Contra el Perroflautismo
Politiqueo y brócoli en Air Fryer
por Balsa Cirrito
Como he contado en alguna ocasión, viajo tres o cuatro veces al año a Bélgica para visitar a un familiar, un tío de avanzada edad que vive solo. Este tío mío está suscrito a un periódico belga – edición en papel – de expresión francófona, Le soir. De resultas, cuando estoy allí leo Le soir todos los días. Sin embargo, si me preguntaran cuál es la tendencia política del referido periódico no sabría muy bien qué decir. Según mi tío, es una publicación “liberal de centro derecha”, aunque si miro en Wikipedia lo cataloga, de forma no demasiado concreta, como “progresista”. El caso es que yo, como lector, no veo clara su inclinación. Tal circunstancia, según sabemos, sería imposible en un periódico español, donde casi desde la mancheta de la portada nos están señalando (normalmente con mala leche) su tendencia ideológica.
La segunda cuestión, tal vez más importante (puede que la anterior sea consecuencia de esta) es el menor peso que tiene en Le soir la política. Las portadas, los más de los días, no reflejan un asunto de esa índole. Esto en España resulta impensable, ya que la primera página de la prensa española está dedicada sí o sí a algún asunto no ya de política, sino de politiqueo; esto es, lo que un dirigente ha dicho de otro dirigente, las acusaciones de este a aquel, las luchas internas de los partidos… Miro las portadas de la edición de papel de hoy de los principales periódicos españoles: El país, 6 de 8 noticias son de política-politiqueo; ABC, 2 de 2; La razón, 3 de 4; El mundo, 4 de 6; La Vanguardia, el único que se escapa, 2 de 6 (aunque, en tamaño, las noticias de politiqueo ocupan las tres cuartas partes de la portada).
En TV, más de lo mismo. En un informativo televisivo los titulares son siempre de política, y también casi todo el contenido. Luego dan una noticia de interés humano, los deportes, el tiempo y anuncian el estreno de una película, si es en TVE, la película tratará sobre los problemas y desvelos de una mujer a causa de…, bueno, la causa da igual, lo importante es que la protagonista sea una mujer; si es el informativo de Antena 3, también hablarán de una película, pero esta será de superhéroes o de muchos efectos especiales (si es Tele 5, ni eso).
En la radio, todavía peor. Cuando voy en coche al trabajo suelo poner algún informativo, y nunca he logrado escuchar que hablen de algo que no sea politiqueo, salvo mención al deporte. Por fortuna, nunca echo más de diez o doce minutos en llegar a mi destino.
¿Qué se sigue de todo esto? Pues que estamos envenenados, que hay una colosal industria para ponernos de mala leche. A veces se cita una frase muy socorrida cuando alguien expresa su desinterés por la política. Se dice: “es que política es todo”. Francamente, como principio, no estoy de acuerdo, pero en España, me temo, se ha hecho realidad. En nuestro país, todos, absolutamente todos los asuntos se han convertido en motivo de disensión política. Y no hablo ya de los muy evidentes sobre cuestiones de género o feminismo, sino en cuestiones tan alejadas del asunto como pudiera ser la cocina. Hemos llegado al disparate de que comer una cosa u otra sea un acto vindicatorio. ¿Lo dudan? Echen un ojo a una de las secciones más ideologizadas del diario El país, que es el suplemento gastronómico El comidista. Veamos el menú (los domingos proponen un menú para la semana siguiente). Son siete días, con primer y segundo plato, que suponen catorce preparaciones. Pues bien, de catorce recetas solo una es de carne (encima de muslos de pato, que es carne difícil de encontrar). Y me pregunto yo, ¿quién que no sea vegetariano come de esa manera? Por supuesto, no tengo nada en contra de los vegetarianos, de hecho yo lo fui durante un par de años, pero resulta desconcertante que el hecho de meterse en la boca un trozo de brécol en freidora de aire o un chuletón ligeramente grillé sea un acto de reivindicación ideológica.
Y sobre eso, el sectarismo resulta abrumador. Prescindamos de las empresas privadas y vayamos a los canales oficiales. Tenemos a RTVE que está alcanzando niveles de partidismo difíciles de creer incluso en un país como el nuestro, con una cabeza de lanza, Silvia Intxaurrondo, que tiene nombre de cuartel y que está logrando dejar tamañito al legendario manipulador Alfredo Urdaci. Pero peor si me apuran es lo de Canal Sur TV. No exagero. Soy capaz de reconocer con los ojos cerrados y escuchando solo seis o siete segundos si una noticia es emitida por Canal Sur o por otra cadena. En Canal Sur son, no es broma, unos genios; logran dar un matiz partidista a todas las noticias, son capaces de contarnos el parte meteorológico tratando de convencernos de que el PP es bueno y el resto de los partidos un mojón pinchado en un palo. Ya digo, los putos amos. Por supuesto, la solución sería terminar con TODOS los canales de televisión oficiales (en RTVE tienen ¡más de cien! directivos con sueldos superiores a cien mil euros al año que pagamos entre todos).
Termino. Muchos de nuestros males proceden de esta sobrevaloración de la información política. Si cuando un político dice una estupidez (y en ningún momento he mencionado a Irene Montero, son ustedes los que lo han pensado), viera que sus palabras no las recoge ningún medio, igual habría menos crispación y nos sentiríamos más felices. Sería bueno que los informativos hablaran de ciencia, de cultura, de tecnología, de espectáculos, de descubrimientos… y un poco de política.
Y para ser consecuente escribo este artículo tan político. Uf.

































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