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La tarta al whisky – imagino que muchos la recuerdan - era el postre estrella de los restaurantes españoles en los años ochenta y principios de los noventa. En realidad, la referida tarta no gustaba a tanta gente, pero por algún tipo de reflujo cósmico, el público la pedía con cierta regularidad, y vivía alegremente en la carta de los restaurantes.

Busquen ahora la tarta al whisky. Seguro que no la encuentran ni en la cantina de los cuarteles españoles, que, como todo el mundo sabe, es el último reducto de las modas gastronómicas pasadas de ídem. La tarta al whisky, bien se ve, perdió el contacto con el paladar dominante. No sé, tal vez se trate de algún tipo de perversión mía, pero el otro día, navegando por internet, me cruce con una foto de la tarta al whisky. Y me acordé de Lorenzo. Sánchez, claro.

Creo que todos estaremos de acuerdo en considerar a Lorenzo Sánchez como un político inteligente y de notable capacidad. De hecho, no tengo ningún empacho en considerarlo un político muy inteligente y de gran capacidad. Pero viendo las cosas que ha hecho durante el último año, empieza a parecerse a la minuta de un restaurante con recetas muy demodés.

Lo he dicho sin ironía: Lorenzo es listo, y cuesta entender tantos errores. A poco que hubiera jugado bien las cartas, y las tenía buenas, seguiría siendo alcalde. O él o alguien de su partido. Pero da la sensación de que quería renovar la minuta. Ver si podía triunfar con otros platos. De hecho, los de RRUU creen que su Ferrán Adriá volverá. Que todo lo que ha hecho, por disparatado que parezca, tiene un sentido que los demás mortales no somos capaces de vislumbrar.

Por ejemplo, cuando Lorenzo tarda cuatro meses en pactar con el PP, algo que todos sabíamos que haría temprano o temprano, lo único que seguramente buscaba era decorar su fachada. Aparecer ante los de su partido fingiendo que todavía tiene guardadas sus mejores bazas. Que en cualquier momento va a sacar su receta mágica y va a dejar a todo el mundo con la boca abierta y el tenedor en ristre. Que tras un par de piruetas va a volver a ser una estrella.

Pero si su receta es la de la tarta al whisky, me temo que no la va a pedir mucha gente.
(¿Seguirá siendo un buen cocinero?)