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Redacción 4
Miércoles, 25 de Septiembre de 2024

Contra el Perroflautismo

¿Odiar es delito?

por Balsa Cirrito

[Img #235630]Si hay una figura jurídica que realmente me desconcierta es la de los “delitos de odio”. Juro que no la entiendo, aunque supongo que entender el mundo no es una condición indispensable para vivir en él. Sobre todo hoy día, donde cuesta trabajo comprender tantas cosas.

               

Miro la página web de una firma de abogados y define los delitos de odio, a grandes rasgos, como “el hecho de transmitir mensajes con un clima de violencia hacia una minoría, ya sea de manera directa o indirecta”. Igual soy muy torpe, pero no le pillo el punto a la ley, al menos sin zamparme media de Tío Pepe.

               

Indiscutiblemente se trata de una norma (¡una más!) para tenernos bajo control, sobre todo control político. Para entendernos, según esta norma si yo digo “a todos los españoles habría que matarlos porque son unos hijos de puta”, no me pasaría nada porque no habría delito de odio. Pero si dijera “a todos los vascos habría que liquidarlos porque son unos etarras de mierda”, muy posiblemente me cayeran de uno a cuatro años de prisión. Pero, incluso eso sería relativo, porque si mi frase fuera “habría que guillotinar a todos los andaluces, que son unos vagos y unos incultos”, casi con toda seguridad no habría pena, porque, después de todo, los andaluces están siempre de broma y no molestan por nada y les da igual lo que digamos (lo cual, en mi caso, es verdad).

               

Por supuesto, no pretendo decir que los vascos (o los españoles) sean esto o lo otro, sino que me pregunto qué autoridad moral puede tener nadie para distinguir qué es odio o qué no. Y me pregunto igualmente qué criterios se han de seguir. Bueno, mentira, no me lo pregunto: los criterios son criterios políticos. Por ejemplo, hace tres o cuatro años la organización ultraderechista Hazte oír lanzó una campaña en la que una serie de autobuses recorrían España con el siguiente eslogan: “Qué no te engañen: solo hay dos sexos”, lo cual, lo miremos como lo miremos, no suena muy odiador. Sin embargo, la campaña fue suspendida por orden de un juez y así anda hasta el día de hoy. Cuesta trabajo entender qué odio podía existir en la frase. Sencillamente, expresaba la opinión de una buena parte de la sociedad (y, de paso, de la práctica totalidad de los biólogos del mundo), aunque cometía el pecado de oponerse a la creencia mayoritaria (que tampoco total) del actual gobierno.

               

La asfixia que sufrimos está llegando a ser casi absoluta. Desde luego, y voy tirando para veterano, desde la muerte de Franco no he conocido ni remotamente un tiempo de tanta privación de libertad. Y ya no hablamos de libertades públicas, que aunque malo, tendría un pase, es que también estamos en la debacle de las libertades privadas. No solo quieren obligarnos a hacer lo que ellos quieren, sino también quieren obligarnos a pensar lo que ellos piensan. Así, si vemos a alguien obeso no podemos pensar nada malo de esa persona, porque que se trata de una opción admitible y podríamos caer en el terrible pecado de la gordofobia, aunque las estadísticas y la ciencia digan que esa persona va a vivir menos y que debería perder bastantes kilos. Si nos gusta la carne hemos de sentirnos culpables, ya que le estamos “haciendo daño al planeta” (¡¡¡¡), lo cual viene a implicar, digo yo, que leones, tigres, jaguares y lobos (carnívoros todos) sean peligros ecológicos a los que habría que exterminar. Si somos heterosexuales debemos entender que somos unos “heterobásicos”, unos incompletos, y que, seguramente, nos encontramos presos de algún complejo inconfesable que nos impide salir del armario (frecuente crítica que me hacen mis lectores).

              

Insisto, no soporto que el estado se inmiscuya en todo, absolutamente en todo.  O que trate de darnos lecciones de educación. Hay cosas que pueden estar mal, pero que no podemos considerar delitos punibles. Por ejemplo, hace tres o cuatro años hubo una corriente poderosa para prohibir y penar el llamado “manspreading” (lo dicen en inglés para que parezca menos chorra). El manspreading viene a ser el hecho de sentarse despatarrado en un transporte público. Por supuesto, se trata de un acto de mala educación, pero como existen cientos, miles, en un nuestro devenir diario. ¿Qué sería lo siguiente? ¿El cuescofinding, o sea, la detección por medio de sensores de quien se tira un pedo en un autobús? ¿El mocosearching, o la búsqueda y captura de quien pegue un moco bajo la silla de un restaurante? ¿La sweatdetection, o encarcelamiento de quien no lleve desodorante y huela demasiado a sudor?

               

Volvamos a los ejemplos. Un tribunal condenó a dos años y medio de cárcel a un tuitero por escribir: “2015 finalizará con 56 asesinadas, no es una buena marca pero se hizo lo que se pudo”. Por supuesto, se trata de un comentario de mal gusto, y bastante cruel lo miremos como lo miremos. Pero no creo que se pueda encarcelar a nadie por decir gilipolleces (yo me pasaría la vida en la cárcel). Es más, todos y cada uno de los que están leyendo este artículo han realizado o se han reído en alguna ocasión de comentarios similares. De hecho, podríamos añadir que el criterio para considerar un acto delito de odio es un criterio político porque, sin ir más lejos, tuits haciendo chistes de infinita crueldad sobre los judíos y los campos de concentración conozco un montón. Sobre todo por parte del mundo podemita-sumariano-maspaísista. Por supuesto, nadie ha condenado a la cárcel a quienes dicen (por citar uno muy repetido): “¿Cómo meter cien judíos en un coche? Respuesta: en el cenicero”. Esto, según parece, no es delito de odio.

               

Sentiría que se me malinterpretara. Lo que defiendo es el derecho a meter la pata, a sacar los pies del tiesto, a resultar ridículo y gilipollas sin que alguien nos imponga una multa o nos mande para la cárcel. Entre otras cosas porque sacar los pies del tiesto es una necesidad humana indispensable. Imaginemos que somos capaces de ir al más allá, al otro barrio y allí entrevistamos a dos asesinados. A uno le dieron una puñalada diciéndole: “¡moro de mierda!”. Al otro le dieron otra puñalada (en esto no hay discriminación) gritándole “¡por acostarte con mi mujer!”. En esa entrevista del más allá preguntaríamos al primer fiambre: “¿Está usted muerto?”, y el fiambre respondería: “Sí”. Luego preguntaríamos al segundo que la ha palmado: “¿Está usted muerto?”, y el tío respondería: “Sí, yo también”. No hay diferencias. Sin embargo el asesino del segundo tendría una pena más grande por ser su delito más grave. Y digo yo, el primer muerto era un crimen de odio pero el segundo qué era. ¿Un crimen de amor?

               

No me extiendo. Me voy a ver un monólogo de Ricky Gervais. Quienes lo conozcan, sabrán a qué me refiero.

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  • Joker

    Joker | Viernes, 27 de Septiembre de 2024 a las 23:41:07 horas

    Si alguien dice no entender que sembrar el odio contra una minoría pueda ser delito, significa que el/ella ve normal que se ataque a esa minoría, por motivos políticos, raciales, religiosos, etc y que el/ella mismo/a podrían participar en ese linchamiento sin remordimientos. Luego tenemos al un comentarista que no sabe disitinguir entre pensamiento e historia y que piensa que el fascismo es un pensamiento y que sus crimenes son libertad de expresión.

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  • viento de levante

    viento de levante | Miércoles, 25 de Septiembre de 2024 a las 16:44:36 horas

    Pues, picha,si no lo entiendes no voy a ser yo quien se empeñe en explicártelo. Eres tonto, tonto, tonto a más no poder. Lo que me maravilla es que te sigan dejando decir tonterías en este periódico.

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  • RebeldeRota

    RebeldeRota | Miércoles, 25 de Septiembre de 2024 a las 12:51:18 horas

    Muy de acuerdo con el Sr Balsa pero olvida un delito que está imponiendo el gobierno socialcomunista y es contra toda opinión que no sea favorable a sus tesis de memoria histórica es considerado de odio .
    Más bien es prohibir una opinión que no es favorable a lo que ellos piensan de la guerra civil o la segunda republica . Por ahora hay un intento de amordazar y prohibir a un partido legal como es Falange Española de las JONS a causa de este delito inventado para quitar Libertad de expresión , opinión y de política a quienes piensan como los falangistas .

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  • Perkins

    Perkins | Miércoles, 25 de Septiembre de 2024 a las 11:12:44 horas

    Donde más odio hay y ha habido desde en final de la dictadura hasta la democracia a día de hoy es y ha sido en la política española no se ha visto odio más grande de unos a otros todo por el poder.hasta la en guerra civil la de personas que fusilaron por el odio fue horrible.

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