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Redacción 4
Miércoles, 04 de Septiembre de 2024

Contra el Perroflautismo

Ne quid nimis (De nada demasiado)

por Balsa Cirrito

[Img #233374]Seguramente conocen ustedes la plataforma pública de RTVE PLAY, donde, gratuitamente, se puede acceder a un gran número de series, de películas o de, quizás lo más interesante, programas de televisión antiguos. Como sucede en HBO o en Netflix o en cualquier otra plataforma, los contenidos de RP vienen organizados en filas temáticas. Por ejemplo: Series míticas, o Deporte, o Novedades de cine. Aunque si les pregunto cuál es la fila más larga, la que tiene mayor número de contenidos, seguro que no lo adivinan.

           

Venga, piensen.

           

Pues la más larga, la más nutrida, la más importante para RTVE PLAY, como no podía ser menos, es la de Orgullo LGTBI. Pueden comprobarlo. Como cuarenta o cincuenta entradas. Por supuesto, y como todo el mundo sabe desde Chueca hasta Sitges pasando por Tel Aviv, los problemas y vivencias de los gais, lesbianas y transis son los que más interesan a los españoles y los que quitan el sueño a nuestros compatriotas, que seguro que prefieren ver el programa Está el horno para bollos a un capítulo de Stranger Things.

          

Otra. Como comenté hace un par de semanas, España es el país del mundo donde la prensa y la televisión menciona con mayor frecuencia términos como machismo, sexismo, misoginia y similares. Pero no es que sea el país donde más se citan estos términos, es que lo hacemos tres veces más que el país que va detrás de nosotros, lo cual, creo, supera los sueños más húmedos de Ione Belarra. Remacho, periódicos considerados de derechas o conservadores como El Mundo, ABC o La Razón los utilizan más que la prensa icónicamente progresista extranjera, digamos Le Monde, La Repubblica o el New York Times.

           

Sigo. Según las últimas encuestas, estamos también a la cabeza del universo en otro dato chachi. Somos la nación en la que mayor número de jóvenes se considera perteneciente al sector LGTBI (si consideramos la educación que se imparte en nuestro país, no me extraña ni un pelo), tanto que hubiéramos dado envidia a Epaminondas y su Batallón Sagrado. (Por supuesto, creo que esta obsesión por amariconar a la población es tan ridícula como la de machificar a los gais que existía hace algunos años. Cuando yo era niño nos decían en el colegio que los hombres no lloraban, que los hombres eran duros, que los hombres no se arreglaban demasiado… Ahora nos parece ridículo, por supuesto. Pero igual de ridícula es la actual tendencia contraria. Si no te gustaba una cosa tampoco te debe gustar la otra).

           

Y no continúo porque creo que con estos ejemplos vale. Y la cuestión es que España, muy evidentemente, sufre un problema de salud mental colectiva. Tanto cuando nos da por ser avanzados como cuando nos da por ser retrógrados sacamos las cosas de quicio. Decía Galdós que en España todo termina convirtiéndose en un sainete, a menudo después de una tragedia. De momento estamos en la fase sainete.

           

A los españoles de otra época – y creo que a no pocos de los actuales – les molaba que nuestra nación fuera una especie de anomalía. El famoso slogan de Spain is different, que, por cierto, hace pocos años fue elegido en un congreso internacional de publicistas como el mejor slogan de la historia; triunfó no solo por los extranjeros, sino también por los nacionales, ya que a buena parte de nuestros compatriotas les gustaba y les gusta que los foráneos nos consideren como una excepción.

           

Nunca estuve de acuerdo. Siempre quise que España fuera un país poco original, un país aburrido donde la extravagancia no fuera la norma, y donde cuando tocaba ser progresista no nos creyéramos en la obligación de ser más exaltados que nadie, y donde cuando tocaba ser conservadores no nos petara ser más meapilas que el resto del mundo.

           

Durante un largo espacio de tiempo, aproximadamente desde la entrada en la UE hasta la irrupción de Podemos en la política española, pensé muchas veces que nos habíamos librado de nuestra maldición. Que nos habíamos convertido en un país moderado y ecuánime, donde los zumbados del tipo de los que asolaron nuestro país en la década de 1930, tanto por un lado como por otro, no tenían cabida. Pero, ya digo, apareció el virus de Podemos, y, en respuesta, nacieron los partidos de extrema derecha (quizás ahora no nos acordemos, pero antes de 2011 y del 15M en España no había partidos de extrema derecha o de extrema izquierda en el parlamento).

           

Porque la acción desenfrenada siempre tiene como resultado la reacción desenfrenada. Ahora estamos padeciendo los desatinos de un gobierno de izquierdas despendolado, pero no me cabe duda de que si cambiaran las tornas tendríamos un gobierno de derechas igualmente despendolado, sobre todo si hubiera necesidad de una coalición con los extremistas.

           

La radicalidad termina estomagando. Me pasa a mí, pero he observado que le ocurre a mucha, a muchísima gente, que cuestiones que en principio veía con simpatía, por ejemplo, el feminismo, los derechos de los gais o la ecología, hayan terminado causándome pavor y desagrado. Cada vez que veo la palabra feminismo en un periódico intuyo que voy a leer algún disparate, y rara vez me equivoco. Hace veinte años era lo contrario.

           

Seamos moderados, caray, desradicalicémonos. Ne quid nimis, que decían los latinos. De nada demasiado. Despasito. No tenemos necesidad de ser el país más feminista ni más LGTBI friendly del planeta. Y en vez de que se nos vaya la vida por poner la bandera arco iris en los ayuntamientos (una chorrada mayúscula, como todas las banderas) pongamos empeño en conseguir premios Nobel. En eso no me importaría que fuéramos los primeros. Pero no, en eso somos casi los últimos.

 

PD. No lo he dicho arriba por no entorpecer el flujo de la argumentación, pero, a mi entender, la causa principal del radicalismo y la intolerancia de las opiniones de los españoles reside en el bajo nivel cultural de nuestro país que, por supuesto, se refleja en nuestra clase política. La mayor parte de las intervenciones del parlamento español son de una superficialidad y pobreza cultural amedrentadora. Mientras que en Francia o Italia resulta frecuente encontrar intelectuales entre la clase política, en España es raro. (Aunque también es verdad que los EEUU tienen a Trump, así que quien no se consuela es porque no quiere).

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  • A Foucault

    A Foucault | Lunes, 09 de Septiembre de 2024 a las 10:26:55 horas

    Lo de intentar meterse con alguien, diciendo que parece pertenecer al colectivo LGTBIQZYW+¡2438, es muy poco LGTBIQWNCG2345+`´-. friendly, eh?
    Pero bueno, supongo que habiendo elegido Foucault de nickname, teniendo en cuenta que fue un tipo que defendía la despenalización de la pederastia en Francia, me imagino, que de donde no hay, tampoco se puede sacar.
    En tu caso, me temo, que las luces, para la feria jajajaj
    Firmado: F.F (no pienses mal, va por Federico Fellini)

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  • Foucault

    Foucault | Jueves, 05 de Septiembre de 2024 a las 13:25:45 horas

    Por su obsesión con el colectivo LGTBI+ se puede deducir su inseguridad con respecto a su sexualidad.
    Los armarios para la ropa.

    Accede para responder

  • La verdad que.....

    La verdad que..... | Jueves, 05 de Septiembre de 2024 a las 11:23:55 horas

    Lo has bordado, Cirrito!!!!
    No puedo estar más de acuerdo contigo.

    Accede para responder

  • Alguien

    Alguien | Jueves, 05 de Septiembre de 2024 a las 10:43:23 horas

    Mucho texto para quejarse.

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