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Carlos Roque Sánchez
Sábado, 24 de Agosto de 2024

Profesor despistado. ‘Papá, mamá me ha mandado a buscarte

[Img #232187]Le decía la semana pasada que nuestro protagonista, el estadounidense Norbert Wiener fue un científico muy activo y es así, pero es que además fue un militar muy singular y un hombre muy, muy, despistado. Vayamos por parte.


Wiener, un militar singular. Hizo importantes aportaciones a las matemáticas del siglo XX, entre ellas, la elaboración de un sistema de ecuaciones relacionado con los aciertos y fallos que se pueden tener a la hora de determinar la trayectoria y posición de un cuerpo a través del tiempo, algo muy necesario, por ejemplo, en la defensa antiaérea de un país. Y así, en la Segunda Guerra Mundial, Inglaterra se mostraba prácticamente incapaz de hacer blanco contra los aviones alemanes que bombardeaban su costa sur; para que se haga una idea tan sólo llegaban a acertar uno de cada dos mil quinientos disparos. Realmente frustrante. Aunque en honor a la verdad hay que decir que en artillería antiaérea no es fácil, nada fácil, acertar pues para derribar un avión se deben conocer no sólo su dirección y velocidad, también las del viento, el proyectil que se lanza, etcétera y además realizar con ellos complejos y laboriosos cálculos. Lo bueno es que, en caso de error, algunos datos pueden ser corregidos sobre la marcha, en tiempo real, pero eso sí hay que realizar de nuevo los cálculos y aquí es donde aparece nuestro hombre y su sistema matemático instalado en un aparato que llamó a su manera.


Predictor M-9. Un artilugio que empleaba la retroalimentación de los datos suministrados por el radar para, mediante análisis y cálculos matemáticos realizar correcciones basadas en las diferencias entre las trayectorias prevista y real, conocidas como innovaciones del proceso y predecir en qué lugar del cielo se encontraría el objetivo a batir, cuando llegara el siguiente obús antiaéreo. Así es como hacían coincidir en el espacio y el tiempo guiando de forma automática el obús antiaéreo hacia el objeto a bombardear y fue todo un acierto. De las ciento cuatro bombas V1 alemanas que se lanzaron en la última semana de ataque sobre Londres, sólo cuatro se salvaron de la artillería. Realmente extraordinario. Como extraordinaria es la anécdota que nos habla del grado de despiste del matemático y en la que se contextualiza la cita, más o menos pudo suceder así. Como otras tantas familias un día los Wiener se cambiaron de casa, y como lo conocía su esposa decidió encargarse ella sola de la mudanza, aunque desde un mes antes le recordaba los días que quedaban.
Norbert, menudo despistado. “Norbert, acuérdate que dentro de XX días nos mudamos y cuando salgas de la universidad, no tendrás que coger el mismo autobús, sino éste otro que es el que te llevará a la nueva casa”. Una advertencia a la que un absorto Wiener respondía con un: “Si querida”. Hasta aquí normal, es más o menos lo que dirían muchos de los maridos que en el mundo han sido, son y serán. Y así fue hasta que llegó el día D cuando le dio la nueva dirección en una hoja de papel y le dijo: “Hoy es el día. Toma las nuevas llaves y recuerda que debes subir a este otro autobús que será el que te lleve a la nueva casa”. “Sí. No te preocupes. Adiós, querida”. Como habrá intuido ya, al salir de la universidad cogió el autobús de siempre, llegó a su antigua casa y se llevó un susto de muerte: la llave que le había dado su mujer no abría la puerta, por las ventanas se veían las habitaciones vacías y no había nadie de su familia, literalmente estaba aterrado. El tiempo pasaba y se puso a dar vueltas cerca de la casa, hasta que vio una chica que se le acercaba, casi sin mirarla, nervioso, le dijo: “Perdone señorita, yo vivo aquí, pero la llave no abre y no encuentro a mi familia”. A lo que la joven contestó: “Papá, mamá me ha mandado a buscarte”. Conocida la anécdota protagonizada por el despistado matemático, se nos antoja más próxima una de sus citas: “Hemos modificado tan radicalmente nuestro entorno, que ahora debemos modificarnos a nosotros mismos para poder existir dentro de él”.


Wiener y la Cibernética. Como resultado de los descubrimientos realizados en el proyecto estadounidense, Wiener introdujo en el mundo científico conceptos como feedback o retroalimentación y cantidad de información, lo que le convierte en precursor de la Teoría de la comunicación o la Psicología cognitiva, que visto en perspectiva son los inicios de la Cibernética como ciencia, fundada hacia 1942, con el objetivo de desarrollar un lenguaje y técnicas que permitan abordar el problema del control y la comunicación en general. El término cibernética acuñado por él aparece en su libro Cibernética o el control y comunicación en animales y máquinas publicado en 1948, aunque en honor en honor a la verdad hay que destacar que la palabra “cybernétique” ya fue empleada en 1834 (va para dos siglos) por el físico y matemático francés André-Marie Ampère (1775-1836), para referirse a las ciencias de gobierno en su sistema de clasificación de los conocimientos humanos. Con posterioridad Wiener formulará parte del concepto de lo que se conoce como Causalidad de Granger en 1956.


CONTACTO: [email protected] 
FUENTE: Enroque de ciencia

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