Extraños movimientos dirigidos por una mente despejada avanzan de que quizá el momento Puigdmont esté aún por llegar. Las pasadas elecciones catalanas supusieron un obstáculo en la agenda de un Puigdmont convenientemente aislado en Waterloo del desgaste al que están sometidos todos menos él por las potentes y continuadas tormentas políticas.

Cuanto mayor sea ese aislamiento y más exacto el tiempo, mayores serán las probabilidades de triunfo, justo hasta el limbo político que se instalará en España después de que el desgaste de sus rivales sea irreversible y antes de que comiencen a planear sus relevos. El inconveniente electoral, que supuso un momento crítico para sus expectativas, lo resolvió con una fuga patética que, camuflada de espectacular, inlingió poco daño a una imagen independentista ya caracterizada por la radicalidad en sus acciones.

Todo parece seguir pues según los planes previstos y solo necesitará del mayor caos político en el menor tiempo posible para reaparecer como salvador de Cataluña.

Luis Cabaneiro Santomé