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Carlos Roque Sánchez 1
Domingo, 10 de Noviembre de 2024

"Esto es como un toro". O el poder de la metáfora

[Img #239479]De la metáfora. Seguro que ha reconocido la frase de la cabecera del inefable matador de toros Jesulín de Ubrique, un magnífico ejemplo para entender lo que es esa figura literaria que se refiere a un algo pero mencionando otro algo, o lo que es lo mismo, el desplazamiento de significado entre dos términos con una finalidad práctica y estética. Es lo que significa literalmente metáfora, “transferencia de significado”, una de las figuras retóricas que el diestro, en cierta ocasión, manejó ante las cámaras como un útil de torear para asociar la explicación sobre lo que le preguntaban en la entrevista, con las faenas que hay que realizarle a un astado para su lidia y así salir del compromiso periodístico; vamos lo que toda la vida de Dios ha sido ‘dar una larga cambiada’. Un toro que el diestro entendió a la perfección, como para ‘salir por la Puerta Grande’ o, perdón, por la Puerta del Príncipe, que escribo estas líneas muy cerca del coso del Arenal. Pero es eso, palabras y expresiones del mundo del toro que pasan al lenguaje común de la calle, casi siempre en forma de metáforas, y usadas por lo general para aludir a problemas o situaciones complicadas, como complicado es el mismo toreo. Una figura retórica, “El tiempo es oro”, que contiene una comparación implícita en la que el oyente o lector tiene que relacionar la información, pues las cualidades de una cosa son figurativamente trasladadas a otra; parafraseando al ubriqueño al que vuelvo, “Yo lo definiría en dos palabras: im-presionante”.

 

Los toros, metáfora de la vida. Para muchos es incuestionable el vínculo entre la fiesta y la existencia humana y lo cierto es que semejanzas no faltan: desde el enfrentamiento con lo desconocido y la lucha abierta contra la adversidad; pasando por el afán en superar las dificultades y la búsqueda permanente del éxito; hasta el hecho de que son más, muchos más, los que en la persecución del triunfo encuentran el fracaso, el silencio y el olvido. Sí, en los toros, como en la vida misma, son más los perdedores que los triunfadores, de ahí que, aunque algunos no lo consideren así, les guste o no, la filosofía de vida que rodea al mundo del toro forme parte de nuestra idiosincrasia como sociedad. Y el léxico de la tauromaquia esté incrustado en buena parte de nuestro quehacer diario, no en vano ese proceso de vincular algo nuevo a algo que ya conocemos, de transferir sus características, nos posibilita aprenderlo de forma mucho más rápida o recordarlo mucho mejor. Está bien su uso, voy a ‘rematar la faena’, con ellas se reducen el tiempo y las dificultades en la aprehensión del nuevo conocimiento. Pero...

 

‘Que no te pille el toro’. Se lo digo porque hay que tener cuidado, las metáforas no son más que un atajo, y como bien saben los viejos baquianos, éste no siempre es el camino más corto entre dos puntos, aunque el destino esté ya a la vista. Lo que unido a que rara vez aquellas son perfectas y capaces de recoger todos los significados y matices de lo nuevo, es por lo que insisto en que hay que ser especialmente cuidadoso con su uso. Al utilizarlas en general, no ya solo las taurinas, estaremos perdiendo casi de forma inevitable cierto nivel de detalle, de matiz o, por qué no, incluso de exactitud; razones de peso a la hora de asumir su compromiso, el de asociar conceptos nuevos a conceptos ya conocidos, y calibrar lo que nos aportan o restan para así determinar en qué situaciones puede ser interesante recurrir a ellas o evitarlas de forma consciente. Si queremos transmitir una idea de forma genérica, aun a riesgo de no ser exactos y para que sea fácilmente comprendida y recordada, las metáforas son nuestras amigas, pero si lo que queremos es transmitirla con exactitud, con todos sus matices y particularidades, aunque cueste, entonces no, de hecho, pueden convertirse en “fuego amigo”, ya sabe, al suelo que disparan los nuestros. Un detalle más, por propia experiencia profesional sé que, una vez que en nuestro cerebro hemos asociado metafóricamente, costará mucho desprendernos de ella si en algún momento nos damos cuenta de sus limitaciones. Como dice el dicho Tarde de expectación, corrida de decepción’.

 

El lenguaje de los toros y los toros en el lenguaje. De que no se trata de una jerga profesional más, de su profundo calado, de su plasticidad, de que es un léxico que crea realidad tenemos alguna que otra prueba. Como el hecho que sea utilizado inconscientemente por turistas extranjeros que nos visitan y desconocen la Fiesta, o por gente no aficionada, indiferentes o incluso que desean suprimirla. He leído o escuchado a personas que están a favor de los animales, en el sentido de que están en contra de su maltrato, algunas de ellas que incluso se manifiestan veganas (diremos la penitencia y omitiremos los penitentes), expresiones que hacen patente y palmaria una realidad innegable: se quiera o no, de alguna manera, la tauromaquia está aferrada al inconsciente colectivo.

 

Por eso, ahora viene la paradoja, aunque lo que manifiesten de forma consciente sea antitaurino, inconscientemente utilizan en su argumentario expresiones de tipo taurino como ‘cobardear en tablas’, ‘cargar la suerte’, ‘acortar el engaño’, ‘recibir un puyazo’, ‘hacer un quiebro’, ‘perderle la cara al toro’ o ‘dar la puntilla’. Ya lo dijo Rafael el Gallo, ‘Hay gente pa tó’.

 

CONTACTO: [email protected] 

FUENTE: Enroque de ciencia

 

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  • J. A. Rota.- ¡Buena faena, Maestro!

    J. A. Rota.- ¡Buena faena, Maestro! | Jueves, 14 de Noviembre de 2024 a las 11:46:02 horas

    Muy buen artículo. Enhorabuena por "faena". Aunque muchos lo nieguen y "cogen el olivo", la Tauromaquia y todo el Mundo del Toro forman parte intrínseca de nuestro lenguaje. Lo has "cogido por los cuernos" y sólo me queda "darle la puntilla" para que "pasees la oreja" merecida.
    Suerte, Maestro, y hasta un próximo toro!.

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