Balsa Cirrito
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LA GRAN LEYENDA
El mito más poderoso del mundo occidental es el siguiente: “si trabajas duro, eres constante, posees talento y tienes un poco de suerte, alcanzarás cualquier meta que te propongas”. Se trata de una leyenda propagada por el cine, las confederaciones de empresarios y los comentaristas políticos de derechas. Algo así como que todos podemos llegar a ser ricos. Que todos podemos convertirnos en millonarios y poderosos. Lástima que sea mentira.
¿Cuánta gente conocen ustedes – constructores aparte – que se haya hecho millonaria? Seguro que muy poca. Probablemente ninguna. Pero la ilusión por el Gran Triunfo, la posibilidad de alcanzar el Santo Grial de la riqueza es la zanahoria que nos ponen por delante a todos los occidentales. Cuando Rajoy dice que le va a bajar los impuestos a los ricos, muchas personas se alegran sinceramente de la medida aunque no sean adineradas: esperan serlo algún día. (Por supuesto, no lo lograrán).
Sólo conozco tres maneras honradas de enriquecerse: ser un fenómeno de los deportes, ganar en alguna lotería, o el tradicional braguetazo (también conocido como urdangarinazo). Las demás formas de riqueza suelen ser indignas o provienen de dinero heredado (y el dinero heredado, por supuesto, también tiene un origen chanchullesco).
Todos esos jóvenes que estudian ciencias empresariales y derecho a la vez (conozco unos cuantos), pensando que algún día se podrán sentar en alguno de los grandes consejos de administración de empresas, deben saber que no lo conseguirán. Nunca. La práctica totalidad de esos asientos se reservan a hijos de antiguos miembros del consejo, y el pequeño cupo restante, democrático lo podríamos llamar, está destinado a los afortunados que se han casado con hijas de tipos que ya estuvieron en los consejos. Luego en las biografías parecerá que lo han conseguido por sus propios medios. (En EEUU, según los datos que leo en el gran Michael Moore, es todavía peor).
En fin, no me parece ni bien ni mal ni regular. O, mejor dicho, me parece mal, pero no me espanta. Lo único que me irrita es el engaño. Masivo y publicitado, aceptado por todos aun conociendo la mentira. Es cierto que, según muchos, el fracaso del comunismo se fraguó precisamente en la falta de esperanzas. Todo el mundo sabía en la Unión Soviética que jamás alcanzaría la riqueza y eso, provocaba desidia e indiferencia. En el mundo occidental tampoco nos haremos ricos, pero nos hacen creer lo contrario. Supongo que es como con los Reyes Magos. Nunca hemos sido tan felices como cuando creíamos en ellos. Pero los Reyes Magos son los padres. Aquí también lo son.












juan | Lunes, 14 de Noviembre de 2011 a las 18:51:09 horas
Que me perdone Sócretes,(si puede) pero sí hay algo más tonto,a saber: Un rico de izquierdas (falso izquierdoso, por supuesto, que solamente quiere repartir lo de los demás pero... que no le metan las manos en sus bolsillos...
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