta cómo se llama. Después del entierro de la madre, justo una semana más tarde, una de las hermanas mata a la otra. La pregunta para detectar al psicópata llega entonces: ¿por qué razón asesina una hermana a otra? ¿Eh? ¿Por qué?
Les dejo un segundo para que lo piensen (aunque si aciertan han perdido: serán ustedes psicópatas en potencia).
La respuesta es que una hermana mata a otra para volver a ver al bigardo macizote. (¡Guau!) Esta pregunta detecta a los psicópatas porque a una persona normal no se le pasa por la cabeza semejante solución a un problema. No entra dentro de su catálogo de las opciones posibles.
Siempre he pensado que Donald Trump adivinaría la respuesta, que su cabeza funciona así.
Fíjense por ejemplo su postura frente a Groenlandia. Al próximo primer mandatario estadounidense se le ha metido entre ceja y trasplante capilar que el inmenso territorio es fundamental para la seguridad de su país. Y la solución que propone es anexionarlo. Le da igual que Groenlandia pertenezca a una nación aliada de EEUU como es Dinamarca. Cabe pensar, ¿si trata así a los países amigos, qué hará con los enemigos?
La victoria de Trump creo que no hizo gracia en España a casi nadie. A la izquierda, desde luego que no. Y a la derecha tampoco. Solo algunos sectores de la derecha radical parecen haber acogido con simpatía la victoria del político pelirrojo, curiosamente, los más patrióticos. (Por supuesto me pregunto cómo se puede ser patriota hispano-español y estar a favor del marido de Melania).
Porque el Trump de las narices puede causarnos mucho daño. A nosotros y a toda Europa. Dicen algunos que en su anterior mandato no inició ninguna guerra ni organizó ataque militar alguno, lo cual tampoco es absolutamente cierto, pero, en todo caso, se trata – de lejos - del presidente americano más imperialista que he conocido. Trump trata a sus aliados aproximadamente de la misma manera que la extinta URSS trataba a sus países satélites, lo cual entonces podía ser más comprensible, porque todos esos eran países mierdecillas. Pero Europa Occidental, amigo, Europa Occidental es otra cosa. Ahí nos encontramos las naciones que han forjado la historia del mundo; léase Italia, Alemania, Francia, Inglaterra y España, y no chascarrillos como Bulgaria, Moldavia o Estonia.
Sin embargo el presidente de EEUU, el tío que parece haberse frotado la cabeza contra la fachada del Teatro Falla y que por eso se le quedó de ese color, amenaza a sus aliados por no comprar suficientes productos americanos. Su puñetera madre, ¿que no compramos suficientes productos americanos nos va a decir? ¿No será que EEUU no compra suficientes productos españoles?
Y lo peor es que amenaza para conseguir sus fines. Nos chulea, nos vacila y trata de amedrentarnos, creyendo que somos como el expresidente de Méjico, López Obrador, que nos fanfarroneaba mucho a los españoles pero le lamía las posaderas al pelirrojo golpista de los EEUU pese a que los trataba a puntapiés.
Durante su anterior mandato Trump quería obligar a Europa a gastar un 2% del presupuesto de los estados en defensa (cosa que España no hizo). Ahora se ha venido arriba, porque dice que tenemos que gastar no un 2, qué va, sino un 5% del presupuesto en armamento, armamento que, desde luego, espera que les compremos a ellos.
Y es que Trump no es ni siquiera de derechas, es trumpista. Fíjense que contraviene una de las máximas del liberalismo derechista como es el horror al proteccionismo. Lo dije más arriba, es el presidente más imperialista que he conocido. Pero no de EEUU, de todo el redondo mundo (si exceptuamos, claro está, al rey de Marruecos). Nunca he visto a un mandatario de ninguna nación empeñado en obligar a otras naciones, ni amenazar a sus amigos de esta manera.
No sé, no soy economista, ni entiendo sobre el particular mucho más de lo que leo sobre esta materia en la prensa, que no es poco, pero me huelo recesión por su culpa. ¿Qué debemos hacer, por tanto, los europeos? Pues está claro: unirnos, dejarnos de perroflauticidades dos mil treinteras y atender a nuestro interés. Nos jugamos mucho y Europa, como dijo con feliz frase Josep Borrell, es la sal de la tierra.
En fin, el día 20 de enero este tío sube al poder. No creo que ninguno de mis lectores lo conozca personalmente, aunque nunca se sabe. Si por una casualidad extremadamente improbable alguien tuviera relación con él, le pido un favor: que le haga la encuesta del principio, que verá lo que sale.
PD. He mencionado de pasada la agenda 2030, y, ya que estamos, debo decir que estoy hasta el gorro de Papá Noel que llevo puesto de que cuando se hable de ella, tantos los que están a favor como los que están en contra, hagan el más espantoso de los ridículos diciendo “agenda veinte treinta”. ¿Qué merda/merde es eso de veinte treinta? En español se dice dos mil treinta, repito, dos mil treinta, que es como mencionamos los años. Lo contrario es un anglicismo inútil, innecesario y paleto. Muy paleto.

































Seneca | Viernes, 03 de Enero de 2025 a las 14:01:07 horas
Maldita la gracia que me hace Trump, pero es que menos me la hace Putin y a ese señor usted parece no ponerlo a parir.. se le nota la doble vara de medir descaradamente Señor Balsa, esa superioridad moral de la izquierda si es que existió alguna vez hoy brilla por su ausencia y no me venga otra vez con el cuento de que los hijos de Putin ahora son de derechas.
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