El escritor italiano Primo Levi dijo que “cada tiempo tiene su propio fascismo”. Nosotros estamos contemplando el resurgir de ese lobo disfrazado de demócrata.  

El fascismo se nutre del cabreo del personal. La gente no se para a analizar lo que propone la extrema derecha. Simplemente escucha su discurso y lo siguen porque está muy enfadada y los voceros fascistas se encargan con sus ladridos de atraerse al personal. Aunque en realidad no ofrecen soluciones a nada de lo que importa a la ciudadanía.  

Tanto la derecha como la extrema derecha no hablan de Economía porque los datos silencian sus bocas. Pero que la Economía, con mayúsculas, obtenga buena nota por parte de los Organismos Oficiales Internacionales ello no quiere decir que el riesgo de pobreza vaya a la baja, todo lo contrario. Y esos datos SÍ deberían ser preocupantes.

La extrema derecha anda enviando bulos, falsos mensajes, sobre la emigración. No hablan de otra cosa. Mientras que sus primos de la derecha basan su oposición en los posibles casos judiciales que cercan al PSOE. Más allá de eso, tampoco ofrecen nada.

Mientras tanto, siguen llegando cayucos y  pateras repletos de personas que huyen de las guerras, del hambre, de la miseria,  arribando a nuestras costas. Siguen arrinconados en el olvido los saharauis refugiados en una parte del desierto argelino, en Tinduf. La soledad de nuestro abandono es aún peor que las dramáticas e insoportables condiciones del desierto. Israel masacra al Pueblo Palestino y lo hace, dicen, en defensa propia. Los gobiernos del Mundo miran para otro lado para no ver la muerte de niños indefensos que tuvieron la mala fortuna de nacer en “la Tierra Prometida de los hijos de Abraham”.

Más próximo a nosotros, los jóvenes no tienen ni pueden acceder a una vivienda. Los especuladores del suelo prostituyen el derecho a una vivienda digna en aras del liberalismo económico. Nuestra Seguridad Social se deteriora por momentos; mientras que la Educación Pública está quedando relegada a un segundo plano. Nuestra población anciana menos  pudiente está condenada al ostracismo. Los precios de todo lo básico los imponen unos cuántos, que son los mismos de siempre.

Y la izquierda,  ¿qué hace?

¿Qué fue de la izquierda que venía a limpiar los vicios en los que habían caído, según ellos y ellas, la vieja izquierda? ¿Qué fue de los que metían en “el saco de la casta” a todos por igual sin distinción ideológica alguna? ¿Cuándo se olvidaron los principios y los discursos que distinguían a la clase política de la izquierda de los valores que abandera la derecha ? ¿Dónde quedaron los anhelos de UNIDAD frente a la derecha política y mediática? ¿No era considerada Georgina Meloni, la Primera Ministra Italiana, la heredera del fascismo de Mussolini? ¿Cómo es que el Gobierno le otorga la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica sin que los partidos del gobierno a la izquierda del PSOE no digan nada?

El discurso fascista nos adelanta por andar enredados en asuntos que la ciudadanía ni entiende, ni los sigue. Por eso tengo que admitir la decepción que siento.

Me viene al pensamiento las palabras del Primer Presidente de la Primera República Española, Estanislao Figueras: “Estoy hasta los cojones de todas nosotras y de todos nosotros”.

PD: Lógicamente Estanislao Figueras no incluyó en su frase el femenino plural.