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Carlos Roque Sánchez
Sábado, 13 de Julio de 2024

‘Paquiro’, ‘Frascuelo’ y Café de Chinitas. Tauromaquia (1)

[Img #228581]Personajes en busca de autor. Es probable que si no tiene ya una edad, digamos que es setentón, le resulten totalmente desconocidos e indiferentes los términos del titular, mas, si no es así y solo son lo primero (desconocidos) pero no lo último (indiferentes) y, para más inri, le ha picado la curiosidad de saber lo que les une y resulta que no tiene tiempo ahora de pararse a leer, no se preocupe. Le adelanto que se tratan de dos famosos matadores de toros andaluces del siglo XIX, uno chiclanero y otro churrianero, y de un popular teatrillo o café-cantante malagueño de finales del XIX y principio del XX. Unos personajes, ya le adelanto también que románticos a su manera, que encuentran su autor nada menos que en el fuenterino Federico García Lorca (1898-1936) poeta, dramaturgo y prosista de la generación del 27. Así que a diferencia de la media docena de personajes del dramaturgo, novelista y escritor de relatos cortos italiano Luigi Pirandello (1867-1936),​ ganador del Premio Nobel de Literatura en 1934, esta Opinión sólo le trae dos personajes animados y uno inanimado y, eso sí, un autor de tronío. Usted mismo. ‘Los toros son la fiesta más culta que hay hoy en el mundo’, García Lorca.

 

Francisco Montes Reina, ‘Paquiro’ (1805-1851). Para los intereses que nos traen le contaré algunos detalles del hombre y del torero, quisicosas taurómacas como quien dice. Aunque recibió una buena educación durante su infancia y juventud, iba a estudiar en el Real Colegio de Cirugía de Cádiz y fue un hombre ilustrado, su padre, administrador del marqués de Montocorto, perdió la desahogada posición económica de la que disfrutaba y el niño se tuvo que poner a trabajar de albañil. Además, la familia se trasladó a una calle popular cerca del matadero donde, precisamente, nuestro joven entró en contacto con el ganado bravo, el principio del matador. Formado en la Escuela de Tauromaquia de Sevilla (1830) -primera institución oficial creada en España para la iniciación y formación de jóvenes toreros, que dirigía el maestro Pedro Romero por entonces con 76 años de edad- consta que mató toros desde sus primeras clases, siendo otros discípulos de la escuela de esa época Francisco Arjona ‘Cúchares’ y Juan Pastor ‘el Barbero’, ¿le suenan?

 

‘Paquiro’, primera figura. Tomó la alternativa en Madrid el 18 de abril de 1831 y desde entonces fue un excelente lidiador y un fenómeno indiscutible de gran fuerza en el ruedo, al que llegaron a llamar el “Napoleón de los toreros” si bien no es menos cierto que nunca fue un portento con la espada; de hecho, tenía mala fama su “estocada atravesada”, aunque no faltaran las ocasiones en las que ejecutara a la perfección las suertes de recibir y del volapié. Si bien fue el estoque una limitación, su “talón de Aquiles taurino”, no le impidió ser durante años el matador mejor pagado, el que más corridas tenía cada temporada y el rival histórico durante los años 40 del siglo decimonónico de nada menos que ‘Cúchares’, con quien compartió los mayores reconocimientos de la época. De largas patillas, alto, fuerte y valiente recibió a lo largo de su carrera no pocas cornadas, pero también fue un torero artista, creativo y muy vistoso en su forma y fondo, sin duda alguna el torero romántico por excelencia. Gran innovador de la lidia, le aplicó un sentido artístico y creativo reformando el concepto de espectáculo taurino, tanto es así que está considerado el instaurador del toreo moderno.

 

‘Paquiro’, innovador de la lidia. ‘Tauromaquia’. Vistoso sobre todo en la suerte del capote -se le atribuyen varios lances de capa como la majestuosa “verónica”, la “tijera navarra” y el “abaniqueo”- destacó además por su habilidad en el salto de la garrocha, asombrando en 1835 a la plaza de Madrid al saltar un toro “al trascuerno”. Lo casi nunca visto. Como teórico en el arte del toreo, en 1836 publicó el libro Tauromaquia completa, donde fija no solo su concepción taurina, por cierto de actual (¿rabiosa?) vigencia, sino que asienta buena parte de las bases de las reglas ahora preceptivas. Lo que se dice todo un legislador de la Fiesta que no se quedó en el contenido de la misma, sino que abordó también el continente, el traje de luces. Y así en la chaquetilla modificó las aperturas bajo la axila para facilitar el movimiento y aportó los adornos, machos (también en la taleguilla) y alamares con lentejuelas y alambres. Unas innovaciones en el traje de luces que complementó con el tocado, al imponer la montera en sustitución del bicornio de alguaciles y otros oficiales autorizados a ejecutar muertes; confeccionada en astracán con el interior de tafetán el nombre proviene de su primer apellido, Montes. Todo apunta a que la inspiración estética le vino no solo del vestido goyesco sino también de los uniformes de los oficiales franceses que ocuparon la península; Francisco contaba cinco años de edad cuando entraron en su natal Chiclana, debiendo quedar sus ojos de niño deslumbrado con los bordados y brillantes dorados de los militares. Quizás esta visión infantil influyera de alguna forma en la elaboración del futuro traje de luces. Esta es la primera parte de la verdad de la mentira. ‘Cuando uno elige jugarse la vida, también tiene el derecho de elegir otras cosas’, José Tomás. (Continuará)

 

CONTACTO: [email protected] 

FUENTE: Enroque de ciencia

 

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