Contra el Perroflautismo
Migración: ni contigo ni sin ti
por Balsa Cirrito
La semana pasada hablé con un dentista español que trabaja en la banlieue (suburbio) de París. En su zona, la mayor parte de la población es musulmana, y cuando va por la calle observa que casi nadie usa vestiduras occidentales (sobre todo, si consideramos no occidentales los chándales piratas de Nike) (los chándales piratas de Nike, como todo el mundo sabe, son el traje regional de los marroquíes y argelinos) (de las marroquíes y argelinas, no). En la consulta oficial de nuestro dentista -recordemos que en Francia los tratamientos odontológicos recaen sobre la Seguridad Social - tiene, según me dice, como un 80 o 90% de musulmanes, y le dan problemas muy pintorescos. Desde mujeres que se niegan a quitarse el velo que les cubre la boca – e imagino que debe ser divertido empastar un diente con el velo puesto – hasta maridos que no dejan hablar a sus mujeres y responden por ellas. Algo así como:
DENTISTA: “¿Le duele mucho, señora?”
MARIDO: (Tras mirar a su esposa, que no habla): Dice que no, que no le duele mucho, pero mejor que le ponga un poco más de anestesia.
Desde luego es una manera muy chachi de ejercer la odontología. Por supuesto, y por un contrasentido que nunca alcanzo a comprender, cuando se cuentan o denuncian estas situaciones siempre surge algún iluminado por gracia de la perroflausis que considera que denunciar o contar la realidad es racista, y racista es una palabra con un valor parecido al superpower en los videojuegos, que da igual lo que hagamos porque hemos perdido la partida.
Hay una corriente, sobre todo en la izquierda, que viene a decir que la totalidad de las culturas son respetables, y que si no tragas con absolutamente todo eres un monstruo y un racista y un voxero y un nazi y un socio del Atlético de Madrid. Pero, no vamos a engañarnos, es mentira. Ni de coña hemos de respetar a todas las culturas, porque muchas son profundamente despreciables, de hecho, lo que me parece profundamente racista es no denunciarlo, ya que equivale a considerar a ciertos pueblos como incapaces mentales, como niños a los que hay que permitir que se comporten como unos estúpidos malcriados. Por poner un ejemplo histórico, el filósofo Antonio Escohotado decía - y la cita viene muy a cuento ahora - que los aztecas construyeron “la civilización más monstruosa que se recuerda”. ¿Deberíamos, pues, respetar a la cultura de los aztecas aunque sus valores fueran unos valores de hijos de la gran chingada? Me atrevo a decir que no.
Pero no quiero desviarme. A lo que me refiero es a que las culturas foráneas a menudo traen problemas a los receptores, graves problemas, y que la convivencia suele ser no difícil, sino en ocasiones imposible. La tolerancia, que es una palabra estupenda, no se cumple prácticamente nunca. Juan Luis Alborg, hombre progresista y residente casi toda su vida en EEUU, decía que “donde existe una arraigada creencia o confesión – política, religiosa o social – y cada cual vive parapetado detrás de ella, no hay tolerancia posible. Vivo en un ambiente bastante internacional y constantemente conozco casos de absoluta incompatibilidad entre gentes separadas por alguna de dichas barreras”. Dicho de otra manera que le estoy dando muchas vueltas, un musulmán creyente siempre será un coñazo social en un país europeo. Lo contemos como lo queramos contar, porque los islámicos son gente de profundas convicciones, y las profundas convicciones terminan siendo, inevitablemente, agresivas. Si a esto se añade el hecho de que los mahometanos no distinguen entre religión y estado, porque su religión implica la posesión de todos los poderes, el cóctel es de los que emborracha a un tabernero australiano.
¿Estoy intentando decir con rodeos que la inmigración muslime es mala? Sí, sin ninguna duda. De hecho, discutirlo casi me parece intrascendente: ningún europeo indígena puede estar a favor de la islamización de Europa porque sería una traición a todo lo que Europa representa. Hace ya bastantes años, la escritora Oriana Fallacci (escritora sumamente progresista y feminista) advertía del peligro que corría Europa a causa del islam. En su momento sus advertencias fueron contestadas y ridiculizadas. Hoy no creo que se ría nadie. Claro que, mirando por otro lado, ¿es posible parar, detener esa inmigración? Pues tampoco. Europa Occidental es un increíble faro de atracción para todos los pueblos del mundo, y aunque los radicales mahometanos despotriquen contra nosotros, suelen querer venir a vivir a nuestros países, porque los suyos propios como que no los aguanta nadie, ni los nativos.
No hay solución. Queramos o no queramos los musulmanes nos invadirán demográficamente, y la única esperanza que nos queda es que se contaminen de nuestra indiferencia religiosa y terminen olvidando su fe o, por lo menos, considerándola, como nosotros, un asunto más bien folklórico. Pero va a ser que no. Cuando dentro de cien años se prohíba abrir bares y restaurantes durante el día en el mes de Ramadán y todas las mujeres lleven un paño de cocina sobre la cabeza y sea imposible encontrar una ración de chicharrones en manteca, es posible que alguien vaya a un cementerio – laico, desde luego - y comience a escupir sobre las tumbas de algunos de nuestros grandes perroflautas actuales.
Pero para entonces, dará igual.
PD. Igual no se entiende, pero adoro Marruecos, entre otras cosas porque mis padres se criaron allí y hablaban, sobre todo mi madre, bastante aceptablemente el idioma. La cocina marroquí me es tan familiar como la española o la italiana, y la mayor fiesta gastronómica de mi infancia era cuando comíamos cuscús, que no era muy a menudo porque entonces resultaba muy difícil encontrar la sémola. Lo dicho, adoro Marruecos.



































A Roteñe | Lunes, 25 de Noviembre de 2024 a las 16:59:59 horas
Cómo me gusta la libertad de expresión en boca progre. Porque la única libertad y la única expresión que valen, son las suyas: la ciencia sometida al ELLE, los datos a merced del ALIADE y la estadística sirviendo al TODES.
Por supuesto, quien no comulgue con la religión Irene Monteril, a la hoguera!!!!! (Que digo yo, que puestos a ser así de estrictos, podríais haber innovado, que esto ya se llevó en el siglo XV)
Pero a lo que voy: esa integración de la que hablas, ¿dónde tiene lugar? ¿En el barrio de Tetuán en Madrid, por donde da miedo pasear? ¿En Algeciras, donde cierran bares que sirven cerveza y bocatas de tortilla, para poner cafetines en los que las mujeres no son en absoluto bienvenidas?
Igual te refieres a El Raval en Barcelona, o El Ejido en Almería.
¡Cuántos ejemplos de integración!
Me imagino, que este discursito os lo ha colado Yolanda Diaz...o lo mismo ha sido Rita Maestre. Pero os voy informando (por si en el tono de ambas no se notara que son dos megapijas), que en los barrios en los que viven, los únicos extranjeros a los que ven son los filipinos que tienen en el servicio.
¡Aysssss! Cómo se rien las chicas de morado de todos ustedes... Aunque... igual... Voy a probar una cosa:
"Exijo a la ciudadanía, que, en nombre de los colectivos más afectados por las condiciones socioeconómicas de nuestro país, para promover la DIVERSIDAD, la INCLUSIÓN, para evitar el discurso de odio de la ULTRADERECHA, hagáis todos un bizum a mi número personal +34 6557889767 (cuanto más dinero donéis, más rabia le da a Santiago Abascal)". ¿Ha colao?
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